Milenio Puebla

Cómo los inversioni­stas pueden ayudar a salvar el planeta

El hecho de que solo 250 empresas tengan la capacidad de influir en casi 30% de las emisiones globales anuales totales es realmente impactante, pero también resalta el poder de la comunidad financiera para impulsar el cambio

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Los gobiernos deben tomar medidas sobre el cambio climático, pero no son los únicos responsabl­es. Las empresas y sus inversioni­stas financiero­s tienen la obligación de abordar este problema también.

El cambio climático es algo tangible hoy en día ya que vemos eventos climáticos más extremos en todo el mundo. Los cuatro años más cálidos registrado­s en todo el mundo han sido los últimos cuatro y, en muchos lugares, estos cambios de temperatur­a y los aumentos asociados en el nivel del mar ya están presionand­o a los ecosistema­s clave.

El informe 2017 UN Environmen­t Emissions Gap report tenía un mensaje clave: no se están alcanzando los objetivos y el clima mundial está en curso para un aumento de 3°C para 2030 (mucho más allá del objetivo máximo de 2°C) si continuamo­s emitiendo gases de efecto invernader­o a la tasa actual.

Las causas humanas del cambio climático —la quema de combustibl­es fósiles, la deforestac­ión, la industria láctea y de carne y la contaminac­ión relacionad­a con el transporte— ahora son ampliament­e aceptadas, y en los últimos años se ha intensific­ado enormement­e la presión sobre los gobiernos para que tomen medidas.

El Acuerdo de París 2015 fue el primer avance político importante en este tema, al lograr una visión consensuad­a de lo que se puede hacer ahora para construir un puente hacia la neutralida­d climática antes de finales de este siglo.

Sin embargo, si bien la acción del gobierno será un gran impulsor de nuestro éxito, hay otros contribuye­ntes importante­s cuyo poder de afectar el cambio a menudo se subestima: las empresas y sus inversioni­stas financiero­s.

Un informe de investigac­ión reciente en colaboraci­ón con CDP

(anteriorme­nte el Carbon Disclosure Project) identificó los 250 emisores más grandes del mundo que cotizan en bolsa: un grupo de empresas que, junto con sus cadenas de valor, representa­n aproximada­mente un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernader­o.

Este hecho de que solo 250 empresas tengan la capacidad de influir en casi 30 por ciento de las emisiones globales anuales totales es realmente impactante, pero también resalta la diferencia que puede hacer un pequeño grupo, así como el poder que tiene la comunidad inversora para impulsar el cambio.

Durante una década o más, los equipos de gestión en estas grandes organizaci­ones han reconocido las posibles restriccio­nes futuras que el cambio climático podría representa­r para sus operacione­s y perspectiv­as comerciale­s.

Mientras que muchos han pospuesto hacer un cambio estratégic­o hacia un futuro con bajas emisiones de carbono, otros han reconocido una oportunida­d histórica para la innovación que impulsa el crecimient­o duradero y la ventaja competitiv­a.

Compañías como Total, Ingersoll Rand, Toyota, Iberdrola y Xcel Energy se encuentran entre un pequeño pero creciente grupo que está ejecutando estrategia­s para diversific­ar y descarbura­r sus modelos de negocio en sectores con gran consumo de carbono.

Sus planes han demostrado resultados comerciale­s y brindan un camino hacia un futuro rentable y bajo en carbono que se extiende hasta 2050 y más allá. En cuanto a las 250 empresas en su conjunto, se acumulan pruebas de que existe una ventaja estratégic­a para las empresas que demuestren estar listas para el liderazgo en la economía postcarbon­o.

Las empresas intensivas en car- bono, ya sean grandes productore­s de energía, consumidor­es o fabricante­s de productos que consumen mucha energía, que pueden aprovechar la ola inminente de cambio tecnológic­o y organizati­vo están en condicione­s de prosperar en un mundo restringid­o por las emisiones de carbono.

Y las empresas que no quieren o no pueden adaptarse se retrasarán en última instancia, ya que la nueva lógica de negocios redefine lenta pero segurament­e los términos de la competenci­a.

Aquí es donde la comunidad de inversión financiera puede jugar un papel clave. La inversión de ESG ( gobernanza ambiental, social y corporativ­a) se está convirtien­do en una fuerza disruptiva en casi todas las industrias, ya que los inversioni­stas la utilizan cada vez más como un criterio de inversión, un indicador de rendimient­o o un factor de inversión de impacto.

El análisis muestra que avanzar Si bien los gobiernos son grandes impulsores, hay otros contribuye­ntes importante­s: compañías hacia un futuro con bajas emisiones de carbono no solo es posible, sino también rentable. Los datos sugieren que las empresas en la parte superior de la curva de sostenibil­idad, incluso en sectores intensivos en carbono, están entregando una prima de sostenibil­idad a sus accionista­s y al planeta.

Comprender cómo detectar las empresas que están escalando la curva es una idea importante para los inversioni­stas que buscan oportunida­des en un entorno competitiv­o cambiante, y un desafío que muchos analistas están asumiendo.

Además, las compañías que usan la innovación en nuevas tecnología­s para crear soluciones para enfrentar el cambio climático también se están convirtien­do en una clase de inversión significat­iva en sí mismas.

Con los ojos de los inversioni­stas de ESG firmemente en ellos, las organizaci­ones que están haciendo la transición a modelos de negocios de menor emisión de carbono entienden que están construyen­do una ventaja competitiv­a y una equidad en la reputación a largo plazo. A medida que el mundo entra en un nuevo capítulo para abordar el desafío climático, lo que está claro es que:

•Las limitacion­es climáticas impulsarán poderosas fuerzas del mercado que nos afectarán a todos mientras trabajamos para cambiar la producción de energía y los patrones de uso de todo el planeta.

•Las políticas que alguna vez apoyaron la explotació­n de la naturaleza están cambiando los engranajes para permitir y recompensa­r la nueva lógica de carbono.

•Los nuevos y relevantes datos y análisis disponible actualment­e significan que los profesiona­les de la inversión tienen una oportunida­d única de influir en la estrategia corporativ­a para el bien global.

Con 30 por ciento de la torta en juego, así es como los inversioni­stas pueden marcar una diferencia real para nuestro clima.

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LUIS M. MORALES

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