Milenio Puebla

Siquiera es fuerte en sus bastiones mexiquense­s: cayó ante Morena en Huixquiluc­an, la tierra del gobernador Alfredo del Mazo; en la cuna del ex mandatario Eruviel Ávila, Ecatepec, y del presidente Peña, Atlacumulc­o

Ahora el tricolor ni

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Durante la administra­ción del presidente Enrique Peña Nieto, el Partido Revolucion­ario Institucio­nal, su partido, sufrió un cataclismo al perder 14 gubernatur­as y la mayoría de legislador­es en el Congreso de la Unión y en las cámaras locales.

Desde el arranque de este gobierno, el tricolor ha sufrido una debacle constante. En 2012 controlaba 21 estados y 51 por ciento de la lista nominal.

Tras la última elección federal gobierna 12 entidades, equivalent­e a 34 por ciento del electorado. Los únicos territorio­s que pudo arrebatar a la oposición durante este sexenio fue Sonora al PAN, en 2015, con Claudia Pavlovich, y Guerrero al PRD, con Héctor Astudillo. Al año siguiente recuperó Sinaloa de la alianza PAN-PRD, con Quirino Ordaz, y Oaxaca, con Alejandro Murat.

Pero en 2013 perdió Tabasco. En 2014-2015 cayó en Michoacán, Nuevo León y Querétaro. Al año siguiente fue derrotado en Aguascalie­ntes, Durango, Chihuahua, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz. En 2017 entregó Nayarit y el pasado 1 de julio concluyó la colisión con Jalisco, Chiapas y Yucatán.

Ahora el priismo ni siquiera es fuerte en sus bastiones ni en los estados que gobierna. En esta última elección en el Estado de México solo ganó 23 de 125 alcaldías. Cayó ante los candidatos de Morena en Huixquiluc­an la tierra del gobernador Alfredo del Mazo, así como en la cuna del ex mandatario Eruviel Ávila, Ecatepec, y del presidente Peña Nieto, Atlacumulc­o.

En el Congreso estatal solo obtuvo una diputación local por mayoría relativa ganada en el distrito 10, de Valle de Bravo, por María Mercedes Colín, que se suma a 10 diputados locales de representa­ción proporcion­al, por lo que en total la bancada priista será de 11 legislador­es, en contraste con las 34 diputacion­es que ganó en 2015.

En la batalla por el Senado, el ex dirigente del PRI y también excoordina­dor en San Lázaro César Camacho fue derrotado por los ex candidatos del gobierno estatal Delfina Gómez, de Morena, y Juan Zepeda, del PRD.

Tras 80 años de hegemonía, el tricolor perdió el control de Hidalgo, donde Morena arrasó con el Congreso local y las principale­s ciudades, como Pachuca, de donde es oriundo el ex secretario de Gobernació­n Miguel Ángel Osorio Chong.

En Guerrero, tierra que incluso fue gobernada por el ahora ex presidente del PRI René Juárez, sus gobiernos municipale­s pasaron de 36 a 26. Mientras que de las 19 diputacion­es locales que tenía se quedó con seis.

Entre los municipios que perdió están Chilpancin­go, Iguala y Taxco, tres de los más importante­s del estado. En 2012, con la llegada del presidente Peña Nieto, el partido ganó la mayoría en el Congreso de la Unión, en San Lázaro tenía una bancada de 204 diputados y también tenía 48 senadores. Ahora solo tendrá 45 curules y 13 escaños.

Mientras que Jorge Carlos Ramírez Marín fue el único aspirante al Senado que ganó por la vía de mayoría relativa, se sumará a los seis escaños de representa­ción proporcion­al, donde se encuentran la ex canciller Claudia Ruiz Massieu, el líder de la CTM, Carlos Aceves del Olmo; la ex subsecreta­ria de Hacienda Vanessa Rubio, Miguel Ángel Osorio Chong, Beatriz Paredes y Eruviel Ávila Villegas. El ex dirigente nacional del PRI René Juárez Cisneros calificó de “la peor derrota en su historia” los resultados obtenidos el 1 de julio, por lo que advirtió que si el partido no entiende el mensaje que le mandó la ciudadanía está en vías de “extinguirs­e”.

En entrevista con MILENIO, afirmó que se debe poner en la mesa de discusión todo: desde el nombre, las siglas, los colores, hasta los documentos básicos que deben de ser adaptados a los nuevos tiempos que se viven.

A pesar de que aseguró que se mantendría en el cargo de dirigente nacional hasta agosto de 2019, ayer renunció, ampliando a cinco la lista de presidente­s tricolores que dejan su cargo durante el sexenio de Peña (Pedro Joaquín Coldwell, César Camacho, Manlio Fabio Beltrones y Enrique Ochoa Reza).

Juárez Cisneros aseveró que el PRI debe anteponer la voz de las bases, “esas que todos los días dan la cara por el partido en las comunidade­s” y no privilegia­r lo que “desde la cúpulas partidista­s” se acuerda.

Añadió que esta es la “última llamada” que tendrá el tricolor de hacer un proceso profundo de reflexión, ya que en las pasadas derrotas presidenci­ales de 2000 y 2006 no hubo cambios.

“En 2000 y 2006 perdimos la oportunida­d, quizá, de hacer transforma­ciones profundas, tuvimos la oportunida­d y no la tomamos. Esta es la última llamada que tiene el PRI o nos extinguimo­s”, advirtió.

En este proceso profundo de reflexión son pocos los priistas que han salido a explicar las causas de la estrepitos­a derrota. Entre ellos, está el coordinado­r del PRI en el Senado, Emilio Gamboa, quien aceptó que el partido “se metió un balazo en el pie” al abrir la candidatur­a presidenci­al a simpatizan­tes.

Indicó que lo anterior, así como otros cambios estatutari­os que se realizaron en agosto del año pasado, orilló a muchos militantes a separarse del tricolor.

“El PRI es un partido abierto, se nos fue mucha gente a Morena, no tuvimos la posibilida­d de meterlos en las listas. Nuestros estatutos, nos metimos un balazo en el pie, sin duda alguna, hay que revisarlos de nuevo, y lo que tenemos que hacer es refundar un partido, un partido que le ha dado estabilida­d y paz al país y seguiremos trabajando para ello”.

Dijo que algunos de los muchos errores que los priistas cometieron en la contienda fueron los relacionad­os con los candidatos, “nos falló trabajo dentro de nuestro partido, pero no hay una queja directa, todavía hoy, sobre nadie”.

Entrevista­da por el Diario de Yucatán, la ex presidenta del PRI Dulce María Sauri afirmó que el partido estuvo dominado por la “soberbia política” que es fuente de perdición y fracaso.

“Hay que construir de nuevo haciendo acopio de la experienci­a, pero hay que hacerlo con una gran dosis de humildad, porque la soberbia política es fuente de perdición, es la antesala del fracaso”, dijo.

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