Milenio Puebla

No nos puedes dejar así

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La noche del domingo tres amigos y yo vimos juntos el final de Luis

Miguel, la serie en su primera temporada. Una de ellas, novia fiel, llegó a un acuerdo con su pareja para que no hubiese ningún sentimient­o respecto a que no lo estaba viendo con él (había distancia de por medio). Sé claramente que esta serie fue un fenómeno por un motivo: todos teníamos algo que comentar en todo momento. Y jamás, quizás con mi familia cuando era muy pequeña nada más, había vivido una experienci­a colectiva que si de buenas a primeras pareciera ser algo frívola, me recordó cómo es que muchísima gente se identifica a través de la televisión. En estos tiempos de ver lo que uno quiera cuando uno quiera, medio que se me había olvidado.

Estábamos todos del otro lado del charco, la pudimos ver porque todos trabajamos en la industria y Netflix, que con esta y una que otra serie está también aprendiend­o del comportami­ento de sus usuarios en todo el mundo, nos lo permitió. Pero confieso, y sé que no estoy sola, que me negué a verla hasta que estuviera de regreso porque en la era del meme y el

spoiler iba a ser imposible llegar en blanco y sorprender­me. Además, con el final del Mundial y las elecciones, eso era lo único que faltaba para sentir que se cerraba un muy extraño y emocionant­e ciclo de nuestra historia que, le guste a quien le guste, está compuesta de política, sí, pero también de deporte y cultura pop.

“Dios bendito”, tuiteó otra amiga cuando se enteró un par de días antes que sí habría una segunda parte de la serie, lo cual me hizo reír sin control. Porque estoy segura que esperar otro año para averiguar cosas que ya sabíamos será pura diversión. Pero mientras tanto está la gira de Mickey y como él ya nos dio su explicació­n del porqué se ha dedicado tanto al bolero y similares en la serie, tiene una gran oportunida­d, y millones de nuevos ojos sobre él. De hecho: tiene ojos que ya habíamos volteado para otro lado que estaremos dispuestos a no seguir saliéndono­s de sus conciertos, porque se ve aburrido.

En otras palabras, por más que haya sido criticada la visión que él puede tener de sí mismo y de cómo ha sufrido en la vida (y vaya que sí) por primera vez mostró al ser humano que pretende ser. Al menos al que quiere que conozcamos. No al ídolo. Dejó más que claras sus fobias, sus filias y aunque en la serie (SPOILERALE­RT) no se contestó para muchos la verdadera pregunta de “¿Dónde está Marcela?”, el hecho es que el villano del cuento lo dijo mejor que nadie al morir: “tú ya lo sabes”. ¿Esperaban otra cosa? ¿Que de pronto apareciera la mujer en la serie?

Extraordin­ariamente siniestra la escena donde ella llega a ver a su todavía marido Luisito Rey y nunca más es vista, hasta donde sabemos.

Así que así es la vida. Sí nos pueden dejar así. Y no veo de otra. Ni para qué. ¿Que qué será la segunda temporada sin Luisito Rey? Espero que no sea el caso. Los escritores son extraordin­arios y si para seguir contando la historia requieren del flashback, ojalá Óscar Jaenada lo quiera hacer. Diego Boneta no fue una revelación para mí, porque soy su fan de hace muchos años. Pero cada vez lo admiro más. ¿Quieren una pequeña dosis de él en lo que regresa? Busquen la película Rock of Ages, el único musical de la rocola que me gusta más en el cine que en el teatro. Y es por Diego. Bueno, y un tal Tom Cruise.

Sea como sea, joder, Mickey, por ahora se nos acabó el veinte. Pero en la vida hay amores que nunca pueden olvidarse. Y hay mucho más que contar. Y mucha más gente que no estará de acuerdo. Pero (fuera de los casos muy íntimos que, espero, fueron reivindica­dos un poco al final) esta es su historia, según él la quiso contar. Y por ello vale mucho más que una versión ajena.

Susana Moscatel Twitter: @SusanaMosc­atel

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