ristemente, el México de nuestros
narco recuerdos está por desaparecer para convertirse en quién sabe qué cosa. Se han perdido tanto los valores, por ejemplo, que lo que en otro tiempo hubiera sido una lucha encarnizada por el fideicomiso de Morena, que sin duda socavó el espíritu de las leyes y que algunas mentes serenas, de esas que tanto abundan, quisieran penalizar en el Cerro de las Campanas, se ha convertido en una cosa rarísima: el consejero presidente, don Lorenzo Córdova de mis pecados, Tatanka para los cuates, ha salido a defender la naturaleza impoluta y proba de la institución que atinadamente preside ante los señalamientos de los morenistas que están muy leninistas, y al mismo tiempo a decir que nada de lo que han investigado llevaría a cambiar los resultados electorales.
Esto debió desconcertar a no pocos de sus compañeros de la chamba que salían cual gremlins por todos lados a acusar al
Peje de ser maj malo que los creadores del Pemexgate. Bueno, solo les faltó hacer su
#LaChonaChallenge mientras señalaban hacia Morena como un peligro para la humanidad. Eso está muy bien, que haya un gran sentido justiciero como ocurrió con las elecciones en Coahuila donde siempre gana el moreirismo (que no morenismo), o como ha pasado con las tarjetas Monex o las del PRI en el Edomex o las del PeRDeré en la CDMX que resultaron ser ajenas a toda forma de clientelismo electorero.
Sí, estamos tan mal que hay mentes perversas que no solo no quieren que se bajen los sueldos a los Godínez VIP (no se vayan a quedar pobres y endeudados como cualquier mexicano promedio, dice aterrada la Conducef) y que desaparezca el CISEN. O sea, una institución con tan maravillosos resultados en contra del crimen organizado, que nunca ha caído en las tentaciones del espionaje (ellos nunca espían porque, como decían Los Polivoces, la polecía siempre en vigilia), y que ejecutaba grandes actos humanistas al acompañar a la gente en sus actividades cotidianas, al estar siempre pendiente de sus llamadas telefónicas o, incluso, acompañando a los sospechosistas al cine o a la fritanga. Ya lo he dicho varias veces por acá, que cuando dejabas los frijoles en la lumbre siempre le podías pedir a los Cisen que le apaguen a la hornilla.
Con este valioso centro no había posibilidad de descomposturas como pasó con el avión presidencial. ¡Qué oso para mi licenciado Peña con sus invitados! ¡Tanto que costó el cacharro para que no funcione a la hora buena! ¿Qué va a decir el López Obrador ese, que compraron la nave en el Segunda Mano? Con razón los grandes analistas aeronáuticos decían que venderlo era un mal negocio. Chale. Ahora hay que buscar un incauto que la compre en abonos chiquitos para pagar poquito. O que la línea de crédito de 10 mil millones que guarda el sueño de los justos, sea utilizada para darle una manita de gato.
¡Ese Cisen no se toca, basta ya de tonterías!