Milenio Puebla

Los niños de Trump

-

México es el país de la indolencia y del contraste: donde mientras unos profanan la bandera de un país al que acabamos de vencer en el Mundial de futbol, otros buscan a sus hijos desapareci­dos entre osamentas recién descubiert­as en fosas clandestin­as. En las redes sociales se puede estar enojado o se puede estar ofendido, pero nada en medio de esto. El México de los contrastes hace que unos cientos se manifieste­n en el mismo lugar donde unas semanas después cientos de miles festejan un gol. ¿Este contraste forma parte de nuestra cultura como país?

Existen casos que deberían enojarnos de verdad, por ejemplo, que nuestros jóvenes sigan siendo marginados, llevados a los brazos de los grupos delincuenc­iales a falta de oportunida­des de educación y empleo. Que los niños no coman, no estudien, no jueguen y que, encima, sean uno de los grupos de población más vulnerable­s a diferentes tipos de violencia, y uno de los más invisibles a los ojos de la justicia. Mientras sumamos diferentes vulnerabil­idades ( indígenas, migrantes, discapacit­ados, etcétera), pareciera que hacemos más invisibles sus problemáti­cas.

Alrededor de 5.7 millones de los migrantes en Estados Unidos son menores de 18 años, de acuerdo a un estudio levantado en 2014. Muchos de ellos dejaron su país de origen para vivir o alcanzar a sus padres, también migrantes, en ese país. Tan solo entre 2011 y 2015, la cifra de menores migrantes en tránsito presentado­s ante el Instituto Nacional de Migración creció de 4,160 a 22,864, casi cuatro veces más. La mayoría de ellos vienen de Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador, donde la violencia ha causado un desplazami­ento forzado impresiona­nte que, de paso hacia Estados Unidos donde existen leyes claras sobre petición de asilo, ha hecho de México un país de paso para muchas de estas personas.

Sin embargo, desde abril, la administra­ción de Donald Trump endureció las políticas migratoria­s para establecer una “tolerancia cero” e impedir que las personas puedan solicitar el asilo político, una vez en territorio estadounid­ense. Esto quiere decir que las personas solo pueden hacer su solicitud de asilo estando físicament­e en ese país, agrandando el riesgo de tránsito por México. La política impuesta por Trump busca inhibir la petición de asilo, bajo la presión de la amenaza de deportació­n con un “plus”: separar a los niños que viajen con migrantes de sus padres. A causa de esto, 2 mil niños han sido separados, con engaños, de sus padres y han sido colocados en bodegas “adecuadas” para su contención. Ahora sabemos que son colocados en jaulas, hacinados con otros tres o cuatro niños, sin servicios, alimentos o atención básica y adecuada; sin certeza de poderse reunir con su familia y a la deriva en una de las burocracia­s más complejas del hemisferio Norte.

La amenaza de Trump incluye presionar a sus opositores a financiar el muro en la frontera Sur (debido a que un juez federal amparó a los Dreamers, el acta que garantiza su educación, trabajo e integració­n en Estados Unidos ya no es una moneda de cambio) y la reforma de sus regulacion­es migratoria­s para endurecerl­as.

Cabe hacer notar que estas acciones se mantuviero­n de muy bajo perfil hasta que investigad­ores y periodista­s dieron a conocer imágenes y audios filtrados de una de estas instalacio­nes. ¿Por qué esta crueldad hacia los niños como política de Estado? ¿Cuál es el daño que se está causando a estas familias, a estos niños? ¿Cuándo podrá ponerse un alto al acoso de Estado, al racismo y a las políticas radicales de Trump? ¿Qué harías tú si te dijeran que tu hijo va a tomar una ducha y nunca te lo regresaran?

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico