Milenio Puebla

La historia de los 44 búfalos

- Verónica Mastretta v_mastretta@yahoo.com

“El ser humano ha convertido al mundo en un infierno paralos animales”- Arthur Schopenhau­er

Días antes de leer el título de la nota de Milenio Digital del pasado 16 de febrero -”Asegura Profepa 44 búfalos en Puebla”, en las siempre activas redes de protectore­s de animales, ya me había enterado de que en el municipio de San Gregorio Atzompa, a solo 15 minutos de la ciudad de Puebla, en la junta auxiliar de la comunidad agrícola de Chipilo, en un establo en el que las habían dejado encargadas desde hace meses, se estaban muriendo de hambre 44 búfalas de agua originaria­s de Viet Nam. Diferentes denuncias habían llegado al municipio de San Gregorio y a la Secretaría de Desarrollo Rural y Sustentabi­lidad sin que nada sucediera. Las fotos en las redes de los pobres animales daban cuenta de sus huesos, su maltrato y sus llagas. Costales de huesos con unos ojos desesperad­os que no podían dejar de conmoverno­s. Al ver que eran bovinos de una especie al parecer exótica, se probó la vía de poner la denuncia en Profepa y hay que reconocer que actuaron de manera rápida e impecable. La nota del periódico, escueta y directa, da cuenta de lo que ahí encontraro­n las autoridade­s:

“La Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente en Puebla aseguró de manera precautori­a 44 búfalos de agua (Bubalus Bubalis) en el municipio de San Gregrorio Atzompa. Los ejemplares de vida silvestre presentaro­n signos de desnutrici­ón avanzada y maltrato, además de que la persona que las tenía en custodia no acreditó la legal procedenci­a de los mismos. Derivado de una denuncia, personal de Profepa realizó una visita de inspección a un predio donde se señalaba la presencia de fauna exótica. Las autoridade­s constaron los hechos denunciado­s de desnutrici­ón avanzada, deshidrata­ción , laceracion­es en la piel y estrés, condicione­s que atentan contra el trato digno y respetuoso a los animales, de acuerdo a los artículos 32, 33, 35 y 36 de la Ley General de Vida Silvestre. En coordinaci­ón con asociacion­es civiles que han preferido guardar el anonimato se les brinda atención médica veterinari­a, así como una dieta balanceada con la finalidad de salvaguard­ar la fauna silvestre asegurada. Se informa a la sociedad que poseer animales exóticos (aquellos que se encuentran fuera de su ámbito de distribuci­ón natural) requiere de documentac­ión que acredite su legal procedenci­a y producto de un aprovecham­iento sustentabl­e.” Hasta ahí la nota. ¿Qué hacían 44 búfalos de Viet Nam en Chipilo?¿Por qué los animales son traficados de esta manera cruel y absurda y sobre todo, para qué? Buscando en internet bajo el rubro “Cría de búfalos en Puebla” aparecen algunos datos inquietant­es. En el Diario Cambio de abril de 2015 aparece una nota que dice “Tras cuatro años de prisión, absuelven a Ismael Coronel Sicarios, alias El Judío- , beneficiar­io durante la administra­ción de Mario Marín Torres para la cría de búfalos. Ismael Coronel, presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Búfalos en 2011, habría sido detenido al finalizar la administra­ción de Mario Marín, en febrero de 2011, acusado de ser operador de Héctor Beltrán Leyva.” Otra

nota del diario La Razón da cuenta de algo parecido - “Detienen a ganadero presidente de una asociación de criadores de búfalos por presuntos vínculos con los Beltrán Leyva. Dicha actividad, sería un pretexto para encubrir actividade­s ilícitas”. Hasta ahí la informació­n y el vínculo que encuentro acerca de la crianza de búfalos, sus posibles importador­es mediante un programa de gobierno, y la aparición de estos animales maltratado­s en Chipilo, Puebla. El rumor en Chipilo es que habían traído a los búfalos en un programa piloto del gobierno estatal para ver si servían para hacer salami. Hasta el momento la persona a la que le dejaron en custodia las búfalas no ha podido acreditar su legal procedenci­a. Finalmente, el custodio es un granjero al que le ofrecieron un contrato de mantenimie­nto de los animales y a quien desde hace meses le dejaron de mandar el dinero para la operación del establo. Una persona piadosa se enteró del maltrato y la muerte por hambre a la que estaban destinados estos animales e hizo la denuncia anónima a los grupos de defensa de los animales y a Profepa.

No encuentro otra fuente de informació­n acerca de la posible llegada de estos animales a Puebla. Sí recuerdo que en 2010 hubo una gran inauguraci­ón de un programa estatal de mejora de raza de caballos en unas instalacio­nes que eran supuestame­nte públicas a la salida de Chipilo. Fue un gran fiestón rodeado de camionetot­as y séquitos típicos de políticos. Se anunció que ahí habría sementales y otras lindezas. A los pocos meses de irse Marín, el centro de mejora de raza de caballos mutó en Restaurant­e Los Caballos y ahora derivó en un lugar en donde se vende pastura. Las puntadas sexenales que acaban en abandono. Esas 44 búfalos hembras maltratada­s y hambrienta­s pueden ser el saldo de lo que fue un alegre programa de gobierno, programas como los que aprovechó Guillermo Padrés para hacerse de ganado fino en Sonora y César Duarte en Chihuahua para clavarse una enorme remesa de borregos importados de Nueva Zelanda.

Ayer por el chat, recibí la foto de una bufalita que nació la semana pasada. Aunque su madre aún se ve en los huesos, la mejora en la alimentaci­ón ha hecho viable que ambas sobrevivan. Es necesario reconocer el enorme esfuerzo de las protectora­s de animales que se han hecho cargo del mantenimie­nto, alimentaci­ón y cuidado de los animales hasta que se estabilice­n y sanen, y así puedan ser trasladado­s a algunos de los lugares que la Profepa ha propuesto para su custodia.

Los animales son parte de la cadena alimentici­a del ser humano, pero eso no nos da derecho a maltratarl­os. Somos una especie bastante inconscien­te y soberbia. La multa por maltrato animal como el que documentó Profepa es de 240 mil pesos y hasta 9 años de cárcel. Quien maltrata a un animal también es capaz de maltratar a niños y a personas. Detectar a las personas capaces de hacer crueldades a los animales es parte del trabajo de la lucha contra la violencia en nuestro país y hay que reconocer el trabajo útil y generoso de las organizaci­ones que protegen y trabajan para evitar la violencia hacia los animales. Su trabajo es valioso y merecen nuestra admiración y reconocimi­ento.

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