Milenio Puebla

COBRAR POR TRABAJAR

“SI EL EMPERADOR ME QUIERE, QUE ME PAGUE, PUES EL HONOR DE ESTAR CON ÉL NO ME ALCANZA”: WOLFGANG AMADEUS MOZART

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El cómico Eugenio Derbez, en una entrevista con Adela Micha, dijo que “le enoja” y “le sorprende” que los jóvenes, en una entrevista de trabajo, pregunten “cuánto les van a pagar”, a lo que la Micha agregó: “Caray, trabajar con Eugenio Derbez, aunque no te paguen, porque aprendes”.

Este fragmento de la entrevista hizo que varias personas respondier­an, enfurecida­s (incluyendo a la bloguera LaMars).

A mí me parece lógico que Eugenio Derbez (o cualquiera) se enoje y se sorprenda cuando le pregunten cuánto van a cobrar, porque eso le recuerda a la parte contratant­e que a la persona contratada hay que pagarle, y eso significa que en el bar, en vez de pedir un whisky Etiqueta Negra, el empresario pedirá un whisky Etiqueta Roja, más corriente, por culpa de esa persona a la que hay que pagarle.

Es una descortesí­a traerle recuerdos dolorosos a la parte contratant­e en las entrevista­s de trabajo.

Yo trabajé gratis

En noviembre del 2008 me enteré de que mi amigo Fernando Rivera Calderón estaba planeando el programa de radio

LanocheW (por W Radio). Yo siempre había querido trabajar en radio, así que le llamé a Fer y le dije que quería estar allí, aunque no me pagaran.

Durante la semana que se realizó el programa piloto, me apersoné en la estación y grabé dos segmentos con mis personajes propuestos, uno con el ProfesorSa­belotona (un anciano borracho que contestaba todas las preguntas que le hicieran), a quien se le preguntó “¿Por qué nadie se come la tortilla de arriba?”, y él respondió: “Porque no es para comerse, es de ornato”, y otra con BigMamaTon­a (un negro funky), con quien grabé un rap sobre la fealdad de la Gordillo.

Mi amiga Verónica Maza Bustamante y yo fuimos selecciona­dos, y sí nos pagaron.

Pasado algún tiempo se dieron cuenta de quién era yo y dejaron de pagarme. Pensaron: “Con lo que le damos a éste nos alcanza para dos cubas libres”. Le dije a Fer que no importaba que no me pagaran, pero que me dejara seguir participan­do, porque me divertía. Así estuve hasta que finalizó el programa, en 2012.

Canal 40

Fue en la primera mitad de la década 2000. Yo no trabajé en ese canal de televisión, pero hice colaboraci­ones; cuando estaba en los foros, el chiste más común y cruel entre camarógraf­os, era: “Hoy sí cobramos”. Risas. El canal tenía un programa exitoso:

Ciudadcons­exo, dónde el sexólogo Rubén Carbajal hacía entrevista­s en una cama, con dos conductora­s sudamerica­nas sexys, en ropa interior: Denisse y Ana María.

Una vez, en la cafetería, escuché que Rubén Carbajal le decía a sus

sacerdotis­asdelamor: “Les juro que esta semana nos pagan”. Me quedé helado, pues si a las estrellas no les pagaban ya imaginaba lo que pasaría con los demás, incluyendo a mi querida amiga Georgina Juárez Lledias (quien me causaba ternura porque, cuando se hizo la huelga, fue a las marchas en tacones).

¿De qué vivían los trabajador­es del Canal 40? ¿Los mantendría­n sus papás? ¿Tendrían ahorros? ¿El canal les habrá dado documentos para que, al presentarl­os, les fiaran los caseros, cobradores del gas y marchantes del mercado? Un misterio sin resolver.

El alimento de los artistas

El artista romántico es como Van Gogh, que vive su mundo interior y antes de pensar en cobrar piensa en cortarse una oreja. Si ellos tienen un buen agente (como Theo, en el caso de Vincent), la obra se dará a conocer y participar­á del mercado del arte (aunque al artista no le interese el dinero). Este tipo de artista cuasimísti­co no es frecuente, sino aquel que, incluso antes que la paga antepone la fama.

La mayoría de los artistas quieren ser reconocido­s, aplaudidos, porque tiene un ego colosal que asusta a los roqueros argentinos. De ahí que un artista, probableme­nte callejero, inventara el famoso dicho: “El aplauso es el alimento de los artistas”.

De allí se han agarrado algunos vivales del mundo del arte y del espectácul­o para publicar: “No se te pagará, pero se te dará difusión”.

Ya quiero yo ver a un cirujano que le paguen con aplausos o no cobre “porque le darán difusión”.

Rock

Mi amigo el guitarrist­a Vicente Kimbi, me contó que en los años sesenta, Javier Bátiz no le quiso pagar a un baterista: “Si ya tocaste con Javier Bátiz, ¿qué más quieres?”. Posteriorm­ente, en una tocada en la que estaba Bátiz de público y el baterista tocando, le mentó la madre a tamborazos hasta que el rockstar abandonó el lugar.

Cuando canté con La capa de Batman nos pagaban con tragos, y no me parecía mal. Si nos hubieran invitado a tocar en la Mansión Playboy, segurament­e lo hubiera hecho gratis.

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KARINA VARGAS

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