Milenio Puebla

“El butoh desafía este tiempo desbocado”

“Este concepto hace referencia a lo invisible: no podemos ver el alma, los fantasmas o la atmósfera, pero existen”, asegura el maestro del género

- Verónica Díaz/

Tadashi Endo muestra una fotografía donde se le ve frente a un imponente caballo. Ambos se observan. Cuenta que durante una estancia en Budapest estuvo en una granja cerca de la cual había un rebaño de caballos salvajes; cuando el bailarín quiso acercarse a tocarlos, todos los animales se alejaron, pero solo uno, el de la imagen, respondió con resoplidos al canto en japonés que inició el hombre después de decirle: “Ven a cantar conmigo”.

El relato no podría ser más oportuno porque la más reciente visita de este actor y bailarín de butoh es para, entre otras actividade­s, presentar una obra titulada Maboroshi, palabra japonesa que se refiere a fantasma, sombra o alma. “Este concepto se refiere —explicó en conferenci­a de prensa— a lo invisible: no podemos ver el alma, los fantasmas o la atmósfera, pero sabemos que existen. En la danza, por ejemplo, todos podemos ver el cuerpo, que tenemos dedos, piernas, y observar el movimiento y seguirlo, pero a mí no me interesa mostrar el movimiento sino exhibir lo invisible, que es el alma. “¿Cómo puedo mostrarlo? En ocasiones, cuando estoy danzando puedo percibir en la audiencia que algo sucede; puede ser que algunas personas empiecen a llorar o abren más sus ojos, y en ese momento está pasando algo”.

El bailarín de 70 años, que ha visitado México cuatro veces, presentará­Maboroshi mañana y el martes en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque. Además se presentará en el Centro de las Artes de San Agustín, Oaxaca, donde impartirá un taller.

Tadashi Endo también explicó que su propósito al bailar es “escuchar a mi cuerpo. Lo que me interesa es el momento cuando la audiencia no puede explicar lo que vio; me gusta mucho cuando termino una pieza y que no inmediatam­ente la gente responda con aplausos, sino tener la sensación de que la audiencia está imbuida en esta atmósfera extraña, en esta especie de trance. Es ese momento en el que las personas pueden recordar su propia vida, sus pérdidas, pensar en los niños, animales, recordar un gran paisaje. Eso es lo que a mí me interesa”.

También hizo el recuento de algunas de sus incursione­s en otras disciplina­s como el teatro, la ópera y el cine. Hace cuatro años, por ejemplo, participó en Don Giovanni, montaje de la Ópera de Hamburgo dirigido por Doris Dörrie, en el que representó una especie de catrina que se lleva al infierno al personaje central.

Asimismo, recienteme­nte participó en la versión cinematogr­áfica de Lucaselmaq­uinista, que se perfila como la película infantil más cara en la historia de Alemania con un presupuest­o de 25 millones de euros y alrededor de 5 mil personas en el staff. En esta cinta el bailarín interpreta a un sabio chino. Todas esas son rutas que le permiten a Endo apelar a aquello que lo ha movido en toda su trayectori­a artística, ese momento en que lo invisible permite la comunión entre los seres, como aquella imagen del caballo, al cual los granjeros llamaban Bailarina. “Cuando bailo butoh siento que se trata de ir contra este tiempo, contra la velocidad de esta época. Ahora todo cambia demasiado rápido, estamos sumergidos en la moda, las computador­as. La vida humana ha cambiado mucho. Todo está globalizad­o, pero el butoh está en contra de eso, pensando en el alma, por ejemplo. Ahora que murió el gran científico Stephen Hawking, hay que mencionar que en su último discurso no habló de grandes hallazgos sino más bien del amor. Eso es lo que pienso que debemos recordar continuame­nte”, expresó Endo.

Por eso mismo concibe su arte no solo como una disciplina: “No es solo danza, es la vida”, resumió para explicar la manera en que ha construido su obra, a la cual engloba en el concepto butoh mah. Esto significa “en medio”, y hace alusión a su condición de ciudadano del mundo porque, aunque vive en Alemania, en casi todos los países lo reconocen como originario de Japón, excepto en ese país, donde es presentado como alemán.

Esto se refleja en sus presentaci­ones ya que, dijo, el butoh le ha dado el coraje para experiment­ar y superar sus propios límites: “No tengo el cuerpo convencion­al de bailarín, aunque sí soy original”.

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JORGE GONZÁLEZ

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