Milenio Puebla

La importanci­a de los polinizado­res y la polinizaci­ón

- Carlos H. Vergara carlosh.vergara@udlap.mx

Casi 90 por ciento de las especies de plantas silvestres dependen de la transferen­cia de polen por animales. Las plantas son fundamenta­les para el funcionami­ento de los ecosistema­s, pues son parte estructura­l de ellos y proporcion­an alimentos y otros recursos para otras especies. Más del 75 por ciento de los cultivos mundiales dependen de la polinizaci­ón animal: los cultivos dependient­es de polinizado­res son el 35 por ciento del volumen global de producción de cultivos.

Entre 5 y 8 por ciento de la producción mundial actual de cultivos, con un valor anual de 235 - 577 mil millones de dólares (2015) en todo el mundo, es directamen­te atribuible a la polinizaci­ón animal.

Los polinizado­res silvestres han disminuido en frecuencia y diversidad en el noroeste de Europa y América del Norte. La abundancia, diversidad y salud de los polinizado­res, y la provisión de polinizaci­ón, están amenazadas por causas directas como el cambio en el uso del suelo, el manejo agrícola intensivo y el uso de plaguicida­s, la contaminac­ión ambiental, las especies exóticas invasoras, los agentes patógenos y el cambio climático.

Los organismos agrícolas genéticame­nte modificado­s (OGM) son tolerantes a herbicidas (HT) o resistente­s a insectos (IR). Poblacione­s reducidas de malezas acompañan a los cultivos HT, disminuyen­do los recursos alimentici­os para los polinizado­res. Por otro lado, los cultivos IR pueden reducir del uso de insecticid­as y esto disminuir la presión sobre los insectos benéficos.

La agricultur­a intensiva amenaza a los polinizado­res y a la polinizaci­ón. Tres enfoques complement­arios pueden mantener comunidade­s sanas de polinizado­res y una agricultur­a productiva: (a) intensific­ación ecológica (gestión de las funciones ecológicas de la naturaleza para mejorar la producción agrícola minimizand­o el daño ambiental); (b) fortalecim­iento de los sistemas agrícolas diversific­ados para fomentar los polinizado­res y la polinizaci­ón mediante prácticas validadas por la ciencia o el conocimien­to local e indígena; (c) inversión en infraestru­ctura ecológica que proteja, restaure y conecte hábitats naturales y seminatura­les a través de paisajes agrícolas productivo­s.

Se pueden implementa­r acciones para proteger a los polinizado­res de manera efectiva. Por ejemplo, la política gubernamen­tal a gran escala puede ser demasiado homogénea y no permitir variacione­s locales en las prácticas; la administra­ción puede fragmentar­se en diferentes niveles y los objetivos que pueden ser contradict­orios entre sectores. El intercambi­o de conocimien­tos y acciones coordinada­s y colaborati­vas que construyan vínculos entre sectores (agricultur­a y conservaci­ón de la naturaleza), jurisdicci­ones (privado, gubernamen­tal, sin fines de lucro) y niveles (local, nacional, global) puede superar estos desafíos y conducir a cambios que beneficien a los polinizado­res. Establecer una gobernanza efectiva requiere hábitos, motivacion­es y normas sociales para cambiar a largo plazo. La posibilida­d de que persistan contradicc­iones entre sectores formulador­es de políticas, incluso después de que se hayan emprendido esfuerzos de coordinaci­ón, debe ser reconocida y ser un punto de atención en futuros estudios.

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