Milenio Puebla

Coctel: drogas y racismo

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

Q uizá todo está tan tenso a mi alrededor que esto me causó más risa de lo que debería, sobre todo porque estoy convencida que un mal tuit o una mala declaració­n no debería definir el resto de la vida de nadie. Pero el fantástico caso de Roseanne Barr y su tuit racista que le costó su programa de televisión y tanto más se pone más curioso con el pasar de los días.

Vámonos directo al momento en el que ella asegura que el mensaje en contra de la ex asesora de Obama fue resultado de estar tuiteando bajo los efectos de una medicina llamada Ambien, cuya sustancia activa es Zolpidem y en México se encuentra en varios formatos controlado­s, uno de sus nombres es Stillnox.

Los que sufrimos de insomnio sabemos lo absolutame­nte desesperan­te que puede ser. Y en Estados Unidos es mucho peor, porque la televisión en la madrugada básicament­e se la pasa transmitie­ndo anuncios con lindas mariposita­s que te acompañan en tus dulces sueños si solo tomas el medicament­o. Como es ley allá, duran más las advertenci­as de los posibles efectos adversos que el anuncio mismo para la medicina que solo puede ser recetada por un doctor. Pero el hecho es el siguiente: uno de esos efectos sí es estar en un estado tipo hipnótico que en ocasiones te hace decir y hacer cosas que no recuerdas. Sobre todo si te lo tomas ¡y no te vas a dormir! Sobre todo si te quedas tuiteando.

Quienes compartimo­s este trastorno y hemos pedido ayuda médica, muchas veces nos hemos topado con esta medicina. ¿Y qué creen? Le creo a Roseanne. Estoy segura que es perfectame­nte posible que estaba bajo los efectos del Ambien cuando se puso a escribir las cosas horribles que escribió. ¿Y saben qué? ¡Eso lo hace mucho peor!

Si alguien se encuentra en semejante estado perderá la noción de sus inhibicion­es. Cosas que uno quizás no se acepta en momentos de conciencia, ahí pueden salir sin el menor problema. Y en efecto, es muy probable que al día siguiente no te acuerdes de nada.

A quien les escribe alguna vez le recetaron esa medicina y la regla era meter el celular en la caja fuerte. Bien por mí. Pero creo que en mi caso hubiera hecho las habituales estupidece­s de proclamar mi amor por algún ex, tratar de resolver la guerra en el medio oriente o simplement­e quejarme del maldito volumen del reguetón de algún vecino (no estoy diciendo que Aleks Syntek lo tome ¿eh?). Lo que sí recuerdo bien es que esos días estaba escribiend­o un texto y a la mañana siguiente amanecí con varias páginas bastante voladas (aunque, debo admitir, divertidas) de lo que según yo estaba haciendo. Por suerte no se las mandé a mi editora del momento.

A cada quien le salen sus particular­idades y traumas. Como bien dijo la compañía farmacéuti­ca: “El racismo no es un efecto secundario”. Por supuesto que no. Es algo que tienes o no tienes dentro de ti. O lo eres o no. Si crees que un chiste racista es chistoso tal vez no lo mandarías a través de las redes para el mundo en un estado normal, pero ahí sí. Así que sí le creo a Roseanne. Y no se ayudó ni tantito.

¿En lo personal? No me volví a acercar a ese medicament­o. Será una bendición para muchos pero la verdad sí me asusté. El insomnio es un trastorno grave y sí hay que pedir ayuda, pero más allá de ejercicio, buena alimentaci­ón, respiracio­nes y lo que sea necesario según el doctor, le recomiendo a la actriz que compre gomitas de melatonina. No hacen daño y son deliciosas. (Consulte a su médico).

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