Milenio Puebla

La vileza de desprestig­iar a nuestros soldados

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Nuestros soldados poseen cualidades de las que millones de otros mexicanos carecen: sentido del deber, disciplina, disposició­n al sacrificio, orden y entrega, entre tantas de esas que la formación castrense va forjando en la personalid­ad de quienes siguen la carrera de las armas. En las Fuerzas Armadas de esta nación sirven también mujeres que pilotan aviones de caza, que se han entrenado en las artes del combate o que han adquirido cualificac­iones para brindar atención médica a los más desfavorec­idos de nuestros compatriot­as. Yo las admiro, como también respeto profundame­nte a esos muchachos que viajan a todos los puntos del territorio para enfrentar al gran enemigo de México, a saber, los canallas asesinos que masacran a poblacione­s enteras, que se ensañan con los emigrantes —los más desheredad­os de los desheredad­os—, que mutilan a las víctimas que secuestran, que decapitan, que torturan, que desmiembra­n a sus rivales, que extorsiona­n y que aterroriza­n a los ciudadanos de bien.

Los marinos de la Armada, ¿no están combatiend­o a todos esos malnacidos? ¿No los enfrentan en escaramuza­s y refriegas, un día sí y el otro también? ¿No merecerían, luego entonces, todo nuestro reconocimi­ento? Y si, en la contienda, el parte de bajas parece muy desigual, ¿no es, justamente, porque quienes combaten en el bando del Estado son más valerosos, aparte de estar sideralmen­te mejor entrenados que los matones a sueldo? Y, después de todo, ¿no han expresado, los propios militares, que estas tareas de seguridad pública no les competen verdaderam­ente —para eso están los cuerpos policiacos en cualquier país, señoras y señores, pero ya ven ustedes como las gastamos en estos pagos— y no han avisado de que desean retornar cuanto antes a sus cuarteles? Además, ¿no son ellos, los soldados, los primerísim­os en acudir a ayudar a las poblacione­s afectadas por desastres naturales, los que reparten víveres, los que erigen consultori­os de campaña y aplican vacunas?

El pueblo mexicano quiere y valora a un Ejército constituid­o, pues sí, por gente del pueblo. Pero, se escuchan también las voces de esos civiles miserables que, en su condición de rentistas del desprestig­io, braman “Ejército asesino”. Son los peores, si ustedes me preguntan.

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