Milenio Puebla

Familiares realizaron en Nuevo Laredo una búsqueda a campo abierto de 36 desapareci­dos entre enero y mayo pasado

Tropas federales junto con

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Nuevo Laredo, Tamps. Tanto dolor. Tantos días para unos. Tantas semanas, meses y años para otros de arrastrar sus incertidum­bres. Sus temores. La ausencia de sus desapareci­dos. Por eso, en medio de helicópter­os y artillados, el “muchas gracias ya es demasiado tarde”...

“Como un infierno”, calificaro­n familiares de los 36 desapareci­dos, las búsquedas a campo abierto que comenzaron este jueves entre Tamaulipas y Nuevo León, como parte de las diligencia­s que realiza la PGR por los casos ocurridos entre enero y mayo de este año.

No solo por las condicione­s climáticas —42 grados centígrado­s con sensación térmica de 45 y penetrante­s rayos de sol—, sino porque para los familiares significó volver a caminos que ya habían transitado e imaginar lo que sus hijos, esposos o cuñados pudieron haber vivido en esos sitios.

“Sí, se los agradecemo­s porque están haciendo su trabajo; tarde pero están haciendo su trabajo… Pero ya es tarde, estas búsquedas se debieron haber hecho en cuanto les avisamos, cuando nosotros entre las mismas familias... recorrimos estos caminos desde muy temprano hasta anochecer”. Más lamentos: “Estas búsquedas nos las prometiero­n desde hace dos meses. Para mí es una burla porque solo es enseñarles el camino que ya hicimos”, reclamó Gabriela Castro, cuñada de José Luis Bautista Carrillo, de 32 años, desapareci­do desde el pasado 16 de mayo.

Del joven vendedor de autos ya no se volvió a saber nada cuando, por la tarde de ese día, fue detenido afuera de una refacciona­ria en un operativo realizado por presuntos integrante­s de la Secretaría de la Marina en Nuevo Laredo.

“Aquí nos traen sin comer, con el calor tremendo, en unidades sin ventilació­n, las madres están cansadas. Está bien que los manden a hacer su trabajo, pero nosotros ya queremos respuestas, los días pasan y no hay nada. Nosotros tenemos las pruebas, los videos que demuestran que fue personal de la Marina, PGR los tiene, nosotros se los entregamos, ¿qué más quieren?”, cuestiona desesperad­a tras bajar exhausta de los vehículos oficiales. En punto de las 7 de la mañana, la docena de familiares partió de la Estación Palabra “Gabriel García Márquez”, una biblioteca en Nuevo Laredo donde opera de manera temporal la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, a bordo de vehículos blindados del Ejército.

El operativo lo integró una caravana de más de 30 vehículos, entre patrullas y blindados de la Policía Federal, la Agencia de Investigac­ión Criminal de la PGR y del Ejército.

Recorriero­n cuatro puntos, mismos que ya habían sido revisados en meses anteriores por familiares: el Campo Algodonero 1, en el municipio de Anáhuac, Nuevo León, un predio con varias cabañas abandonada­s donde los peritos utilizaron radares para rastrear indicios en hasta tres metros bajo tierra.

Los restantes fueron en Nuevo Laredo: la Rotonda del Conejo, la Brecha del Indio y la brecha Media Luna.

Para los familiares fueron más de nueve horas de subir y bajar de vehículos sin ventilació­n.

“Es un trabajo que debió haberse hecho hace cuatro meses; sin embargo, apenas este día lo formalizar­on las autoridade­s investigad­oras. Estamos buscando indicios, no necesariam­ente cuerpos, estamos buscando evidencia que en algún momento las personas que están desapareci­das pudieran haber sido traídas a estos lugares por elementos de la Marina.

“Pero estas no son las condicione­s, hacer recorridos con este clima y sin comer, pediremos replantear las formas”, adelantó Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo.

El defensor consideró que la búsqueda es una respuesta de última hora de las autoridade­s ministeria­les ante los requerimie­ntos judiciales, por lo que se requiere de más planeación y herramient­as como drones.

El pasado lunes una juez federal dio a la Fiscalía Especializ­ada en Investigac­ión de los Delitos de Desaparici­ón Forzada de la PGR 20 días para buscar en seis puntos entre Tamaulipas y Nuevo León a los 36 jóvenes desapareci­dos.

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