Correspondencia
La correspondencia es un principio fundamental de la política exterior. Se trata básicamente de establecer relaciones de igualdad o complementación y ese es el problema cuando tu contraparte se llama Donald Trump.
Las cartas intercambiadas entre el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y el mandatario estadunidense parten del error de que la negociación con Washington es simétrica. No lo es, al menos no para el hombre encargado de tomar las decisiones del otro lado.
Por eso es importante asumir su contenido con una buena dosis de escepticismo. Empezando por el tema de la migración en el que Trump asegura tramposamente tener importantes coincidencias con AMLO.
En el cuarto párrafo de la carta en la que Donald Trump responde a López Obrador, el estadunidense dice creer en la migración legal cuando desde la Casa Blanca Trump ha apoyado iniciativas que buscan reducir la inmigración autorizada a su país hasta en 50 por ciento de los niveles actuales.
También dice respaldar un acercamiento integral al reto de la migración indocumentada, cuando todo lo que ha dicho y hecho hasta hoy muestra que para Trump la solución se limita a emprender acciones punitivas y no a trabajar en las causas de raíz que provocan esta migración.
Pero, más allá de los específicos, lo importante es entender que para Trump México no es un igual, no somos un socio estratégico, ni un aliado natural. Para Trump México es una herramienta política, una carta electoral y nada más.
Por eso el Presidente electo se equivoca si cree que puede desarrollar una relación personal con Trump y que a través de esa relación podrá recomponer el rumbo de la relación bilateral.
Los últimos dos años deberían servir como la mejor evidencia de que mientras Donald Trump sea presidente, la relación entre México y Estados Unidos debe ser más institucional que nunca. El éxito estaría en mantenerla lejos de la oficina oval y cerca del capitolio. Lejos de Trump y cerca de los gobiernos locales con quienes sí existe esa correspondencia.