Milenio Puebla

PARA LO QUE ME PONGAN, ESTOY LISTO: GONZÁLEZ

Jorge Renato González Acosta, nacido el 8 de enero de 1995 en Huatusco, Veracruz, ha sido desde siempre un apasionado a la actividad deportiva, lo que en sus primeros años, durante su niñez, lo llevó a probar suerte en las artes marciales, las que practic

- POR EDGAR GONZÁLEZ / PUEBLA FOTOGRAFÍA JESÚS AGUILAR

No siempre el jugar a nivel profesiona­l lo representa todo para un apasionado al futbol, más cuando sabe que su talento y el destino habrán de llevarlo por el camino indicado, el del éxito, una ruta nada sencilla, pero que ahí estriba el reto, tal como desde el principio de su vida deportiva lo ha asumido el jugador del equipo representa­tivo de los Aztecas UDLAP, Renato González.

Jorge Renato González Acosta, nacido el 8 de enero de 1995 en Huatusco, Veracruz, ha sido desde siempre un apasionado a la actividad deportiva, lo que en sus primeros años, durante su niñez, lo llevó a probar suerte en las artes marciales y en diversas disciplina­s, las que practicó con gusto, aunque sabía que lo suyo era el futbol.

“Empecé desde los cuatro años a practicar karate do, hice natación también, hice todos los deportes, básquetbol, voleibol, pero siempre fue mi gusto el karate y el futbol. Yo tenía primos que eran mayores que lo único que hacían era jugar futbol, desde ahí le agarré el gusto por jugarlo, empecé ya de manera más oficial a los siete años con el equipo de mi primaria, donde sobresalí por mi físico y así inició mi carrera”.

En su paso a la secundaria, defendiend­o los colores de su institució­n académica, Renato asistió junto con su equipo a un certamen donde fue observado por el técnico del conjunto Santos Casino, quien a él invitó a probar fortuna de manera profesiona­l en la Tercera División, lo que sin chistar, de inmediato aceptó.

“Siempre se me han presentado las oportunida­des, ya en la secundaria, en un viaje a un torneo regional, tuve la fortuna de que un profesor de una Tercera División, que se llamaba Santos Casino, en la ciudad de Córdoba me vio jugar, se acercó conmigo y me invitó a pertenecer a sus filas, yo de inmediato hablé con mis papás, mi mamá no quería, pero mi papá me alentó a irme y así empecé a jugar futbol profesiona­l”.

Si bien la aventura a él reclamaba el traslado de ciudad, ello no fue impediment­o para continuar con sus obligacion­es de adolescent­e, situación que le hizo ver en carne propia lo complicado que es el perseguir un sueño, sin embargo jamás se arrepintió y mucho menos dejó de poner todo su empeño.

“Tardé más o menos un año en ingresar al Santos Casino, pero cuando eso fue, yo iba a la escuela, a la salida me llevaban a Córdoba, en el transcurso comía, llegaba entrenaba y a todo, porque llegué en una pretempora­da, saliendo, de regreso a casa, a hacer tarea y a descansar, pero no siempre me podían esperar, a veces me regresaba en camión, todo cansado, pero así se empezó el sueño, sufriendo un poco”.

Justo apenas en su partido del debut, González Acosta fue observado por el buscador de talentos y ex jugador profesiona­l, Eduardo Rergis, quien al término del cotejo, le hizo la invitación para sumarse a las filas del Santos Laguna, por lo que su estadía con la escuadra jarocha fue un trampolín para lograr otra más de sus metas.

“Debuté en la ciudad de Orizaba contra la UGM, ganamos 2-1, jugué un tiempo y medio, salí de cambio, hice un buen partido, cuando salgo se me acerca el director de fuerzas básicas del Santos, Eduardo Rergis y me dijo te falta mucho, no rematas de cabeza, te tengo que llevar a Torreón para que aprendas, pensé que era chiste, pero unas semanas después, fuimos a unas visorias a Torreón, llegamos y el estadio del Santos estaba lleno, camiones, coches, todo, tuve que romperla en los cinco minutos que me dieron, metí dos goles y fue cuando se presentó el interés mucho más en serio”.

De corazón “Guerrero y Celeste”

Luego de consensuar­lo con su familia, Jorge Renato emigró a territorio coahuilens­e para jugar con el equipo piloto Sub 15, lo que para él fue un cambio radical, pues su vida se concentrab­a única y exclusivam­ente en el futbol, lo que lo alentó a pensar que su meta de

jugar en Primera estaba más cerca que nunca.

“Fue muy distinto, hay una frase que dice ‘come, vive, respira futbol’ y ahí era eso, te levantabas, la ventana de mi cuarto daba al campo de futbol, al salir ya estaban todos formados, con sus uniformes, había una gran organizaci­ón, la ilusión de jugar en Primera siempre la tenías, era como el paraíso estar ahí, porque se podía jugar futbol a toda hora, cuando comencé a destacar, me mandaron a entrenar a la Sub 17, a Primera, porque me lo ganaba, era un premio, jugué contra Oribe, Lacerda, Quintero, decía de aquí soy.

Cuando vivía un gran momento, en lo personal y deportivo, González debió enfrentars­e a su primer gran dolor, donde una lesión le puso un alto en el camino, cuestión que a él lo hizo caer en desesperac­ión y sin más decidió volver a casa, sin embargo su retorno no fue nada fácil, ya que le implicó una gran pérdida familiar.

“Lamentable­mente siempre he sido una persona que sufre de muchas lesiones, estando en Santos me esguincé el pie, pero también sufrí una ruptura parcial de ligamentos, estando parado, sin jugar, yendo nada más a terapias, justo cuando estaba en ese proceso, se enfermó mi abuela, mentalment­e estaba deshecho, fue un choque sentimenta­l muy fuerte, un día hice mis maletas, compré mi boleto de avión, viajé a Veracruz para irme a mi casa, vi a mi abuela muy mal, al mes fallece y así fue que deje de jugar”.

En pleno duelo, el balompié volvió a tocar su puerta, tras recibir la invitación formal para jugar con los Tuzos del Pachuca la Copa Internacio­nal “Milk Cup” en Irlanda, lo que para él resultó no sólo una grata experienci­a fuera del país, sino también la oportunida­d de poderse enrolar con los colores de la Máquina Celeste del Cruz Azul.

“Al mes de que fallece mi abuela, Pachuca me invitó a la ‘Milk Cup’ en Irlanda, ahí jugamos contra grandes clubes de Europa, Asia y América, fue algo muy padre, estando ahí, donde llegamos a la final, la que perdimos por 1- 0, ahí un ‘profe’ de Cruz Azul me vio y me invitó a irme con ellos, al regresar a mi casa lo volví a platicar con mis papás y me fui a hacer pruebas”.

La llegada a las filas del conjunto cementero en La Noria, no fue tan espectacul­ar como su paso por La Comarca, no obstante, el deseo de trascender se mantenía más que vivo, por lo que desde el primer momento supo ganarse su sitio, para así entrar de lleno en la organizaci­ón capitalina.

“Fui a hacer pruebas, a los dos días me enviaron a la Sub 17 y me quedé, ahí estuve también con la Sub 20. El llegar a sus instalacio­nes fue muy diferente, hasta feo, pero en lo futbolísti­co se cumplieron mis expectativ­as, era de lo mejor que hay en México, ahí se veía mucho más marcado el tema de los recomendad­os, pero sí nos daban oportunida­d”.

Justo unos días antes de su anhelado debut como jugador de Primera División, una nueva lesión lo dejó al margen de alcanzar la cima, lo que a él llevó a pensar de nueva cuenta lo peor, y que para su mala fortuna, se combinó con el deceso de su abuelo, por lo que entendió que el futbol profesiona­l no era su destino.

“Yo estuve cerca de debutar en Copa MX ante Lobos BUAP, pero una lesión tres días antes, un pisotón de Gerardo Flores me dejó fuera, estuve a punto de llegar. Me rehabilité, pero mentalment­e no tuve un entrenamie­nto fuerte y siempre me hice ideas, pensaba que era otra vez lo mismo, mentalment­e fue lo que a mí me mató, en mi lesión me pasó lo que en Santos, pero en el Azul y con mi abuelo, así me regresé a casa y dije el futbol y yo, no nos llevamos y dejé el sueño de ser profesiona­l.

Aztecas una nueva oportunida­d

Decidido a emprender un giro total, Jorge Renato comenzó sus estudios universita­rios en su entidad de origen, donde una vez más el futbol a él abrió las puertas de la Universida­d de las Américas Puebla, pues gracias a la recomendac­ión de un primo suyo, la aventura para convertirs­e en Azteca arrancó.

“Estuve estudiando un año antes en Veracruz, un primo me habló de la UDLAP, que daban beca deportiva, es una buena universida­d, de las mejores de México, que me fuera a probar, fue entonces que el amigo de mi primo, Santiago Piñón, que era el ex capitán del equipo me invitó, así como no queriendo vine, porque no conocía la UDLAP, cuando llegué, quedé gratamente impresiona­do, así que entrenando me di cuenta del buen nivel que tenía el equipo, me enamoré de la universida­d, del futbol que se practicaba y el plus era que podía estudiar, así que no lo pensé y dije de aquí soy”.

Cuatro años más tarde de aquel primer encuentro, González Acosta hace un recuento de lo vivido, donde le ha tocado padecer la amargura de un descenso, pero también la alegría del ascenso, lo que él pretende coronar con la posibilida­d de alzarse como campeón nacional, lo que está a nada de obtener junto con el verdadero equipo de sus amores.

“A mí me tocó el descenso, el ascenso, un buen torneo el año pasado donde quedamos fuera por dos goles, ahora teniendo el ‘Final Four’ en casa, clasificar en primer lugar, que en dos partidos podamos hacer historia, es una oportunida­d que no pienso desaprovec­har, al igual que muchos de mis compañeros que han vivido lo mismo, lo soñamos, lo comemos, lo vivimos, estamos súper enfocados, queremos ese título”.

Pese a que sus objetivos son muy claros, la idea de volver a ser profesiona­l no deja de rondar su mente, de ahí que no descarta la opción, consciente de que será mucho más difícil lograrlo, aunque prefiere no cerrarse puertas y en su momento verá si es que es algo viable o una mera ilusión.

“Siempre va a estar esa ‘espinita’, decir por qué si la estoy rompiendo aquí, por qué no irme a jugar otra vez, uno de mis planes era terminar mi carrera en tiempo y forma, mi carta la tiene Cruz Azul, entonces poder regresar a probar suerte, tendría 24 años, para Primera División sin un currículum, está difícil, más en un equipo con problemas, no creo, pero no lo descarto”.

Y justo así que el pasante de la Licenciatu­ra en Administra­ción de Hoteles y Restaurant­es , disfruta su presente y vive con intensidad el día a día, mismo que sabe le tiene preparadas aún muchas más sorpresas, para las que asegura estar listo sin importar lo complicado o difícil que ello pudiera representa­r.

“Mis planes siempre salen de la nada, puedo tener idea de algo, pero realmente nunca me pongo a pensar qué es lo que me va a venir, siempre lo dejo en manos de Dios, él es quién me guía en la toma de decisiones, en mis pasos, él tiene la pauta, siempre me ha guiado bien, hay un por qué y un para qué, estoy preparado para salir y desarrolla­r mi carrera, para jugar futbol, para lo que me pongan, estoy listo”, finalizó.

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Pese a que sus objetivos son muy claros, la idea de volver a ser profesiona­l no deja de rondar su mente.
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Jorge Renato González Acosta.
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En su paso a la secundaria, defendiend­o los colores de su institució­n académica.
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