La Corte, el último contrapeso
El intestino sabe mejor, hay que aprender a escuchar las entrañas.
Todos hemos escuchado que en política, para evitar el avasallamiento de un poder, el Ejecutivo en este caso, es fundamental la existencia de pesos y contra pesos, lo que yo reduzco a la última expresión, los contrapesos que en física conforman el equilibrio y en el ejercicio de gobierno, la contención.
Ya no estamos en aquellos tiempos del priato en los que el presidente de la República designaba a los coordinadores de su mayoría en el Congreso y al presidente de la Suprema Corte de Justicia, aunque en el primer caso hayamos regresado con otro partido y en el segundo se libra una lucha.
Con base en los resultados del proceso electoral del 1 de julio, que nadie puede poner en duda, gusten o no, Andrés Manuel López Obrador ganó con el mayor número de votos de la historia de México, más de 30 millones y con 53 por ciento que el último que lo superó fue Miguel de la Madrid en 1982, más su mayoría en el Congreso que no tiene antecedente desde 1985, que lo deja a unos cuantos legisladores de la calificada, que reunirá con la cargada de otras fracciones, lo que hace que el Poder Legislativo deje de ser un contrapeso a la figura presidencial y se convierta en un peso legitimador a su favor.
Así, el único contrapeso que queda es la Suprema Corte de Justicia contra la que se ha enderezado desde hace tiempo una ofensiva —¿ re cuerda los m in istrosmaic ea dos ?—, para desacreditarla con el tema de los salarios: repiten que un ministro gana 600 mil pesos al mes cuando su ingreso es de 269 mil, como lo publicó el DiarioOficialde laFederación del 27 de febrero, que puede parecer, y es mucho, pero es un sueldo que no se fijaron ellos mismos y tampoco los magistrados.
Pero sueldos aparte, lo que aprecio es una arremetida en dos tiempos contra la Corte, el último contrapeso al Poder Ejecutivo: el público, desprestigio por los sueldos, y el privadísimo, la creación de un Tribunal Supremo o Constitucional,
que lo desplazaría. Y entonces, sí, adiós contrapesos.