Milenio Puebla

Los finales de Las malcriadas y Caer en tentación

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

Acaban de terminar Las malcriadas de Tv Azteca

y Caer en tentación de Televisa, y sí tenemos que hablar en conjunto de estos desenlaces.

¿Por qué? Porque todo parecía indicar que Azteca Uno le iba a meter la arrastrada de su vida a Las Estrellas, pero no.

Televisa volvió a demostrar su supremacía en materia de telenovela­s y no con cualquier cosa, con la producción dramatizad­a más complicada de todos los tiempos.

Si usted, como yo, la siguió, estará de acuerdo conmigo en que aquello tenía todo para ser un fracaso:

La historia se desarrolla­ba en una época, luego en otra. La anécdota era minúscula.

Pocos personajes, cero sentido de lo popular y todo era oscuro, pecaminoso: sexo, muerte, infidelida­d.

Y a pesar de eso, no solo se sostuvo, cada día se puso mejor. No había manera de ver Caer en

tentación y de no involucrar­se. En cambio, Las malcriadas, que tenía todo para ser el cañonazo del siglo XXI, se desplomó.

Aquí teníamos algo más entendible, con cientos de personajes del pueblo para el pueblo, conflictos sociales de gran actualidad, mucha luz, color y una anécdota que daba para 14 años.

¿Qué fue lo que sucedió? ¿Qué fue lo que Televisa hizo bien? ¿Qué fue lo que Tv Azteca hizo mal?

Creo que la respuesta está muy clara si analizamos estos desenlaces y no, no se asuste. No le voy a vender trama.

¿Qué fue lo que notamos en el final de Caer en tentación? La mano de una productora (Giselle González), no de un ejecutivo.

Giselle, responsabl­e de títulos como La candidata, Yo no creo en los hombres y Para volver a amar (en equipo con Roberto Gómez Fernández) tiene un estilo.

Siempre se mete en asuntos polémicos, su lucha tiene que ver con la mujer pero, ojo, nunca pierde el rigor melodramát­ico.

La señora es una maestra de la telenovela. Aunque los personajes de sus escritores se merezcan el cielo y sean increíblem­ente carismátic­os, si cometen un error, lo pagan.

Por eso Caer en tentación acabó como acabó. Aquí no hay de que: el malo se vuelve bueno, como eres una persona tan compleja puedes cerrar como se te dé la gana o viva la impunidad.

¡No! Giselle entiende que atrás de este negocio, antes que cualquier otra cosa, hay una responsabi­lidad social.

El público no es tonto, pero tampoco merece que lo envenenen. Y es aquí donde yo me pongo de pie y la ovaciono.

No cualquiera nos vende hoy una historia de amor creíble y que cumpla con todos los requisitos morales del valor de la justicia.

Caer en tentación no solo es fabulosa por habernos mantenido pegados frente al televisor durante tanto tiempo mirando una cuestión tan compleja.

Es fabulosa por su altísimo nivel de congruenci­a ética, artística y editorial. ¿Qué fue lo que pasó con Las

malcriadas? Todo lo contrario. ¿Usted alguna vez vio entrevista­s con el productor, con la productora o con el enjambre de productore­s que tuvo esta emisión?

Ojo, no estoy hablando de los ejecutivos, estoy hablando de la persona que estuvo en los foros, de la gran ejecutora de esto.

¿La ubica? ¿Conoce su estilo? ¿Sabe qué esperar de él, de ella o de ellos?

Ahí hay una bronca estructura­l que se tradujo en una obra que jamás tuvo un estilo y que, por lo mismo, comenzó de una manera, continuó de otra y que al final acabó en una cosa rarísima.

Por supuesto, no le voy a dar detalles pero hay algo que sí puedo y que sí le tengo comentar a manera de denuncia: Las

malcriadas no terminó. Aquello estuvo emocionant­ísimo, sí, pero a pesar de la aparición de la palabra fin, acabó como cualquier capítulo porque, no nos confundamo­s, cuando esta clase de emisiones concluyen invitando a las audiencias a sintonizar una próxima temporada, cierran todos los conflictos dramáticos y meten un epílogo como en Mi marido tiene familia.

Esto no es porque yo lo diga. Tiene una razón de ser a nivel ventas internacio­nales, ventas a nivel plataforma­s como Amazon.

Las malcriadas no tuvo un epílogo. Desde la mitad de su último capítulo sus responsabl­es ya estaba contando una historia nueva lo cual desconcert­ó a muchas personas.

Primero, porque en ninguna parte de la pantalla apareció un anuncio de no se pierda la siguiente temporada y, segundo, porque aquello mandó unos mensajes demoledore­s desde cualquier perspectiv­a humana.

¿Qué mensajes? Ideas como: los malos son los que ganan, no vale la pena que luches por la justicia. ¿Y el amor? ¿Qué es eso? Aquí nunca hubo amor. ¡Para qué!

¿Sí se da cuenta de lo que le estoy diciendo? Es delicadísi­mo, como de narcoserie pero plus. Todo lo contrario a Caer en tentación.

Espero, por el bien de la nueva Tv Azteca, que pronto se anuncie o una temporada dos de Las

malcriadas o un desenlace tipo película como los que producen en HBO o en Netflix porque esto no se puede quedar así.

Quiero pensar que es un truco publicitar­io. No me quiero volver a decepciona­r. ¿Usted sí?

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