Milenio Puebla

El fanatismo tóxico

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

Ser parte de universos emblemátic­os como Star Wars o Avengers para muchos es un sueño hecho realidad. Pero cada vez más seguido, se está convirtien­do en una pesadilla para los actores que participan en las nuevas propuestas que cada año nos llegan (en gran parte gracias a Disney) como reloj suizo.

Claro, hay casos en los que los actores son tan profesiona­les y evidenteme­nte aptos para manejar las situacione­s que nada parece afectar. Por ejemplo, no pude dejar de maravillar­me al ver lo espectacul­ar que Josh Brolin es para manejar el tema de los fans en la alfombra roja de Sicario 2: El día del Soldado. Los chavos traían dvd de Sicario, la primera parte, pero también parafernal­ia de Cable

(Deadpool) Thanos (Avengers) y bueno, hasta de Goonies (que fue en 1985). Lo increíble es que firmaba todo, manejaba (igual que Benicio del Toro) las selfies como un maestro y hasta parecía estar gozando del proceso a pesar de uno que otro grito histérico de los fans.

Hasta ahí está bien. Supongo que viene con la chamba. Y, cómo me dijo Benicio de Toro, ellos son veteranos, ya se la saben. Hasta cómo hacer que el público más difícil caiga a sus pies con una mirada o una referencia. ¿Pero qué hay de quien no? Hace varios días Kelly Marie Tran, de

Solo, dejó las redes sociales por el acoso que estaba recibiendo. Temas de racismo a todo lo que dan. Y de sexismo. El fanatismo es peligroso, ya sea que se trate de religión, patria o héroes de la pantalla y estamos llegando a un extremo en el que realmente la pesadilla de ser insultado y amenazado pareciera ser parte de lo que uno compra con el trabajo de la fama. Sobre todo, cuando se trata de proyectos emblemátic­os. Y claro que no lo es.

Otro que sufrió de lo mismo fue John Boyega, el primer rostro que vimos en los promos de esta nueva vuelta de historias

de las Galaxias. En su momento pasó por lo mismo debido a que muchos “directores de casting de sillón” no les pareció la decisión de que un hombre afroameric­ano tuviera un papel importante en la serie.

Boyega ya dijo lo más importante defendiend­o a la joven Kelly Marie, “no importa que hayan comprado un boleto. Si llegan de una manera agresiva no son merecedore­s de amabilidad”. Y tiene toda la razón.

Hay mucho vacío existencia­l en este mundo. Demasiado enojo. Y mientras que nosotros lo vivimos hoy en día cuando discutimos sobre los candidatos presidenci­ales, el fenómeno está en todos lados. Hay mucho fanatismo tóxico donde sea que se vea. Ya sea con temas trágicos como los suicidios de alto perfil que hemos vivido tristement­e en las últimas fechas, como con cosas que solo deberían traer un buen rato y un impulso al talento, como las ceremonias de premios. Bueno, hasta en casos como Luis Miguel:

La serie, el tema de los insultos a los que admitimos que nos divierte horrores (y vaya que somos muchos) de parte de los que gozan de una auto diagnostic­ada “superiorid­ad intelectua­l”, porque no la ven (es la historia de toda la vida).

Sí, el anonimato en las redes ayuda a este triste fenómeno, pero he visto demasiadas alfombras rojas, personas lastimadas y gritos iracundos porque algo no es percibido de la manera que otro quisiera. Y si estamos así en nuestro entretenim­iento ¿qué podemos esperar de la política? No odiemos tanto. Nos está, literalmen­te en algunos casos, matando.

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