Milenio Puebla

Los 90 días de Margarita Zavala

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Margarita Zavala no va a ganar la elección del 1 de julio.

Lo sabe ella, lo sabe su equipo, lo saben sus contrincan­tes, lo sabemos todos.

Si esta elección termina siendo una de qué tipo de cambio, pues ella, el calderonis­mo, no es cambio alguno. Si es cambio contra continuida­d, pues José Antonio Meade tiene el aparato y los partidos para opacarla.

Se debe reconocer en Margarita a una mujer dedicada a la política desde hace muchos años con eficiencia y honestidad, cercana a la gente, que cuando le tocó ser primera dama no lo hizo solo con discreción y elegancia, sino que eligió un par de proyectos a los que dedicó el alma y consiguió buenos resultados.

Debe haber una parte liberadora de estar en una contienda cuando se sabe que uno no va a ganar. De entrada, sus adversario­s no solo no la atacarán, ya hemos visto las gentilezas de Meade, ayer una especie de disculpa de Anaya, y hasta López Obrador ha medido sus palabras respecto a ella en las últimas semanas, sino que, en un escenario de voto útil, todos querrán la parte de sus simpatizan­tes que no quiera depositar en la boleta un voto que no decida. Eso, de alguna manera, la pone en una posición privilegia­da. Eso no quiere decir que no tenga riesgos. Puede ser, si la candidatur­a prende, y prende de tal manera que lleva muchos electores sin partido, dinero o estructura a la urna y supera, digamos, los cinco puntos, que en una elección cerrada se vuelvan la clave para hacer presidente a Andrés Manuel López Obrador, el enemigo histórico de Felipe Calderón y, sí, de ella también y del proyecto que representa­ron en 2006. Eso, de suceder, supongo que pesará para siempre.

Puede también correr el riesgo de, ya sea porque la elección se polariza, o porque su campaña no prende, lograr un resultado triste, alrededor de 2 por ciento, que termine siendo la nada. Y se habrá quedado sin partido y sin mucho futuro.

Tal vez la apuesta, y el mejor escenario de Margarita, sea que, con un resultado decente para su circunstan­cia, y dada la crisis de los tres partidos de la transición (leer a Fernando Escalante ayer aquí en MILENIO), tenga la fuerza y los seguidores para comenzar a construir una nueva fuerza política clasemedie­ra, hacia la derecha, conservado­ra, que el Frente ha diluido y que no tiene pocos votantes en México.

Claro, eso tardará mucho más que 90 días.

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