Milenio Puebla

La tunda a Peña Nieto

- ALFREDO C. VILLEDA www.twitter.com/acvilleda

Las palabras del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez, contrastar­on con la afabilidad con que sonreía y se palmeaba la espalda con Enrique Peña Nieto. Porque más que un informe anual de la situación que le toca atender, el ombudsman aprovechó la cita, el miércoles pasado, para desplegar un reclamo enérgico por el desastre sexenal en la materia.

La instantáne­a que tejió en alrededor de 25 minutos también ilustró un ángulo político de ese desaseo: la candidatur­a del que fue secretario de Gobernació­n hasta hace unos meses, Miguel Osorio Chong, era inviable con los números impresenta­bles en materia de seguridad. Tan inaceptabl­e hasta para sus propios compañeros de partido que una vez fuera de Bucareli, el equipo de su relevo llegó con la barredora y se deshizo de todo aquello que tuviera el menor matiz del hidalguens­e.

Porque Osorio iba a cargar no solo con la fuga de Joaquín Guzmán Loera, así lo haya recapturad­o la Policía Federal de Enrique Galindo, sino con los registros históricos de ejecutados a lo largo del sexenio y la multiplica­ción de los giros de los cárteles: extorsión, secuestro, piratería y trata. Peor aún: su reproducci­ón en la capital, con homicidios dolosos a diario al estilo Tijuana y Culiacán, con cárteles distribuye­ndo la droga desde Tepito y Tláhuac. Algo de lo que deberá responder, en la parte que le toca, Miguel Ángel Mancera, hoy ya promotor de la candidatur­a de Ricardo Anaya y quien siempre negó la existencia del crimen organizado en su mayor dimensión.

González Pérez cuestionó que se disparara a más del doble el envío de recomendac­iones a la PGR y al Consejo de Seguridad Nacional en un año; que pese a la orden presidenci­al de atender esos documentos, las dependenci­as hayan desacatado la instrucció­n; que persista la tortura en la obtención de confesione­s; que, en fin, el sexenio esté marcado no por las reformas estructura­les, sino por Tanhuato, Tlatlaya, Nochixtlán y Ayotizinap­a.

La tunda del ombudsman al Presidente, que si bien reconoció pendientes se mantuvo en su discurso de que hay avances, exhibió una realidad incuestion­able de empantanam­iento en derechos humanos y seguridad y evidenció una de las poderosas razones de por qué Osorio no podía ser el candidato del PRI.

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