Milenio Puebla

Maratones y pijamas

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

Hace unos días Netflix me mandó un kit con todas las cosas que se necesitan para “recordar mi primer maratón”, que incluía un camisón que me gritaba “úsame y tírate a la cama a ver la tele”.

Debo admitir que mi ego se me impuso por uno segundos. ¡Bastante trabajo me ha costado aprender a mi “avanzada edad” a ser corredora de larga distancia para que ahora un “maratón” sea la epítome del no poder moverte durante días hasta que la serie llegue a su fin o hasta que casi se incendie la casa, porque dejaste la palomitas en la estufa (historia real, lo siento, mamá). Pero luego me ganó mi instinto superior y me aventé con singular alegría rumbo a mi control remoto, al que a veces le digo: “Mi amor”, cuando quiero convencerl­o de que me haga caso (y me ayude a conectarme a internet. Otra vez).

La cosa es que me encontré con el menú habitual de recomendac­iones y estaba difícil, pero me acordé que solo unos días antes, gracias a mis amigos del buró de turismo de Los Ángeles, me había encontrado corriendo como cabra loca en el set de The Good Place. Cuando uno está en plan de (es tipo de) maratón, esa es más que suficiente razón para elegir, con un botón, qué ver. Sobre todo si aparecen algunos grandes de la comedia en la historia de la televisión, como Ted Danson (estaba enamorada de su Sam en Cheers hace… ya hace unos cuantos años) o la extraordin­aria Kristen Bell, posiblemen­te una de las actrices con mejor timing en la televisión y el cine de los últimos tiempos.

Quiero decirles que yo nunca digo en cuánto tiempo acabé un maratón, porque, pues no suelo ser tan competitiv­a en esa arena. Es mi tiempo para mí, pero aquí, con breves y brillantes capítulos que logran insertar las enseñanzas de Kant, Nietzche y Aristótele­s en un problema completame­nte de otra vida debo decir que siento que estoy tomando un curso de comedia y de filosofía al mismo tiempo. Del bien y del mal. De la risa a la reflexión.

Y para los que ya la están viendo ( minispoile­r) me han quitado las ganas para siempre de tomar Clam Chowder; sin embargo, necesito urgentemen­te un yogur helado en este momento.

A grandes rasgos, todos tenemos nuestra versión del paraíso. En cierta forma creo que este maratón en particular ha sido una de las mías. Gracias por la pijama, Netflix. Creo que para resarcir el daño, ahora debo salir a correr con ella. Vean The Good Place, mientras tanto. Tan solo lleva dos temporadas y ya necesito más.

¿En serio?

¿Eduardo Capetillo ahora quiere ser alcalde?

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