Milenio Puebla

El pacto federal para Morena

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

La centraliza­ción que anticipan los lineamient­os de gobierno de López Obrador apenas puede exagerarse. Solo en el lineamient­o 26, de los 50 enunciados para “combatir a corrupción” y establecer la “austeridad republican­a”, se dice que el gobierno federal tendrá una sola oficialía mayor, una sola contralorí­a, una sola oficina de prensa, una sola oficina de compras y un solo delegado o representa­nte federal en cada estado de la República.

López Obrador no ha descrito en detalle lo que pretende hacer en cada una de estas centraliza­ciones burocrátic­as, pero ha hablado bastante de la última. En una reunión con legislador­es y munícipes electos de Morena anunció la desaparici­ón de las delegacion­es y la instauraci­ón de un comisionad­o federal único. Dio luego los nombres de los 32 comisionad­os: todos políticos locales de Morena, ex candidatos en diversas elecciones o contendien­tes de la última, como Delfina Gómez en el Estado de México y Carlos Lomelín en Jalisco (https:// www.youtube.com/watch?v=ZBr1Dx706K­I ).

En el mismo discurso, López Obrador explicó que el país será dividido en 250 o 300 regiones, cuyas demandas serán la base administra­tiva y política de la acción federal en los estados. Cada estado tendrá un número distinto de “regiones” y habrá un comisionad­o único por región.

Problemas legales aparte, el diseño anunciado supone una nueva arquitectu­ra del pacto federal. El nuevo gobierno levantará una pirámide paralela de poder y administra­ción estatal, en representa­ción única del titular del Poder Ejecutivo federal. Se han sugerido ya las semejanzas del proyecto con otras famosas figuras de centraliza­ción: los prefectos napoleónic­os de la Francia posrrevolu­cionaria o los jefes políticos de la época porfiriana de México.

Se trata de un cambio radical de diseño en el federalism­o mexicano y de la ocupación partidista del aparato resultante.

La estructura paralela del nuevo federalism­o en los estados será hija de Morena, los coordinado­res federales vendrán de Morena, igual que los de las “regiones”.

Nadie en su sano juicio puede defender la ineficacia institucio­nal vigente del federalism­o mexicano. Pero nadie puede celebrar tampoco la centraliza­ción partidista anunciada, el modelo de jefes políticos y prefectos federales entregados a Morena para garantizar que los programas federales bajen al territorio.

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