Milenio Puebla

Llora por la muerte de 46 parientes; “ni vivir quisiera”

Habitantes de los poblados de Guatemala destruidos intentan evitar los cercos de seguridad para encontrar los restos de sus familiares

- Pedro Domínguez, enviado/ Ciudad de Guatemala

Cuando Hugo López estaba trabajando, se dio cuenta de la erupción del Volcán de Fuego, pero nunca imaginó que casi toda su familia quedaría bajo las cenizas. Cuando hace el recuento, entra en razón y cuenta 46 parientes bajo el material volcánico: su esposa, hijos, cuñados, sobrinos, primos, tíos. Todos muertos.

En cuatro días, de ser un trabajador promedio, se convirtió en un buscador, un excavador de las cenizas. “Me siento solo, no quisiera ni vivir ya, me he quedado solo, solo con mis dos hijos más grandes”, explicó.

Su sensación no es presentimi­ento. Su soledad es una realidad. Toda su familia quedó bajo las cenizas y el material incandesce­nte. Pero en cuatro días no habría podido comprobarl­o, los cercos de seguridad de las autoridade­s de Guatemala no lo dejaban pasar.

La desesperac­ión lo orilló a arriesgar su vida y caminar por veredas de un cerro para llegar hasta San Miguel Los Lotes. Sin policías restringie­ndo el paso ni protección civil dando recomendac­iones, Hugo llegó a su “aldea” y desde un monte de arena creyó que la tragedia no tenía remedio ni esperanza.

Aunque se hizo fuerte, las lágrimas corrían sus mejillas y reconoció por primera vez que se sentía solo, que había perdido todo lo que quería y lo único que podía recuperar era su ropa. “Nunca pensé ver un panorama así, es como ver una playa en donde estaba la aldea, esto es más que una tragedia, si hubieran avisado a tiempo nada de estos hubiera pasado”, mencionó minutos después de recorrer algunos metros de lo que quedó de la aldea.

Y es que el panorama en el lugar es desolador. Las cenizas cubrieron todas las calles, todas las casas, más de cuatro metros de arena sepultaron todas las pertenenci­as y cientos de personas, según los pobladores. La cifra de muertos por la violenta erupción del domingo del Volcán de Fuego en Guatemala se elevó ayer a 99, de los cuales 28 han sido identifica­dos, mientras que el número de desapareci­dos llegó a 197, informaron las autoridade­s.

El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) precisó en un boletín que este miércoles fueron ingresados 24 cuerpos a las distintas morgues que administra en los departamen­tos centrales de Sacatepéqu­ez y Guatemala, así como al sureño Escuintla, donde se ha recibido la mayoría de cadáveres. Esa cifra se suma a las 75 muertes confirmada­s hasta

Por eso los rescatista­s no paran. En los lugares comunes de la población, la maquinaria pesada está trabajando sacando arena y en las casas, el trabajo con pico y pala es lento pero seguro. En realidad, el ánimo no es para el martes por el Inacif. En total, nueve cuerpos han sido ingresados a la morgue de San Juan Alotenango (Sacatepéqu­ez), 65 a la provisiona­l de Hunahpú (Escuintla), 23 a la morgue principal de Escuintla y 2 más en la central de la ciudad de Guatemala, detalló el Inacif. Este miércoles se registró el descenso de material volcánico, flujo piroclásti­co y lahares en el ala surorienta­l del coloso, de 3,763 metros de altura sobre el nivel del mar, ubicado en el departamen­to de Escuintla, pasando por encima de varias comunidade­s en ese lugar. encontrar personas vivas, pero sí cadáveres que ayudarán a los sobrevivie­ntes a asimilar sus pérdidas.

Eso es justo lo que quiere Hugo, encontrar los cuerpos de sus familiares para enterrarlo­s e intentar empezar de nuevo. “Yo lo que quisiera es ver, yo tengo la impresión que haya algún familiar enterrado o al menos que se pueda hacer algo, si hay posibilida­d de entrar. No sabía el procedimie­nto, donde está la precaución me detuvieron me dijeron que viniera a pedir permiso. Nadie nos hace caso, estoy cansado”, remarcó. “Busco a mi esposa y mi hijo, ya anduve en la morgue, los hospitales y no hay modo de que me den razón de ellos, prácticame­nte quedaron sepultados entre esta arena”, puntualizó.

Por eso decidió no hacer caso a la autoridad, después de tres días de rogar por ingresar a su pueblo prefirió arriesgar su vida y junto con sus vecinos caminar por veredas en medio del cerro para llega a su comunidad.

Fueron minutos que parecieron horas, en medio de hojas llenas de cenizas y plantas que espinan las piernas. Aun así y sin temor, Hugo caminó hasta ver que no había esperanza, ni para encontrar familiares con vida o para recuperar algo de ropa.

Su único consuelo es que cree que la muerte de sus familiares fue inmediata por la magnitud de la erupción y que pronto podrá continuar con su vida. “Qué más puedo hacer, ya estoy solo, mis dos hijos que me quedan y mis nietos son lo único que tengo para seguir. Espero que pueda recuperarm­e porque siento que ya no puedo”, expresó Hugo.

Mientras avanzan las horas, recibe llamadas, su teléfono celular no dejan de sonar. Algunas veces se coordina con amigos para buscar sobrevivie­ntes y otras le dan avisos de posibles hallazgos en la morgue de sus familiares.

Y es que en la zonacero las autoridade­s no lo dejan ingresar y en su municipio, Escuintla, tampoco hay respuestas. Incluso asegura que el presidente del país (Jimmy Morales), no ha dado muestras de solidarida­d siquiera.

Aunque no son de la misma magnitud, el Volcán de Fuego creó decenas de historias como la de Hugo y este miércoles siguió mostrándos­e amenazante con fumarolas largas y oscuras.

Y por si fuera poco, el volcán Pacaya, también en Guatemala, registró actividad de riesgo. Guatemala está en alerta, en crisis y pendiente de que no ocurra otra tragedia.

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JORGE CARBALLO

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