Del genoma indígena mexicano
La investigación arroja respuestas sobre herencia física, demográfica, histórica y cultural; muestra cómo se colonizó el país y qué grupos se interrelacionaron
Analizar el genoma de los habitantes originarios de América no solo ayuda a entender mejor por qué enfermedades como la diabetes parecen afectar más a los mexicanos, también arroja luz sobre cómo los primeros humanos llegaron al continente, cómo se colonizó el país o qué grupos se interrelacionaron.
“Así de amplias son las respuestas que se derivan de este trabajo”, expuso Alejandro Garcíarrubio, del Instituto de Biotecnología campus Morelos de la UNAM, al referirse a una investigación mexicana—encabezada por el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen)—, cuyos resultados fueron publicados en elegidos fueron padre, madre e hijo, y sirvieron como individuos de control. “La tarea no fue sencilla; debíamos constatar con 95 por ciento de certeza que 99 por ciento del genoma de las personas a analizar era indígena. Es tan difícil hallar sujetos con tales características que, aunque consideramos decenas de candidatos por etnia, al final tuvimos que aceptar a un par fuera del rango por tener 98 por ciento de información amerindia y dos por ciento de herencia europea”, detalló.
Después tomaron muestras de sangre para extraer el ADN de 12 indígenas, no sin antes obtener un consentimiento informado. “Esta parte también tuvo sus trabas: debíamos llegar con folletos y hacer esto entendible a gente que, con frecuencia, no habla español y tiene una escolaridad muy baja”, recordó el experto.
El material secuenció en Estados Unidos y se analizaron por computadora los genes en México. La población de América es la más reciente en cuanto a ocupación continental y se sabe que se dio cuando grupos provenientes de Asia atravesaron —más de una vez— el estrecho de Bering. “Uno de los resultados más importantes del estudio es confirmar que los indígenas de México presentan una uniformidad genética, lo que corrobora que todos son producto de una sola migración y, además, de una conformada por muy pocos individuos... Es cierto que hay un origen común, pero también diferencias entre etnias, y esto nos da pistas de por qué”, señaló Garcíarrubio.
Entre las conclusiones más notables, destaca la relacionada con los pueblos del norte, que por haber mantenido comunidades pequeñas y un carácter nómada, son muy distintos a los del resto del país. “Eso también explica el hallazgo funcional más importante del trabajo: la identificación de genes vinculados con el desarrollo muscular y la capacidad física “Debimos constatar con 95 por ciento de certeza que 99 por ciento del genoma era originario” Hallan genes vinculados con la capacidad física y el desarrollo muscular de los tarahumaras de los tarahumaras”, explicó el experto. “Es un hallazgo interesante porque hay pocos ejemplos similares en la literatura mundial y es equiparable a la adaptación a la altura entre los incas y tibetanos”, señaló.
Respecto a la parte central de México, Garcíarrubio observó que éstos se mantuvieron separados y comenzaron a mezclarse de forma reciente (en el último milenio). “Por su parte, los mayas presentaron una gran heterocigosis, concepto que nos habla de qué tan grande es la comunidad de la cual se obtiene un individuo; en este caso, los datos señalan un gran éxito poblacional. Se calcula que en la época clásica llegaron a ser 5 millones, lo que explica el gigantesco pool genético, contrario a lo observado en el norte”.
De la secuenciación también se obtuvieron datos médicos que verifican muchas cosas en las que ahondará el Inmegen en los años por venir. “Eso es lo que se esperaría de un estudio con estas características; lo sorprendente es la cantidad de información que arrojó acerca de cómo se pobló el continente, cómo nos conformamos, sobre nuestra historia y sobre nosotros”.