El fanatismo tóxico
Ser parte de universos emblemáticos como Star Wars o Avengers para muchos es un sueño hecho realidad. Pero cada vez más seguido, se está convirtiendo en una pesadilla para los actores que participan en las nuevas propuestas que cada año nos llegan (en gran parte gracias a Disney) como reloj suizo.
Claro, hay casos en los que los actores son tan profesionales y evidentemente aptos para manejar las situaciones que nada parece afectar. Por ejemplo, no pude dejar de maravillarme al ver lo espectacular que Josh Brolin es para manejar el tema de los fans en la alfombra roja de Sicario 2: El día del Soldado. Los chavos traían dvd de Sicario, la primera parte, pero también parafernalia de Cable
(Deadpool) Thanos (Avengers) y bueno, hasta de Goonies (que fue en 1985). Lo increíble es que firmaba todo, manejaba (igual que Benicio del Toro) las selfies como un maestro y hasta parecía estar gozando del proceso a pesar de uno que otro grito histérico de los fans.
Hasta ahí está bien. Supongo que viene con la chamba. Y, cómo me dijo Benicio de Toro, ellos son veteranos, ya se la saben. Hasta cómo hacer que el público más difícil caiga a sus pies con una mirada o una referencia. ¿Pero qué hay de quien no? Hace varios días Kelly Marie Tran, de
Solo, dejó las redes sociales por el acoso que estaba recibiendo. Temas de racismo a todo lo que dan. Y de sexismo. El fanatismo es peligroso, ya sea que se trate de religión, patria o héroes de la pantalla y estamos llegando a un extremo en el que realmente la pesadilla de ser insultado y amenazado pareciera ser parte de lo que uno compra con el trabajo de la fama. Sobre todo, cuando se trata de proyectos emblemáticos. Y claro que no lo es.
Otro que sufrió de lo mismo fue John Boyega, el primer rostro que vimos en los promos de esta nueva vuelta de historias
de las Galaxias. En su momento pasó por lo mismo debido a que muchos “directores de casting de sillón” no les pareció la decisión de que un hombre afroamericano tuviera un papel importante en la serie.
Boyega ya dijo lo más importante defendiendo a la joven Kelly Marie, “no importa que hayan comprado un boleto. Si llegan de una manera agresiva no son merecedores de amabilidad”. Y tiene toda la razón.
Hay mucho vacío existencial en este mundo. Demasiado enojo. Y mientras que nosotros lo vivimos hoy en día cuando discutimos sobre los candidatos presidenciales, el fenómeno está en todos lados. Hay mucho fanatismo tóxico donde sea que se vea. Ya sea con temas trágicos como los suicidios de alto perfil que hemos vivido tristemente en las últimas fechas, como con cosas que solo deberían traer un buen rato y un impulso al talento, como las ceremonias de premios. Bueno, hasta en casos como Luis Miguel:
La serie, el tema de los insultos a los que admitimos que nos divierte horrores (y vaya que somos muchos) de parte de los que gozan de una auto diagnosticada “superioridad intelectual”, porque no la ven (es la historia de toda la vida).
Sí, el anonimato en las redes ayuda a este triste fenómeno, pero he visto demasiadas alfombras rojas, personas lastimadas y gritos iracundos porque algo no es percibido de la manera que otro quisiera. Y si estamos así en nuestro entretenimiento ¿qué podemos esperar de la política? No odiemos tanto. Nos está, literalmente en algunos casos, matando.