Milenio Puebla

Roseanne y nuestra furia

- Twitter: @SusanaMosc­atel

E n medio de una (de varias) terrible crisis humanitari­a donde cada día más niños mexicanos son separados de sus padres en las fronteras de México con Estados Unidos, la gente se siente empoderada por Trump para decir y hacer cosas racistas y xenófobas al norte de nuestro país.

Escribo esto ahora, a poco más de un mes de nuestras elecciones, con la esperanza de que la división terrible que ellos ya vivieron ahí, no nos ocurra aquí. Y esto no se trata de apoyar o no a ningún candidato, se trata de mostrar un claro ejemplo de que a pesar de que nos sintamos llenos de razón por insultar a nuestros opositores políticos (ellos y nosotros, los ciudadanos) aún debe y puede haber consecuenc­ias por agredir al prójimo, no importa lo que las figuras poderosas digan al respecto.

“¡Que ratings los de Rosseane, ya le hablé para felicitarl­a”, dijo el actual presidente de los Estados Unidos, quien evidenteme­nte no tiene nada mejor que revisar los ratings de la tele, al principio de esta temporada. Y por supuesto, el programa de Roseanne, más ahora que hace dos décadas cuando tuvo su primer gran éxito, reflejaba mucho a ese middle

America que tanto ha defendido a Donald Trump y que tanto detesta a los “liberales aquellos” de Hollywood. Irónico, ¿quién creen que producía Roseanne, la ultra derecha? ¿Los “comunistoi­des” de la tele que nunca quieren ganar dinero? Pero les hicieron su producto y lo consumiero­n. Así como le hacemos muchos.

Mientras tanto, plagada de la misma furia que su presidente y con el mismo botón de “enviar” que no requiere pensar antes de picarlo, la comediante lanzó lo que luego consideró un chiste contra una mujer que trabajó con Obama, usando términos como El Planeta de los simios y la hermandad musulmana para describirl­a. Evidenteme­nte, la mujer siendo afroameric­ana, ya había sido motivo de otros mensajes de odio, pero este pegó fuerte.

Sí, se dio cuenta Roseanne y reculó. Pero no hay forma de recular en las redes sociales. Es imposible. Hay screenshot­s y el daño no es lo que escribió, es el odio que está detrás de ello. Lo primero que pasó es que la extraordin­aria comediante afroameric­ana Wanda Sykes renunció al programa (donde era asesora y aparecía de vez en cuando). El resto del elenco corrió a hacer lo mismo, pero ya no llegaron a tiempo. El programa había sido cancelado. ABC, empresa de Disney, no lo tuvo que pensar ni dos horas. El factor de que era su programa con más rating no influyó.

Pero sí es un factor preocupant­e. Porque el público ahí sigue y está enojado. Con todo lo que no se parezca a ellos. Enojo, enojo y entretenim­iento. Y política. Estamos en planetas paralelos.

Claro que esto nos hace pensar en cosas que han pasado aquí. El polémico tuit de Ricardo Alemán (el canal Once sí lo regresó al aire), en su momento (que nada tiene que ver con estos temas, pero causó efecto similar), la salida de Nicolás Alvarado de la UNAM tras su columna de Juan Gabriel en este periódico. Cada caso con un mundo de particular­idades. Pero ya llegamos al momento en el que un “lo siento” no es suficiente, no en un caso como el de Roseanne, donde el racismo era tal que pudo más que su éxito.

Insisto, estamos viviendo procesos similares. Aprendamos del circo de al lado para no caer en los mismos horrores, ¿no creen? Aprovechem­os que nos llevan ventaja.

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