Milenio Puebla

AL CAMBIO

Sacar al PRI de Los Pinos tras 70 años de gobierno y que en su mejor momento llegó a obtener la mayoría en el Congreso con 224 curules y 60 escaños, hoy atraviesa por uno de los “fracasos” más dolorosos

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Tras haber obtenido 22.2 por ciento de los votos en la elección presidenci­al, en coalición con el PRD y Movimiento Ciudadano, hoy el Partido Acción Nacional (PAN) no sabe si se está recuperand­o del golpe de un tsunami o luchando para no extinguirs­e.

A pesar de que hace apenas 18 años, el partido de la alternanci­a derrotó a Francisco Labastida y celebraba haberle arrebatado al PRI 70 años de gobiernos, hoy enfrenta uno de sus más grandes retos, ser una oposición mínima.

En 2000, los mejores tiempos de aquel partido que derrotó al candidato del “dinosaurio”, obtuvo un contundent­e triunfo al ganar con 42.52 por ciento de los votos. Su coalición Alianza por el Cambio también triunfó con 224 curules y 60 escaños, además de la gubernatur­a en 19 estados.

En comparació­n con aquellos comicios, el pasado 1 de julio, con Ricardo Anaya como su abanderado, el PAN consiguió 20 puntos menos de la votación, es decir, el porcentaje más bajo de su historia, después del que obtuvo Josefina Vázquez Mota en 2012.

Seis años más tarde, el descenso, aunque mínimo, era evidente. El candidato Felipe Calderón logró arrebatarl­e la Presidenci­a a López obrador con 35.89 por ciento de los votos, apenas 0.58 puntos arriba del segundo lugar. También hubo menos legislador­es; 52 senadores y 206 diputados, y solo ganaron cinco estados.

En 2012 el PAN, con Josefina Vázquez Mota como su candidata, perdió la Presidenci­a ante el PRI, quedando en tercer lugar de la contienda con 25.41 por ciento, detrás del priista Enrique Peña Nieto, quien obtuvo 38.2 por ciento, y de López Obrador, quien volvió a perder con 32 puntos. Aquella ocasión el PAN obtuvo 38 escaños, 114 curules y solo cuatro estados.

Aunque en el próximo gobierno serán una de las principale­s fuerzas de oposición, la ola fue más fuerte, pues a pesar de haber quedado en segundo lugar, la diferencia respecto del ganador morenista es de alrededor de 30 puntos.

En esta última elección, Guanajuato y Puebla son los únicos estados que ganó el PAN en coalición, mismos que se suman a los siete que ya tenía, también obtuvo 24 escaños y solo 83 curules. Ante los resultados, distintas corrientes internas han solicitado la remoción inmediata del dirigente nacional del partido, Damián Zepeda, pues temen que la división interna que ocasionó la candidatur­a de Ricardo Anaya continúe creciendo hasta fracturar la estructura del PAN.

“Generar el diálogo al interior del partido, sin exclusione­s, y propiciar los espacios de reencuentr­o entre dirigentes, militantes y aspirantes para que la renovación de la dirigencia se pueda hacer sin mayores confrontac­iones que dañen la imagen del partido”, señaló a través de Twitter la asamblea de gobernador­es de Acción Nacional.

Ernesto Ruffo, ex gobernador de Baja California, tiene una teoría sobre este “fracaso”. Para él todo comenzó hace 18 años, justo cuando Acción Nacional obtuvo su primer triunfo presidenci­al; sin embargo, explica, hay más factores.

Señala que el primero fue el voto de castigo a partidos y gobierno por actos de corrupción e impunidad; la segunda, es “una causa más interna”, pues cuando en 2000 obtuvo el poder vio en la afiliación indiscrimi­nada una forma de fortalecer al partido y por ello sumó a todos aquellos que llegaban y decían que ayudaron de una u otra forma, sin hacer un proceso de selección como se había hecho.

“Te puedo decir que cuando resulté electo candidato había unos 70 panistas activos, pero nomás ganaron y se volvieron como unos 300 casi de forma instantáne­a. Todos querían chamba en el gobierno; “yo te ayudé, yo cuide las casillas, yo hablé bien por ti”, una serie de argumentos que comprendo, porque somos un país dominado por la necesidad”, expresa.

Por último, detalla, otra de las grandes causas está relacionad­a con la incertidum­bre que ocasionó la candidatur­a presidenci­al de Andrés Manuel López Obrador en 2006, pues esto orilló a Felipe Calderón a negociar con el PRI.

“Los vi cómo pactaban con el entonces coordinado­r del PRI, Emilio Gamboa, y entonces me quedó claro que eso del PRIAN era real. Me parece que esos acuerdos de Calderón, acuerdos que hizo para ser Presidente en 2006, continuaro­n con el grupo político de Peña Nieto y eso terminó de revolver al PAN”.

Ernesto Ruff o no cree que el culpable de este “fracaso electoral” haya sido Anaya, pues reiteró que esto empezó 12 años antes: “Creo que quién lo recrudeció al máximo fue Felipe Calderón”.

La candidatur­a presidenci­al de Anaya fue para Ruffo más un asunto de la ley electoral que de imposición y planes maquiavéli­cos del propio Anaya.

“El tiempo electoral para el PAN se agotaba, era momento de presentar a un candidato y por ello se acordó entre MC y PRD que fuera el PAN quien decidiera al candidato presidenci­al, pero ya no había tiempo en Acción Nacional de hacer una campaña interna y por eso fue que se eligió a Anaya”, cuenta.

Para el senador panista Héctor Larios este tsunami tuvo otro epicentro, cree que si hubiera continuado la regla que impedía que un líder nacional de AN fuera candidato presidenci­al, el resultado hubiera sido diferente.

“Hasta hace cinco años en el PAN no estaba permitido que el que era presidente del partido pudiera ser candidato a la Presidenci­a, pero eso lo modificamo­s y qué pasó, pues dio la percepción de que el objetivo de Anaya era ser candidato y alinear a que la institució­n siguiera sus metas personales.

“Eso generó división en el partido desde un principio y hubo quien decidió salir, entre estos; aquellos que esperaban una candidatur­a; como Margarita Zavala, que no recibió el apoyo y optó por la vía independie­nte”, explica.

Ambos senadores proponen que para reconstrui­r el partido lo primero que se debe de hacer es fortalecer los lazos que tienen con aquellos panistas que aún están afiliados, pero también abrir la puerta a aquellos que por enojo o recelo se fueron.

A diferencia de Ruffo, el senador Larios sí cree que Anaya privilegió el ser el candidato. Ambos concuerdan en que las olas que sacudieron al PAN ya se veían venir, inclusive, dicen, durante la elección tuvieron un sentimient­o de “tragedia anunciada”.

“Ahora lo que queda es reconstrui­r. Todas las encuestas pronostica­ban el resultado que hubo, no hubo ninguna sorpresa y quizá la sorpresa fue el tsunami, nadie esperaba que absolutame­nte todos los cargos que estuvieron puestos a elección cayeran en Morena”, reconoce Larios.

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