De tropas es un agravio para un país amigo y socio; al margen de los cambios de humor del presidente de EU, a México le corresponde asegurarse de que los migrantes encuentren solidaridad y respeto
La mención del desplazamiento
ue el presidente de Estados Unidos diga que va a enviar al ejército a su frontera con México haría suponer que ambos países se encuentran en una situación extrema.
No existe tal tensión. Tampoco urgencia o gravedad.
Se trata de Donald Trump: cada vez que quiere renovar sus bonos frente a su base electoral, alude al muro, y ahora que sabe que su eventual construcción está lejana dice que, mientras, “vamos a vigilar nuestra frontera con nuestras fuerzas armadas”. Fanático de lo espectacular, agrega en el vacío, sin sustancia: “Es un gran paso”.
Ciertamente, la inconsistencia de Trump disminuye la carga explosiva de su declaración, pero no la despoja de su intención amenazante. En todo caso, la mención del desplazamiento de tropas a la frontera es agravio para un país amigo y socio.
Ya antes George W. Bush y Barack Obama enviaron contingentes de la Guardia Nacional a diversos puntos de la frontera, en ambos casos para proporcionar capacitación y apoyos logísticos, no para perseguir o detener a migrantes (en 2006, de lleno en esos temas, recuerdo haber atestiguado el tedio con el que sobrellevaban su misión elementos de esa corporación).
La Casa Blanca ya ha precisado que, en efecto, se trataría de enviar a la Guardia Nacional, pero el énfasis de Trump está en el tono bélico, para calar en el ánimo nacionalista: defendamos al país, evitemos la invasión, rechacemos al enemigo. Ese es el trasfondo.
Fanático de las hamburguesas, según se cuenta, el combo de Trump incluye: amenazar, otra vez, con terminar el TLC; proclamar la construcción del muro y la muerte de DACA; criminalizar la migración y mezclarla con terrorismo, drogas y crimen; conocer los perfiles en redes de los solicitantes de visados; endurecer las leyes de petición de asilo; facilitar la expulsión de migrantes menores de edad; retener más tiempo a los migrantes arrestados en la frontera, y presionar a los jueces migratorios para acelerar los procesos de deportación.