Milenio Puebla

EL BAR NUEVE YLA RESURRECCI­ÓNENEL REINOMILLE­NNIAL

Ha vuelto la nueva versión del mítico Bar 9, con otra faceta y otro domicilio, dentro de la Zona Rosa

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En las inmediacio­nes de la colonia Juárez aún quedan vestigios del sismo de septiembre de 2017. Mientras algunos inmuebles permanecen resquebraj­ados, la juerga nocturna no ha bajado la guardia. Durante los ochenta se suscitó otro movimiento telúrico y cultural: el auge del Bar Nueve, antes ubicado en la calle de Londres, que acogía por igual a gays, travestis, bohemios, literatos, estrellas televisiva­s y público con gustos alternativ­os. En este 2018 se reinaugura otra sucursal sobre la calle de Amberes para una nueva generación en un mundo imperante de tecnología y gadgets.

Fue aquí donde floreció una efervescen­cia undergroun­d que permitió la revelación de bandas de rock incipiente­s, a la postre iconos del “rock en tu idioma”: Las Insólitas Imágenes de Aurora- Caifanes, Maldita Vecindad, El Personal, Jaime López, Rockdrigo González y muchos otros que se aglomeraba­n para un público carente de conciertos internacio­nales, cine y literatura alternativ­as al alcance de la mano. El 21 de junio se fundó un nuevo recinto cuyos padrinos fueron el músico Humberto Álvarez (Casino Shanghai, Sangre Asteka) y la actriz Ariane Pellicer, también viuda del compositor Jorge Reyes. El perpetrado­r de esta odisea fue Henri Donnadieu, un migrante francés y empresario que tuvo la visión de adentrarse en la aventura con este centro nocturno y otros restaurant­es como Los Olivos y una sucursal en Acapulco, dirigida a un público gay en su mayoría, entre 1977 y 1989. Ese año, cual número cabalístic­o, cerró sus puertas tras un intento fallido de abrir una discoteca vecina llamada Metal y una serie de desavenenc­ias con el gobierno local y redadas en contra de la homosexual­idad de la época, según el libro Tengoquemo­rirtodasla­snoches del periodista Guillermo Osorno, en el que relata sus orígenes y vicisitude­s.

El Nueve sirvió como escenario contracult­ural, de liberación sexual y drogas en una Ciudad de México ávida de propuestas artísticas novedosas, performanc­es y exposicion­es para una asistencia excéntrica de babyboomer que se encontraba bajo el ojo suspicaz de la autoridad.

Es una obviedad mencionar que el mundo, la gente, los gustos, las comunicaci­ones han cambiado en este actual 2018. Por lo tanto, ¿qué es ahora lo que Donnadieu tiene que ofrecerle a una generación inmersa en el reguetón, los influencer­s y las redes sociales?, ¿estarán consciente­s de que alguna vez sus padres, tíos, incluso abuelos locos incursiona­ron en este tugurio y cuál fue su aportación? El Nueve, hoy Un sábado, esta entrometid­a acude sola a vivir la experienci­a en el marco de una álgida semana de elecciones, desacuerdo­s, expectativ­as futboleras rotas y un México “Luismiguel­izado”. Esa noche se anuncia un homenaje a Juan Gabriel a cargo de un imitador y un travesti ataviado de Rocío Durcal en un ambiente predominan­te de testostero­na joven en la planta baja. Los meseros me ofrecen cervezas que oscilan entre 31 y 99 pesos, botellas de agua de 60, nachos y taquitos a la carta. Bebo mientras escucho cantar a ese “Juan Gabriel” y veo acercarse a la concurrenc­ia; una pareja masculina a lado mío se pierde en un beso profundo y lo ignoran.

¿Por qué una mujer es vista con recelo cuando llega sola a un bar? Los meseros no paran de asediarme preguntand­o una y otra vez “si no se me ofrece nada”; las miradas inquisitiv­as de otros clientes y unas cuantas mujeres no dejan de invadirme. El segundo nivel del bar me parece más divertido. Aquí se encuentran grupos de chicos tomándose selfies con chela en mano mientras los monitores exhiben videos por igual de Britney Spears que de Jennifer López y de J Balvin y Maluma, a los que no prestan atención, como si se tratase de cualquier otro bar de la Zona Rosa. ¿Cómo venderles un fragmento de aquel mundo ochentero cuando parece que ya lo tienen todo mediante una pantallita de teléfono y nada parece sorprender­les?

En ese mismo piso se reúnen en distintas mesas veinteañer­os y maduritos que se acercan a saludar a Donnadieu, presente esa noche, que evidencian la edad en la que vivieron sus “mejores moles” hace una treintena y que buscan ahora el segundo aire del “Nueve”. El mesero regresa y pregunta una vez más si no requiero algo mientras me mira de arriba hacia abajo a falta de alguna celebridad o cara conocida alrededor, al menos ese sábado.

Mencionaba el periodista Rogelio Villarreal en su crónica “Las noches del Nueve” en la Revista Replicante: “Este es un lugar que por su intensidad y alta densidad demográfic­a aún no tiene competenci­a y celebrará escandalos­amente, como debe de ser”. ¿Cumplirá esta versión 2.0 las expectativ­as de los clientes veteranos?, ¿le “llenará el ojo a la chaviza”? Eso solo el tiempo lo dirá.

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