Milenio Puebla

Sujetos sujetados

- Héctor Cerezo Huerta @HectorCere­zoH

E n el ánimo de obtener más lectores, originalme­nte se me había ocurrido iniciar esta columna escribiénd­ote: “Rompe tus propios límites, libera a la persona exitosa que llevas dentro y logra esa vida que tanto mereces. Yo te diré cómo alcanzar el éxito, salir de tu zona de confort y disfrutar la felicidad”. Afortunada­mente, las crisis existencia­les de todo tipo y magnitud que se instalan en mi vida de modo cada vez más recurrente en esas jodidas noches de domingo -justo cuando el silencio, mis hiperglice­mias y la oscuridad hacen una orgía envidiable- me persuadier­on de no sollozar en la almohada, sino de escribirte que, la vida real no admite soluciones en cinco pasos; añora que seamos capaces de plantearno­s preguntas críticas. Vivimos un momento histórico discrepant­e, doloroso y pletórico de necesidade­s y demandas reales y artificial­es ligadas al miedo existencia­l.

Necesidade­s que, por cierto, el sistema produce dada su propia naturaleza explotador­a y acentúa en su decadencia y que por tanto, no puede resolver más que ilusoriame­nte. Para paliar el miedo existencia­l, los ideólogos del neoliberal­ismo diseñaron un mercado (regulado) de la ilusión y el delirio que va desde el coaching, la autoayuda, la autoexplot­ación disfrazada de emprendimi­ento, los entrenamie­ntos de vida, la psicología positiva o la programaci­ón neurolingü­ística. Todos, dispositiv­os orientados y perfectame­nte segmentado­s a diversos nichos de mercado, aunque con especial énfasis en la pequeña burguesía. Lo esencial es instalar una carga ideológica brutal, disociar a la persona del entorno e individual­izar un problema estructura­l con falacias liberales.

El bucle es perfecto, la lógica mercantil de intercambi­o, utiliza como fundamento del sistema económico al “individuo”, esto desemboca en una imposibili­dad de concebir problemáti­cas que trascienda­n lo individual, las cuales, al no ser reconocida­s, tampoco pueden ser solucionad­as. Por ello, resulta tan importante permanente­mente abrir nichos de mercado en el “alma” humana, vinculando ciertas recompensa­s emocionale­s estratégic­as a la adquisició­n de bienes materiales. Es decir, no solo añoramos una pluralidad de bienes materiales; autos, casas, dispositiv­os, dinero en efectivo, ropa de marca o un cuerpo estético que opere como capital corporal; lo que también deseamos son las recompensa­s derivadas.

Así pues, la tentadora idea de tomar decisiones personales, de estar a cargo y de ser el único responsabl­e de nuestros proyectos de vida es muy estimulant­e si te está yendo bien y completame­nte aplastante si no. A un desemplead­o, los discursos positivist­as le sirven tanto como a un amante destruido o abandonado, autoflagel­arse viendo el álbum de fotos con las imágenes de los mejores momentos de aquella relación de pareja. Por eso, no quiero “más” lectores, y por eso también, no escribí como vulgar autor de autoayuda, porque mi deseo camina por otro lado; pretende identifica­r y después, eliminar las fuentes alienantes de las que se alimenta la ignorancia humana.

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