Lo sustantivo, a futuro
L os seres humanos estamos acostumbrados a reunirnos en colectivos: la familia, tribus, países, etcétera. Tenemos la necesidad de pertenecer a algo más grande que nosotros. Por eso existen las religiones, los clubes, las logias y otras asociaciones, como los partidos políticos, las aficiones de equipos deportivos, subculturas urbanas y otras formas de organización social. Esto es normal y parte de un factor evolutivo y biológico de nuestra especie. Estamos más protegidos en grupos, tendemos a buscar orden y jerarquización de las funciones con base en estos grupos, y también le damos sentido de pertenencia a nuestra vida.
Muchas de las cosas que realizamos dejan ver características en común de estos grupos de pertenencia. Por ejemplo, cuando vemos un partido de futbol, tenemos un lenguaje similar al de otros a los que también les gusta el futbol y, más particularmente, comportamientos o actitudes muy parecidas a las personas que comparten nuestra afición por un equipo. Son “códigos” que nos identifican como parte de este grupo.
Esto también se traslada a nuestros colectivos o grupos de pertenencia en el ámbito social, ciudadano y político. Si se dan cuenta, de unas semanas a la fecha, muchos de los contactos de sus redes sociales comparten una forma de hablar o de compartir información que denota que tienen afinidad o que sienten pertenencia hacia ciertos colectivos de simpatizantes o militantes de partidos o de candidatos. Y seguramente han visto, incluso participado, de las discusiones ideológicas, políticas, de propuestas y de campañas que son comunes en estas plataformas. Mi llamado es a reconocer que lo verdaderamente importante de las personas con las que convivimos, no son estas expresiones y no son sus grupos de pertenencia.
En unos meses, cuando el torbellino de las campañas electorales pasen, nuestros vecinos seguirán compartiendo la calle con nosotros. Nuestros familiares no habrán dejado de serlo. Las personas con las que trabajamos seguirán llegando cada mañana a la oficina, como hasta antes y durante este periodo. Nuestras expresiones, sobre todo públicas, son respetables en cuanto a que nos ayudan a entender o a dar a entender la realidad “como la vemos”. Desde nuestro contexto, con sus alcances y limitaciones. En concreto, desde una percepción del mundo y de hechos objetivos.
El 02 de julio, volveremos todos a nuestras oficinas, veremos a nuestros parientes, seremos atendidos por el médico, platicaremos con amigos y seguiremos tendiendo a formar estas conexiones y relaciones, pues también en grupo formamos una percepción de cómo debería ser nuestra realidad.
Es posible que nuestras tías sigan compartiendo noticias falsas, ya no de candidatos; sino de otros hechos, porque pertenecen a una generación en la que bastaba que alguien cercano afirmara aun hecho para confiar que fuera cierto. No están tramando, ni tejiendo complots políticos, tampoco son bots, afiliadas o parte de un grupo de choque. Como tampoco lo son quienes tienen ideologías o una propuesta de sociedad diferente a nosotros; siempre y cuando esta visión no sea discriminatoria, vaya en contra del bien común, proponga acciones que rayen en lo delictivo, o que dañen a un grupo o sector social.
Lo sustantivo, a futuro, es que no importa quién nos represente; siempre y cuando podamos seguir teniendo la certeza de que podemos depender unos de otros y poder vivir en armonía, en el gran colectivo llamado México.