Las campañas después de las comparecencias
Lo relevante es que en los medios se cuestione a los candidatos sobre los temas fundamentales de sus trayectorias y propuestas, no asuntos francamente menores como situación en las encuestas o problemas de campaña, aspectos de interés, pero de poca releva
En las contiendas democráticas por el poder, importa tanto el candidato como el entorno. Hay una tendencia natural que complica el voto por el partido gobernante, lo cual es una realidad que recorre a todo el mundo y que lleva a explicaciones estructurales, más allá de lo que está haciendo un gobierno en particular. Esta nueva situación tampoco se explica solo como efecto de la comunicación digital en los nuevos patrones de información y participación políticas. En realidad, hay una doble circunstancia que impacta la política: la crisis del sistema de representación y el surgimiento de una nueva sociedad, más exigente, insatisfecha y cada vez más demandante.
Por lo anterior, el escrutinio público y el debate actual se presentan en este contexto: candidato y entorno. Y es, precisamente, por la crisis del sistema en su conjunto y por las nuevas expresiones sociales que lo disruptivo cobra mayor relieve electoral. Lo mismo funciona para que Reino Unido abandone la Unión Europea, para que los nacionalismos conservadores ganen asientos en los parlamentos europeos o cobren fuerza como en Cataluña o Escocia, como para que se rechace el referendo por la paz en Colombia o se lleve al poder a personajes como Donald Trump. En Nuevo León, en 2015, la victoria electoral de ElBronco se explica también a partir del contexto, más que de los atributos del personaje.
El éxito de López Obrador tiene mucho que ver con el entorno: su propuesta es claramente premoderna, antiliberal y, en muchos aspectos, conservadora; sin embargo, su oposición a lo existente y su denuncia a la corrupción son celebradas por sus seguidores y le generan un impulso más allá del mérito personal o partidario. Las dificultades que encara Meade se explican por la misma consideración: el mérito de trayectoria, sus atributos personales y la calidad de su propuesta se ven obstaculizados por la asociación que se hace de él con el estado de cosas y el partido que lo postula, aunque sea un candidato diferente al político partidista convencional.
La afectación del ambiente de irritación no solo alcanza a los candidatos, también a los partidos. La virtud de Morena es que se le asocia al proceso de ganar el poder desde la oposición, no al de su ejercicio —que no ha experimentado—, pero eso es cuestión de tiempo, como le sucedió en su oportunidad al PAN. Morena, más temprano que tarde, con el acceso al poder, será objeto del desgaste propio de su ejercicio. El problema no son las personas, las siglas, ni siquiera las actitudes; el problema es el sistema que no puede dar respuesta a las expectativas siempre crecientes de los ciudadanos.
La comparecencia de los candidatos presidenciales con grupos de periodistas
Lo que revelan los encuentros es que la contienda es de tres todavía
ha sido un sano y virtuoso ejercicio de escrutinio. Es natural que haya insatisfacción de algunos; los malquerientes, porque se le dejó pasar mucho al entrevistado; los fanáticos, porque no le dejaron que exhibiera lo mucho que sabe o vale. Lo cierto es que lo que se ha hecho con MILENIO Tv y Tercer
grado de Televisa es útil y atractivo al público. Desde luego que lo visto hasta ahora es una experiencia por mejorar y depurar.
Meade ha mostrado mayor claridad y conocimiento que sus adversarios y, sobre todo, ha acreditado su sentido de integridad intelectual y personal. Se proyecta en ocasiones impaciente para dar razón y respuesta, pero resuelve bien, puntual, preciso. Andrés Manuel ha estado por debajo del nivel de apoyo que ha concitado, pero ha sido exitoso porque sus errores o fallos no han minado entre los suyos la preferencia que lo favorece. Ricardo Anaya se revela como una figura fresca, con disciplina estratégica y con capacidad para superar los cuestionamientos a su integridad y presentar argumentos para una causa difícil por el contenido de su coalición. Faltan las comparecencias de Margarita y Jaime Rodríguez. Lo relevante es que se les cuestione sobre los temas fundamentales de sus trayectorias y propuestas, no asuntos francamente menores como situación en las encuestas o problemas de campaña, aspectos de interés, pero de poca relevancia política.
Lo cierto es que, a partir del primer debate, las campañas han ingresado a una nueva etapa. El desempeño de Andrés Manuel en ese encuentro no fue consistente con la ventaja que llevaba; sin embargo, pudo reaccionar bien en el posdebate, en el sentido de cambiar el tema de conversación para minimizar sus insuficiencias y silencios. Sus adversarios no lograron fijar en el público algunos temas fundamentales que reflejan las inconsistencias e incongruencias: el patrimonio familiar, su propuesta de amnistía a los criminales y la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México.
Un aspecto relevante ocurrido en los últimos días ha sido el relanzamiento de la campaña del candidato de la coalición del PRI, a partir del relevo en la dirigencia nacional. Se advierte al interior del tricolor una renovada esperanza de crecer en las intenciones de voto, las que, por cierto, deben ser tomadas con mucha reserva cuando provienen de los estudios que se hacen de manera telefónica o digital, ya que subestiman al candidato que tiene mayor peso en las zonas rurales, por la baja cobertura de telefonía o internet. El voto por Morena es urbano y es mayor en los segmentos con instrucción superior y en el grupo de los jóvenes, más asiduos a la interacción digital. Ya en su momento se verá la precisión de dichos estudios.
Lo que revelan los encuentros de los candidatos en debates, con organizaciones y medios de comunicación, es que la contienda es de tres y que todavía hay un recorrido en el que al menos una tercera parte de los ciudadanos pueden cambiar su actual intención de voto. Asimismo, hay un volumen importante de electores que todavía no han decidido. Una baja de 6 puntos del candidato con ventaja —que no es un escenario imposible— y un incremento equivalente de quien va en el segundo o tercer sitio harían cambiar el perfil de la votación para el 1º de julio. Por eso el INE hace bien en no dejarse intimidar por quienes quisieran que les reconocieran triunfos a partir de sondeos, y al prever escenarios distintos a los que establecen las encuestas, que, ya se sabe, no son sino fotografías un tanto imprecisas del momento y de entornos que pueden variar.