Y, pues sí, habrá nuevo aeropuerto. (Slim sonríe)
Ayer, Juan Pablo Castañón habló sobre la reunión de los empresarios con Andrés Manuel López Obrador. Y habló del aeropuerto.
Dijo: “El día de ayer en el diálogo nos encontramos con una postura de Andrés Manuel de que es viable y conveniente el aeropuerto de Ciudad de México, de que veamos cómo lo podemos financiar”.
Y agregó: “Eso nos parece que enriquece la visión de un México moderno, de un México con futuro que genere opciones, que requiere productividad y competitividad a través de instalaciones logísticas”.
Si me gustara apostar, apostaría un viaje a alguna playa, saliendo del NAIM cuando exista, a que si gana López Obrador habrá nuevo aeropuerto.
Y también que el esquema de financiamiento de la obra, concesión o alguna otra manera, evitará gasto del gobierno federal y será de la iniciativa privada.
Al final, en este lío terminó mostrándose el López Obrador pragmático —diría Héctor Aguilar Camín; no sin antes haber visto el López Obrador del conflicto.
Después de años, literalmente, de decir que ese aeropuerto no servía para nada, que no era viable, que se hundía, etcétera; de repente, el 16 de abril, Carlos Slim dio una larga conferencia de prensa para defender el NAIM, del que es uno de los mayores contratistas y que codiseñó su yerno. Entre lo que dijo fue que no entendía por qué esa obra no se había dado bajo concesión, ya que la inmensa mayoría de los aeropuertos del país operan bajo ese esquema.
Esa misma tarde, López Obrador dijo que si Slim estaba dispuesto a invertir el mucho dinero que se necesita para la obra, él se lo concesionaba en caso de llegar a la Presidencia. Y vaya a usted a saber por qué un día después, el director del Grupo Aeroportuario, entidad que está haciendo la obra, dijo que sí, que es viable y no veía problema en que si así lo decidía el gobierno sí se puede concesionar.
Desde entonces, López Obrador subió la apuesta: “Si es negocio, como ellos sostienen, nos ponemos de acuerdo, se hacen licitaciones y se concesiona (...) ellos tienen con qué. Los que ganaron los contratos tienen bastante dinero, no son pequeños o medianos, son muy grandes empresarios, son inversionistas de altos vuelos”.
Aquella noche de abril, en el noticiario, dije de broma que tal vez habíamos visto la entrega de una concesión en público y en televisión nacional.
Creo que la broma se hizo realidad.