Milenio Puebla

Nerviosos y motivados

- Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

El 18 de septiembre History Channel va a transmitir el especial del histórico salto de Travis Pastrana sobre las fuentes del hotel Cesar’s Palace en Las Vegas. Un salto que el legendario Evel Knievel no logró aterrizar en 1967.

Por eso tuvimos, como parte de una serie de deliciosas entrevista­s con el talento de este canal, la oportunida­d de estar con Travis y platicar justo dos días antes de la hazaña. Lean por favor esa entrevista en LaAfición, aquí mismo en MILENIO Diario, pero este espacio, siendo de opinión me pareció muy apropiado para hacer la pregunta, a ustedes, a Travis y a mí misma, sobre este tipo de eventos extremos. Escribo esto un par de horas antes del salto (tres saltos, de hecho) y no puedo evitar estar muy, pero muy nerviosa por Travis, quien es un caballero, un apasionado y todo un loco valiente. Le dije que los mejores actores del mundo dicen que si ya no te sientes nervioso antes del salir al escenario, tal vez ya es tiempo de retirarte, pero que esto iba mucho, mucho más allá. Me dijo,

“Siento que en nuestro trabajo tenemos que siempre empujar más allá. Aunque sea tu récord personal. Pero si no estás nervioso, ahí es cuando pasan las cosas malas. Porque no lo estás tomando lo suficiente­mente en serio”.

Pues sí. Porque si a Al Pacino se le olvida una línea del Mercader de Venecia, no va a pasar realmente nada. Pero aquí. ¿Entonces por qué hacerlo? ¿Por qué empujarse de esa manera? Y la respuesta me dejó muy sorprendid­a.

“Es muy difícil. Todo mundo se lleva un trofeo ahora. Lo cual está bien, supongo. Pero mi hija dice: ‘Mira, todo mundo ganó’ y yo le digo: ‘No. Estoy muy orgulloso del buen trabajo que hiciste, pero tu amigo Timmy ganó, tu quedaste en segundo. Si sales y trabajas fuerte y te preparas más igual la próxima vez tú le puedes ganar. Estoy orgulloso de tu segundo lugar, pero vamos por más’.

Tiene mucha razón Travis Pastrana. La mayoría de los sistemas educativos hoy en día están diseñados para equiparar a todos y no crear enormes luchadores, por lo que sea. Si todo mundo gana, ¿qué valor tiene esa victoria? Sí, es un mundo tremendame­nte competitiv­o de otra manera, ¿pero qué no lo es de todas maneras cuando uno llega a enfrentar la realidad?

Sí. Estoy muy nerviosa de ver este salto. Ahora mismo me voy para allá y si están leyendo esto es que todo salió dentro de los parámetros normales. Pero me quedo con una lección de vida muy interesant­e gracias a el hecho de que pude platicar con este hombre. Entiendo por qué lo hace. Jamás lo haría yo. Pero en mi mundo, a mi proporción y con mis propias metas, quiero vivir de esa manera. No quiero la medalla solo porque llegué. ¿Ustedes?

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