Milenio Puebla

¡Ojo con esto!

- Susana Moscatel

Repasando las noticias de los periódicos y revistas de la industria del entretenim­iento cada vez veo un tema que se repite más y es por motivos bastante obvios. Cada vez resulta más violenta la batalla entre comediante­s y gobiernos en diversos lugares. Consideran­do que estamos entrando a un momento de reflexión, aprovecho para pedirle a todos los candidatos que noten los malos resultados que tienen los siguientes casos para que tomen decisiones que formaran en muchos sentidos el futuro de nuestro país en temas como educación, libertad y entretenim­iento.

Vámonos primero con lo obvio. Ya de Trump no nos sorprende nada y eso es precisamen­te lo que nos debe preocupar. ¿Cuándo en la vida habíamos visto que un presidente, que ya lleva un año y medio en el poder, siga peleando como si estuviera en campaña? Y no hablo solo de Hillary; en un evento masivo en Carolina del Sur el presidente de los Estados Unidos, que tiene una que otra cosa de que preocupars­e estos días, decidió dedicar su tiempo a decir que los comediante­s nocturnos “no son chistosos” y que se arrepiente de haber ido con Jimmy Fallon. Adecuado, porque Fallon ofreció disculpas por haber tenido a Trump en su programa durante la campaña y hasta despeinarl­o para demostrar que ese pelo es real (lo cual no comprobó del todo, por cierto). Al participar en un acto qué lo “humanizó”, siente el peso de haberlo ayudado en la campaña. No se llevan nada bien estos días. Y en un mundo donde lo único que importa es el rating, es fácil entender cómo es que esta batalla no va a acabar.

Pero lo cierto es que, en muchos lugares del mundo, los comediante­s son los que llevan la batuta editorial cuando se trata de oponerse al poder. Hay quien lo hace en México. Héctor Suarez, por ejemplo, ha dedicado su vida a ello y pagado el precio con orgullo y furor. Pero son los menos, y mucho más importante los espacios que se atrevan a darle impulso a ello. Nuestro sistema no está creado de esa manera. La industria masiva del entretenim­iento nunca ha estado opuesta al poder federal.

Por eso fue un shock y de risa loca (y algo de angustia también) ver el brillante análisis de John Oliver en HBO sobre nuestras elecciones donde, nadie, créame, nadie salió bien librado. Un poco de vergüenza no poder contradeci­r al brillante comediante en prácticame­nte nada de los que dice (uno o dos detalles factuales que podría haber ajustado nomas) pero cuando vemos esa mezcla de humor británico, con libertad de un canal premium mundial (que no vive de anunciante­s) y una mente brillante que investiga bien solo puedo decir que no sabía si reír o llorar. Si no lo han visto búsquenlo hoy en las redes. (Ya para poder reflexiona­r en silencio electoral, como nos prometen a partir de mañana). Insisto, nadie sale bien librado, pero digamos que hay algunos candidatos (y un presidente) salen más perjudicad­os que otros.

¿Qué van a hacer los vencedores con la comedia en México? ¿Hasta dónde está la línea de un gran editorial con carcajadas y un régimen como el de Trump, que se queja de todo? O peor aún, como el de China, donde no cayó nada bien la carrilla del brillante Oliver quien, entre otras cosas como criticar los abusos contra los derechos humanos ahí, comparó a su gran líder Xi Jinping con Winnie Pooh. Y eso que los ciudadanos chinos tienen bloqueado el canal. Ahora, todo el que pase por ahí en el circuito hotelero, tampoco lo podrá ver.

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