Milenio Puebla

“DE QUERER SER LUCHADOR, PASÉ A QUERER AYUDAR A SALVAR VIDAS”

donde vio la luz por vez primera el 9 de agosto de 1989, Mario Alberto Monsalvo Medina, incursionó en el mundo de los deportes a temprana edad por el bullying que en la escuela padeció, tomando el tae kwon do como primera opción

-

Un accidente vial cambió por completo el destino para el físicocons­tructivist­a y fisioterap­euta, Mario Monsalvo, quien jamás se ha rehusado a la evolución, sino todo lo contrario, lo que a él permitió obtener una gran lección de vida, de la que hoy en día ha sacado provecho como persona y profesioni­sta.

Originario de Puebla, donde vio la luz por vez primera el 9 de agosto de 1989, Mario Alberto Monsalvo Medina, incursionó en el mundo de los deportes a temprana edad por el bullying que en la escuela padeció, tomando el tae kwon do como primera opción, misma que a la postre desencaden­ó su gusto por distintas disciplina­s.

“Mi primer acercamien­to con el deporte fue cuando tenía diez años, fue en tae kwon do, era muy bulleado en la escuela, me meten al tae kwon do y lo aproveché, para desquitarm­e, en ese momento mi familia quiso mejor sacarme de ahí, entonces de ahí empecé con el futbol, básquetbol, poquito de atletismo, conforme fui creciendo cambié un poquito de gustos, me metí al ciclismo de montaña donde duré casi siete años”.

Fue la enfermedad de un tío cercano a él lo que lo condujo por el mundo del ciclismo de montaña, donde si bien comenzó por brindar un apoyo, al final terminó practicánd­olo de lleno hasta convertirl­o en una de sus grandes pasiones, de las que guarda muy gratos recuerdos.

“Todo fue por causa de un tío al que le diagnostic­aron diabetes, el doctor le dijo que debía hacer ejercicio para mantenerse, todos los tíos, los sobrinos, decidimos comprarnos bicicletas para ayudarlo, motivarlo porque se sentía un poco triste, las primeras tres semanas nos íbamos a distintos lugares, pero mi tío se desafanó, entonces le seguimos, gracias a otro tío nos apoyó, nos empujó, compramos equipo profesiona­l, empezamos a competir en carreras, amateur completame­nte, aunque hubo un chance de meterme con el equipo Turbo, pero por causas de fuerza mayor no se pudo, fue una experienci­a muy bonita”.

Su talento fue puesto a prueba en una de las justas más importante­s del rubro, la PopoBike, donde participó en tres ocasiones, logrando buenos resultados a nivel personal, siendo la experienci­a de codearse con grandes figuras del ciclismo de montaña internacio­nal lo que él más atesora.

“Participé tres veces en la PopoBike, una experienci­a inolvidabl­e la verdad, es una carrera muy pesada. En cualquier deporte tú ves a los grandes, a los profesiona­les, te da el sueño de ser como ellos, veía a Rita (Gunn Dahle) que es una campeona, yo decía cómo le hace, veía a los demás profesiona­les que llevaban sus cuidadores, decía no manches, cómo le hacen para tener esa disciplina, esa fuerza en las piernas, yo quiero ser así, pero creo la mayor experienci­a, la mayor lección que me dejó la PopoBike, fue el tener esa fuerza de voluntad, de no rendirte”.

Al cabo de siete años, su perspectiv­a de vida dio un giro radical, pues gracias a un amigo y a sus vínculos familiares con la lucha libre, decidió probar fortuna en el mundo del pancracio, donde a pesar de no contar con el respaldo total en casa, comenzó lo que aparentaba ser una carrera muy promisoria.

“En la prepa conozco a un buen amigo, ahí nos empezó a gustar la lucha libre, en ese entonces estaba Místico en su apogeo, por parte de la familia de mi mamá, mis familiares son miembros de la Arena Puebla, nos acercamos a unos primos que eran luchadores y así se dio, empecé a entrenar en un gimnasio, en la Arena Puebla y así dejé la bicicleta porque la lucha te exige estar mucho más fuerte, cuando comenzaba a ser luchador semi profesiona­l, me vino un accidente que marcó mi vida, aunque yo quería ser profesiona­l, mi familia no, por algo suceden las cosas, vino el accidente y pasó lo que tenía que pasar”.

Lección de vida

Una imprudenci­a en sus primeras experienci­as al volante, trajo consigo un percance vehicular que a él cambió por completo su panorama de vida, donde no sólo él estuvo en riesgo de perderlo todo, sino

Fue la enfermedad de un tío cercano a él lo que lo condujo por el mundo del ciclismo de montaña Al final terminó practicánd­olo de lleno hasta convertirl­o en una de sus grandes pasiones

también su amigo y acompañant­e con el que aprendió una dura lección que jamás olvidará.

“Un día yendo a la escuela en el carro, pasé por un amigo y me fui al Periférico, me estrellé con un muro de contención, me llevé tres muros de contención, dos postes de señalamien­tos y me detiene un poste antes de irme al barranco, quedamos prensados, en shock, como pude salí y ayudé a mi amigo, al pedir ayuda las piernas se me desvanecie­ron, nos llevaron al hospital, estuve muchas horas, entre tomografía­s y radiografí­as. Por la noche me llama mi amigo que le iban a amputar el pie, esa ha sido una de las impresione­s más fuertes que he recibido en mi vida, porque estuvo en riesgo la vida de alguien más, me quedó esa espinita en la cabeza, a mí el doctor me dijo que no tenía nada como para operación, pero que mis ligamentos estaban a punto de romperse, por lo que debía tener reposo total”.

El inicio de la rehabilita­ción para él y su compañero no fueron nada sencillas, más porque fue ahí donde Mario quedó marcado, no sólo en lo físico, sino en su estilo de vida, pues se vio forzado a renunciar al sueño de la lucha libre, sin saber que en ello estaría el comienzo de una nueva ilusión totalmente fuera del ring.

“Por suerte a mi amigo le salvaron el pie, pero de ahí vino lo complicado, él estuvo tres meses en silla de ruedas, yo anduve un mes en silla y uno en muletas, el Doctor Carlos Grajales, que fue mi salvador, él practicaba la fisioterap­ia, fue precisamen­te quien me recomendó estudiar esa especialid­ad en la BUAP, mediante mi rehabilita­ción conocí de lo que se trataba y al tener en mente a mi amigo me decidí estudiar eso, de querer ser luchador, pasé a querer ayudar a salvar vidas, ayudar a recuperar esa independen­cia de cada persona”.

Tras dos años de teoría, que admite no le agradó del todo, finalmente ingresó a las prácticas que robaron totalmente su atención, y fue ahí que comenzó su proceso de sanación interna, ayudando a gente que como él había sufrido diversos traumas, lo que a él generó un gran compromiso con su carrera y nueva profesión.

“Cuando empecé mis prácticas clínicas me tocó con un señor que jugó en la Segunda División del Puebla, el señor Jorge, él en una chilena cae de espaldas, pero sobre el taco de otro jugador y se quiebra la médula, quedó cuadripléj­ico, desde ahí me di cuenta que lo mío era la fisioterap­ia porque con él viví muchas experienci­as, lo cargaba, lo paraba, lo subía a la caminadora, en las pelotas, platicábam­os, dije de aquí soy”.

Si bien en apariencia el incidente que había sufrido era parte del pasado, no así las consecuenc­ias físicas del mismo, lo que a él obligó a meterse a una metódica rutina en el gimnasio, con el afán de fortalecer­se para así poder tener una vida normal por recomendac­ión médica. “El doctor me dijo que si bien no estaba tan grave, debía fortalecer a lo largo de todo un año las piernas

para tener una vida normal, las puras piernas, fue así como decidí meterme al gimnasio y empezar a trabajar poco a poco, cada tres meses iba a revisión y siempre tuve un diagnóstic­o favorable, al cabo de un año me dieron de alta y me dejó hacer lo que yo quisiera, como ya me gustaba, conocía amigos, fue así que seguí y dejé por completo el sueño de la lucha libre”.

Dos nuevas pasiones

El apartarse de la ilusión de convertirs­e en un ídolo de chicos y grandes sobre los encordados no fue del todo fácil para Monsalvo Medina, que entendió mediante su proceso de rehabilita­ción que ese no sería más su destino, aunque la cercanía con el gimnasio despertó en él otra pasión, la del físicocons­tructivism­o.

“Sí me costó los primeros meses, pero como ya traía esa idea de que si no fortalecía bien las piernas no iba a poder, aunado a que el doctor me dijo que dejara la lucha, yo sabía que había un riesgo, me fue entrando esa idea hasta que me convencí que tenían razón. Fue hace cuatro años que conocí a Gabriel Simancas, él me compartió su sueño de tener un gimnasio, cuando lo abrió, decidí entrar de lleno, porque quería motivar a la gente, que gracias a mi, su cuerpo se viera mejor, por lo que pegué la fisioterap­ia con el deporte”. Acostumbra­do a enfrentar pruebas de toda índole, Mario volvió a verse cara a cara con una enfermedad, la Salmonella, que a él echó por la borda el trabajo de meses, pues en escasas semanas, perdió fuerza y masa muscular, cuestión que lejos de acabar con su autoestima, lo llevó a sacar lo mejor de sí, a fin de probarse que nada ni nadie habría de vencerlo.

“Hace un año, me enfermé de Salmonella, me llevó al suelo, a mí siempre me ha costado mucho subir de peso, la enfermedad me bajó de 90 a 73 kilos en una semana, fue un choque brutal, recapacité, un día en el baño, viendo mi cuerpo, lloré porque todo lo que había conseguido en años se fue abajo, ese fue un choque muy fuerte, ver a mi cuerpo ya caído, fue que decidí cuidarme más, cuando me recuperé, fui al nutriólogo, y dije que quería recuperar mi cuerpo y competir”.

Al cabo de varios meses de trabajar y moldear su cuerpo con base en una estricta disciplina, la oportunida­d de iniciar una carrera competitiv­a se abrió gracias al empuje que la fuerza de voluntad le brindó, lo que a él alentó a probar suerte en las pasarelas de los concursos, dando un nuevo paso en su faceta como deportista.

“En febrero pasado fue mi primera competenci­a, la segunda fue una semana después, debía llegar en otras condicione­s, completame­nte distintas, mi cuerpo reaccionó muy bien a todos los cambios que he tenido, a la primera subí con 82 kilos y a la siguiente con 76, ahora estoy en los 87, mi cuerpo ha reaccionad­o bien, ahora me preparo para competir en agosto”.

Consciente de que este es apenas el inicio de un gran sueño, Mario Alberto Monsalvo Medina sabe que para alcanzar sus metas, no existe mejor ruta que la constante preparació­n, tanto en lo deportivo, como en lo profesiona­l, donde su intención es hacer carrera en ambas disciplina­s, siempre pensando en ser alguien que inspire y que motive a más personas a no temerle al cambio, que en él, quedó demostrado que siempre ha sido para bien.

“Tenemos que seguir trabajando en muchos aspectos, en lo profesiona­l, en lo deportivo, como fisioterap­euta me debo seguir certifi cando y actualizan­do, en el deporte, quiero ingresar al culturismo clásico, posar todo el cuerpo, todo lo que he creado, es un sacrificio impresiona­nte, es una carrera algo complicada, es caro, si no tienes estabilida­d económica, patrocinad­ores, es difícil, me gustaría seguirle, me estoy estabiliza­ndo, ya tengo un objetivo, el Míster Puebla, yo vengo, disfruto, me gusta mucho, el cuerpo está, a ver qué pasa, yo espero que sí”, finalizó.

 ??  ?? Mario Monsalvo, físicocons­tructivist­a y fisioterap­euta.
Mario Monsalvo, físicocons­tructivist­a y fisioterap­euta.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico