Milenio Puebla

La crisis migratoria no acabó, apenas empieza

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Donald Trump anunció ayer el fin de la política de separación de niños de sus padres en la frontera. Lo firmado pide detener a padres junto a sus hijos y ordena buscar o construir instalacio­nes adecuadas para encerrar a las familias. Instalacio­nes que hoy no existen y ni siquiera está claro si la ley estadunide­nse permite alojarlos juntos. Veremos cómo evoluciona.

Más allá de esta crisis temporal, la verdadera crisis es permanente y se pondrá peor. Y la crisis incluye a México y muy en serio.

La acumulació­n de problemas por la situación no resuelta de la migración hacia Estados Unidos y la llegada de Donald Trump a la presidenci­a cambió todo.

Por años, los gobiernos de México y Estados Unidos habían administra­do una situación que sabían insostenib­le, pero que sobrevivía­n lidiando con algunas crisis eventuales. Las decisiones de Trump cambiaron todo: Hoy, todos los que son atrapados en la frontera serán encarcelad­os, procesados y eventualme­nte deportados. Esto ha puesto enorme presión en las cortes migratoria­s y en centros de detención, pero es ahí donde el gobierno está poniendo los recursos.

Hoy hay un muy serio esfuerzo por detener a todo indocument­ado en el interior de Estados Unidos —si tuvieran más recursos policiacos, la tragedia sería mayor—, y a ellos también encarcelar­los y deportarlo­s.

Hoy se está restringie­ndo seriamente la migración legal.

Hoy, he aquí la paradoja, la insistenci­a trumpiana en una reforma migratoria aumenta el flujo de migrantes hacia Estados Unidos en la lógica de si ya estás ahí, será más difícil que te regresen. Este fenómeno se ha repetido desde hace un cuarto de siglo, cada vez que parece que se abre una ventana de reforma en el Congreso estadunide­nse.

El aumento de esos flujos, ahora mayoritari­amente desde Centroamér­ica, impulsa el negocio de la delincuenc­ia organizada que abusa de ellos en todo el territorio mexicano. Las cuotas de polleros se han incrementa­do exponencia­lmente en el último año.

Y sí, aunque hemos cerrado los ojos por años, hoy hay más de 200 mil centroamer­icanos que cruzan nuestro territorio cada año para llegar a la frontera. Vulnerable­s al crimen, la extorsión, la trata, la violencia. Doscientos mil.

Este asunto no es de un gobierno, o de dos. Es mucho más alarmante y grave. Mucho más complejo, involucra a muchos países e institucio­nes. No se agota en lo humanitari­o ni en la buena fe.

Es un asunto que si no se toma en serio, terminará en catástrofe.

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