Sujetos sujetados
E n el ánimo de obtener más lectores, originalmente se me había ocurrido iniciar esta columna escribiéndote: “Rompe tus propios límites, libera a la persona exitosa que llevas dentro y logra esa vida que tanto mereces. Yo te diré cómo alcanzar el éxito, salir de tu zona de confort y disfrutar la felicidad”. Afortunadamente, las crisis existenciales de todo tipo y magnitud que se instalan en mi vida de modo cada vez más recurrente en esas jodidas noches de domingo -justo cuando el silencio, mis hiperglicemias y la oscuridad hacen una orgía envidiable- me persuadieron de no sollozar en la almohada, sino de escribirte que, la vida real no admite soluciones en cinco pasos; añora que seamos capaces de plantearnos preguntas críticas. Vivimos un momento histórico discrepante, doloroso y pletórico de necesidades y demandas reales y artificiales ligadas al miedo existencial.
Necesidades que, por cierto, el sistema produce dada su propia naturaleza explotadora y acentúa en su decadencia y que por tanto, no puede resolver más que ilusoriamente. Para paliar el miedo existencial, los ideólogos del neoliberalismo diseñaron un mercado (regulado) de la ilusión y el delirio que va desde el coaching, la autoayuda, la autoexplotación disfrazada de emprendimiento, los entrenamientos de vida, la psicología positiva o la programación neurolingüística. Todos, dispositivos orientados y perfectamente segmentados a diversos nichos de mercado, aunque con especial énfasis en la pequeña burguesía. Lo esencial es instalar una carga ideológica brutal, disociar a la persona del entorno e individualizar un problema estructural con falacias liberales.
El bucle es perfecto, la lógica mercantil de intercambio, utiliza como fundamento del sistema económico al “individuo”, esto desemboca en una imposibilidad de concebir problemáticas que trasciendan lo individual, las cuales, al no ser reconocidas, tampoco pueden ser solucionadas. Por ello, resulta tan importante permanentemente abrir nichos de mercado en el “alma” humana, vinculando ciertas recompensas emocionales estratégicas a la adquisición de bienes materiales. Es decir, no solo añoramos una pluralidad de bienes materiales; autos, casas, dispositivos, dinero en efectivo, ropa de marca o un cuerpo estético que opere como capital corporal; lo que también deseamos son las recompensas derivadas.
Así pues, la tentadora idea de tomar decisiones personales, de estar a cargo y de ser el único responsable de nuestros proyectos de vida es muy estimulante si te está yendo bien y completamente aplastante si no. A un desempleado, los discursos positivistas le sirven tanto como a un amante destruido o abandonado, autoflagelarse viendo el álbum de fotos con las imágenes de los mejores momentos de aquella relación de pareja. Por eso, no quiero “más” lectores, y por eso también, no escribí como vulgar autor de autoayuda, porque mi deseo camina por otro lado; pretende identificar y después, eliminar las fuentes alienantes de las que se alimenta la ignorancia humana.