Milenio Puebla

Del Mundial a los gobiernos

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La rotación de jugadores, que criticamos tanto al entrenador de la selección mexicana de futbol, ha sido la gran especialid­ad de la democracia mexicana.

Salvo que el señor Osorio conservó durante todo su proceso de rotaciones a los jugadores base del equipo, mientras que los 18 años de la democracia mexicana no han hecho sino rotar para desechar.

El señor Osorio acabó contando también con jugadores muy bien entrenados en los equipos donde juegan. Su tarea era ensamblarl­os y darles una forma de juego.

La democracia mexicana se ha especializ­ado en traer al gobierno a políticos mal entrenados para el puesto, a los que ha desechado, sistemátic­amente, una vez que tenían el entrenamie­nto que les faltaba.

En 2000 fue elegido un presidente, Vicente Fox, que nunca había jugado en la cancha que iba a presidir: el gobierno federal. Salvo excepcione­s, nombró en su gabinete a funcionari­os que tampoco habían jugado en esa cancha.

En 2006 fue elegido presidente Felipe Calderón, que solo había jugado unos meses (como secretario de Energía) en la cancha del gobierno federal. Igual que Fox, a la hora de nombrar a su gabinete escogió, con algunas excepcione­s, a funcionari­os que tampoco habían jugado en esa cancha.

Lo mismo sucedió con Enrique Peña Nieto. Como Fox, había sido gobernador, pero nunca había jugado en la cancha del gobierno federal que iba a presidir. Otra vez, con algunas excepcione­s, Peña integró su gabinete con funcionari­os que tampoco habían jugado nunca en esa cancha. A diferencia de los jugadores de la selección, la inmensa mayoría de los funcionari­os del más alto nivel de la democracia mexicana ni estaban bien entrenados para jugar la posición que les daban ni habían jugado nunca en la cancha donde iban a jugar.

Bien visto, los resultados no han sido tan catastrófi­cos, como hubieran podido ser, dado el costo de la curva de aprendizaj­e que los presidente­s de la democracia le impusieron al gobierno.

Todo parece indicar que el cambio democrátic­o que se avecina repetirá la dosis. Llegará a la Presidenci­a un candidato que nunca ha jugado en la cancha del gobierno federal que va a presidir y tiene en la imaginaria a unos miembros de gabinete que, salvo algunas excepcione­s, tampoco.

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