La moral y la palabra
Hace seis años, Federico Reyes Heroles seleccionó y prologó una pequeña joya que se llama Periodismo, donde recoge lo que Alfonso Reyes escribió del periodismo y algunos textos periodísticos del gran poeta, ensayista, narrador y pensador mexicano.
No está mal en estos días aciagos releer algunas cosas.
Cito de “Grandeza y miseria de la palabra”, de 1943.
“El abuso de la palabra no solo es efecto de un desgaste inconsciente, sino de una intención puesta al servicio de razones extrañas al asunto, sean pasión o dinero, o hasta fruto de la improvisación de un oficio para cual no se requiere patente alguna y cuyos desmanes quedan en la impunidad absoluta…
“Y no se trata — claro está— de una mera cuestión de gusto. No; la función de la palabra es eminentemente moral. A través de ella se establece esa contextura nerviosa que se llama sociedad humana. No se vive sin palabras. Más aún, en el orden auténticamente humano, sólo se vive por las palabras. Medítese un poco en el verdadero río de palabras que cruza nuestra mente en cuanto pensamos en la religión, en la verdad, en la nación, en la ciudad, en la familia, en la conducta, hasta en el negocio.
“Y el peligro de usar las palabras sin probidad sube de punto y se multiplica fantásticamente en proporción a las facilidades mecánicas conquistadas por la industria para lanzar frases al público, constantemente y a todas horas, por el periódico, por la radio, etcétera. La obra de Tucídides sobre las guerras del Peloponeso — obra inmortal que todavía nos asombra y donde todavía aprendemos— cabe en un número diario del Times de Londres, cuyo destino a la caída de la tarde es el basurero.
“No dijo ninguna paradoja el sabio chino Lao-Tse cuando, preguntado sobre cuál sería su primer acto, si recayeses en él la dura obligación de gobernar a su pueblo, contestó, no sin haberse sumergido en un largo mutismo reflexivo:
“— Mi primer acto sería citar una ley sobre el verdadero significado de todas las palabras”. No está mal para estos días.
Periodismo es una coedición de la Fundación para las Letras Mexicanas, el Tecnológico de Monterrey, y el Fondo de Cultura Económica.
Gracias por el regalo, Federico, útil para estos tiempos.