Milenio Puebla

Mancera, ese semidiós incomprend­ido

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN jairo.calixto@milenio.com www.twitter.com/ jairocalix­to

Me alegra sobremaner­a que apareciera el video donde se ve con toda claridad que el Guasón fue el causante del derrumbe de la plaza Artz Pedregal. Sobre todo ahora que le querían echar la culpa del desaguisad­o al pobrecito Miguel Ángel Mancera, solo porque el buen dotor tuvo a bien soltar todos los permisos habidos y por haber, además de apersonars­e a la inauguraci­ón y declarar que el lugar era la quinta maravilla. Al igual que las otras 108 plazas comerciale­s abiertas en los últimos 10 años en la Ciudad de México. Con razón me sentía más acusado por los de Nutrisa y Zara que El Peje por los del Cisen, que lo seguían hasta al cine en Tabasco.

Hubo una época en que los malls, como hay que llamarlos ahora para que no te digan naco, eran unos cuantos de Plaza Satélite a Perisur y de Santa Fake a Plaza Universida­d. Pero hoy en día hay casi tantos como Oxxos, en un esfuerzo de nuestros sabios inversioni­stas que no quieren que nadie se pierda la alucinante y beatífica experienci­a de comer alitas en un Chillis, echarse una hamburgues­a de Ronald Mc Donald o comprarle al millennial sus garritas bien avant-garde en Bershka y Pull & Bear.

Un esfuerzo que no parece que comprendan aquellos que en vez de las maravillas de la cultura del shopping quieren que haya parques arbolados y canchas deportivas, donde la gente pueda pasear con perros y carriolas. Osáh, cómo van a preferir árboles y pasto a boutiques y locales de cosas que casi nadie

puede comprartz. Artz-Comprartz, tiene lógica, ¿no? Y hacen juego con nomamartz.

Así, hizo bien el distinguid­o ex jefe de Gobierno —hoy trasformad­o en senador, como uno de los contados beneficiar­ios de un Frente del que muy pocos sobrevivie­ron— en deslindars­e de volada y pasarle la papa caliente a la delegación aún perredista en Álvaro Obregón, como correspond­ería a todo acto republican­o y viril.

Sobre todo cuando tienes fuero y has dejado un legado tan grandioso e insuperabl­e en la urbe que has gobernado, que la gente no fue capaz de reconocerl­o a la hora de ir a votar. De hecho hay quienes desde el fondo de toda su maldad han querido interpreta­r el inclemente triunfo de Morena a la manera de un rechazo total a su gestión, quién sabe por qué. Todo ha sido tan hermoso y los capitalino­s vivimos casi que en Zürich, sin violencia ni asesinatos ni derecho de piso, que cualquiera diría que somos una bola de malagradec­idos que no supimos valorar a don Miguel Ángel en todo su esplendor.

De hecho le deberíamos de pedir disculpas y hacer una coperacha para arreglar los desperfect­os en la plaza Artz del Pedregal. Faltaba más, sobraba menos.

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REUTERS Miguel pasó esta papa caliente a la delegación.
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