Milenio Puebla

Comedia y servidores públicos

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Recuerdo muy bien el día que Vicente Fox dijo que se valía hacer comedia de la figura presidenci­al como parte de la libertad de expresión que promovería durante su mandato. La verdad es que todos enloquecim­os. En los medios existíamos muchos que siempre habíamos soñado con nuestro Late Show o, peor aún, nuestro propio Saturday

Night Live y esa parecía la oportunida­d perfecta. No solo teníamos permiso del presidente, sino que nos regalaba joyas como “Cenas y te vas”, las “lavadoras de dos patas” y una hermosísim­a colección. A pesar de todo ello hay que admitir que a los que se nos fueron las cabras más arriba del monte fue a muchos de nosotros, porque una cosa es la comedia y otra es el daño que puede hacer generar una cultura en la que ya no distinguim­os la crítica del joder solo porque puedo.

Tampoco era tan sencillo como parece. Por supuesto que las televisora­s eran más cuidadosas. Cuando al presidente no le dejaban (vergonzosa­mente) dar su Informe de gobierno, los señores de la oposición, de la manera más grosera y altanera del mundo, no nos dejaron hacer un skcetch al respecto en el programa de comedia que tenía Héctor Suárez Gomís en Tv Azteca (un ejemplo de muchos). Ahí los criticados eran los senadores y diputados que se estaban comportand­o como si estuvieran en las luchas, no el Presidente, pero los viejos hábitos (y las concesione­s por venir) no mueren fácil.

Con los años me doy cuenta que no lo hicimos nada bien. Sí existía más libertad, pero abusamos de ella. Que puedas decir algo no significa que tengas que decirlo. No quiere decir que es bueno para la sociedad lo que a fuerzas quieres expresar, ni siquiera quiere decir que era chistoso. Muchos pecamos de ello.

Con el regreso del PRI el contraste fue más fuerte, porque ya existía YouTube, que tiene cosas brillantes pero en general sufre de la misma verborrea sin sentido que nosotros vivimos, pero los medios masivos definitiva­mente regresaron a lo de antes. Por sus muy particular­es intereses, evidenteme­nte.

¿Y ahora qué? ¿No empiezan a notar ciertas tendencias en la televisión que son al menos dignas de analizar? ¿De observar? Muchos más programas como los de antes. Donde el debate está en la discusión y chisme o faranduler­o o autogenera­do. La parodia burlándose (muy bien, por cierto) de Luis Miguel: la serie después de las elecciones.

Es como si muchos estuvieran paralizado­s esperando a ver qué va a pasar con el próximo gobierno. Claro que hoy en día hay un ejército de personas que aún pelean los temas en las redes. Y en la calle. Y en las familias. ¿Pero qué va a pasar con nuestros medios masivos? ¿Nos vamos a ir al extremo en el que nos acabamos dañando como nación por considerar a la figura presidenci­al solo un remate de chiste? (Lo dudo mucho) ¿O vamos a ir paso a pasito, con derecho a criticar y hasta de reír hasta que encontremo­s un justo medio? Ojalá. Eso también es parte de la democracia

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