Hombres), el salario (64% con mayores ingresos) y la escolaridad (65% universitarios), son los demográficos afines al tabasqueño
Además del género (65%
tercer sitio de la contienda estaría José Antonio Meade, quien compitió con la coalición conformada por PRI, PVEM, Panal, al llegar a 16 por ciento. Finalmente, el independiente Jaime Rodríguez Calderón tendría 5 por ciento de los sufragios en estas elecciones.
Ambos ejercicios fueron consistentes tanto en el orden en que quedarían los candidatos como en el porcentaje de votación que les correspondería, comparado con el cómputo distrital. La precisión y la cooincidencia de ambos indicadores es parte de la certidumbre institucional que nos da el organo electoral en nuestro país. Cualquier diferencia entre estos datos y los de encuestas de salida o conteos rápidos de cadenas televisivas o consultorías no es más que anecdótico.
Para efectos prácticos, la autoridad tiene la última palabra. Cualquier argumento que sugiera que estos ejercicios médiaticos o de consultorías ponen en riesgo la dinámica del proceso electoral cuestiona la solidez de nuestras instituciones electorales y atribuye una responsabilidad a esta información analítica que no tiene mayor intención y consecuencia.
Si los conteos rápidos nos dan precisión, pero no nos dicen mucho sobre la lógica del elector, sus perfiles sociodemográficos o sus razones de voto. Las encuestas de salida realizadas por diferentes firmas y medios de comunicación también estimaron de manera correcta el orden de los aspirantes a la Presidencia.
Las encuestas de salida son un instrumento más poderoso para conocer el perfil de los votantes, estas mediciones representan la única herramienta para identificar las características sociodemográficas de las personas que eligieron a cada candidato.
Los resultados del ejercicio realizado a salida de urna por Parametría muestran que los hombres entre 26 y 35 años, con mayor escolaridad e ingresos, en su mayoría votó por Andrés Manuel López Obrador. Estos sesgos o tendencias coinciden con las que ya se habían registrado en mediciones preelectorales de la serie.
López Obrador tuvo un porcentaje mayor de votantes varones que de mujeres (65 por ciento contra 49 por ciento). De forma contraria, Meade tuvo más impacto en las mujeres votantes que en los hombres. Anaya tuvo menos preferencias entre el electorado femenino.
En cuanto a la edad, observamos que personas entre 26 y 35 años son quienes en mayor proporción votó por López Obrador, que alcanzó 63 por ciento de los sufragios. Es importante mencionar que 24 por ciento de las personas de 56 años o más emitieron su voto por Meade, mientras que Anaya tuvo mayores preferencias entre las personas de 26 a 35 años y Rodríguez Calderón hizo eco en los jóvenes.
Respecto de la escolaridad, 65 por ciento de las personas con universidad o más prefirió al tabasqueño sobre los otros candidatos, seguido de 59 por ciento de electores con preparatoria, es decir, fue el candidato con mayores preferencias entre los votantes con más escolaridad. El ex secretario de Hacienda tuvo sus mayores porcentajes de voto entre aquellos electores sin estudios (31 por ciento) o con primaria (26 por ciento).
López Obrador también tuvo mayores porcentajes entre las personas con mayores ingresos (64 por ciento). Mientras que el PRI contó con su mayor electorado en los que tienen ingresos menores a 785 pesos mensuales.
Es revelador que además del género, la escolaridad y el salario sean los demográficos que presentan mayor diferencia entre categorias. En particular la escolaridad y el salario son indicativos que el perfil de Lopéz Obrador ha cambiado respecto a las dos elecciones presidenciales anteriores, en 2006 y en 2012.
Estas diferencias en los perfiles sociodemográficos indican que el voto del ganador de la contienda electoral provino de clase media y no de la gente de menores ingresos como se ha argumentado por algunos analistas.
La escolaridad y el ingreso estan correlacionados y por ello presentan la misma tendencia por ello no es sorpresivo que presenten la misma tendencia. Sin embargo, parece contraintuitivo que sea la gente de más ingresos y escolaridad quienes voten a un candidato calificado de representante de la izquierda.
Este patrón nos obliga a revisar nuestras categorías y razones de voto. Esta es parte de la historia de la elección presidencial de 2018, análisis posteriores nos permitiran entender mejor los resultados de esta contienda electoral.