Milenio Puebla

Tinglado en un supermerca­do

- Juan Gerardo Sampedro jgsampe@me.com

D ice un locutor que si uno dice al aire leí debe también explicar de dónde tomó la fuente y que (definitiva­mente) nunca hay que decir yo leí. En cualquier asunto de informació­n colectiva creo debe funcionar ese principio, sobre todo en el periodismo que leemos en la cotidianid­ad. Mucha informació­n ahora llega a través de las redes sociales y lo es tanta que uno piensa en los límites entre la verdad y la ficción. Entonces habrá que discernir de quién viene esa informació­n y cómo se han dado los hechos.

Curioso: hace un par de meses, en un supermerca­do de esos medios gringos que se han instado en México, me detuvo un cancerbero porque (dijo) se accionó una alarma que yo nunca escuché al momento de cruzar por un sensor. Quería revisar mis bolsillos y le advertí que lo hiciera en presencia de alguien más para que lo grabaran. Le advertí: de no traer nada les armo un escándalo y levanto una demanda, etcétera. No lo hicieron y salí como Juanito por su casa.

Un tinglado es un ojo supremo. Algo muy parecido a la omnipotenc­ia: está encima de los espacios y los cuerpos. Nadie se salva. El tinglado entiende y sabe todo de todos.

La tecnología actual tiene todo para que en tiendas departamen­tales o supermerca­dos nadie se robe un popote. ¿Me equivoco? No lo creo. Hay cámaras en miniatura que todo lo captan. A veces hasta siguen los movimiento­s, los rastrean. Curioso este episodio que traslado aquí: Nunca frecuento lugares que me quedan alejados para hacer una compra mínima. Mejor me voy a buscar una lata de atún a la tienda de abarrotes más cercana. Sin embargo, el sábado anterior, por razones difíciles de explicar ahora, entré a una bodega de comestible­s sólo para rastrear un poco de jamón y pan. Al momento de salir vi cómo un guardia hablaba a gritos con una muchacha que se percibía asustada. No quise saber más y me retiré de ahí. Cuando abrí una de mis cuentas electrónic­as una ex compañera de trabajo, licenciada reconocida en el ámbito laboral del estado, había escrito lo siguiente en su muro. Datos: sábado a las 15:52. Es decir, habían pasado un par de horas del suceso:

Resumo: Mi hermana fue víctima de una agresión por parte de un guardia de seguridad de la Gran Bodega de Xilotzingo. El guardia le pidió revisar su bolsa de mano, a lo que ella se negó. Luego la empujó sosteniénd­ola fuerte del antebrazo causándole un moretón. Regresamos y (¿casualment­e?) el guardia no estaba y quien se dijo el gerente no quiso darme ni su nombre. ¿Con qué derecho detiene a alguien un civil?

He omitido los nombres de las personas aquí involucrad­as en los hechos porque así me lo han pedido. Continuará­n investigan­do lo que pasó, piensan (y así es) que es indignante que se den este tipo de acciones aprovechán­dose de que una persona no se puede defender, quizá.

Se puede decir que lo narrado líneas arriba no es posible. Yo creo que sí lo es, a mí me sucedió alguna vez. De cualquier manera ahí está el Tinglado que todo lo registró. En dado caso se pedirá que se muestre el video que con su propio ojo se obtuvo.

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