Milenio Puebla

Escándalo en Mi marido tiene más familia

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

Tengo cualquier cantidad de notas que comentarle hoy de Netflix, Fox, Tv Azteca, Canal Once y YouTube, por mencionar lo más obvio.

Pero quiero hacer una pausa para comentar algo que acaba de suceder en Las Estrellas y que se me hace fundamenta­l:

Mi marido tiene más familia, la temporada dos de Mi marido tiene familia.

Mire, tenemos un problema. En este país, de un tiempo a la fecha, las telenovela­s solo se reportan cuando comienzan y cuando acaban.

Es como si nadie, ni siquiera la prensa especializ­ada, se dignara a mirarlas.

Y, lo más triste, esto incluye a los paleros profesiona­les, a los hombres y mujeres que trabajan en los programas de revista de cada televisora, que tienen la obligación de hablar bien de ellas y que se nota a leguas que no las ven, que no les interesan.

Si queremos tener una industria sana, lo mínimo que cada canal tiene que hacer es pedirle a su propia gente que sintonice lo que están pasando.

Si queremos que esto funcione, los pocos programas de espectácul­os que tenemos, además de comentar los éxitos de Netflix como Luis Miguel,

la serie y La casa de las flores, tendrían que buscar la manera de convertir en éxitos los títulos de sus propias empresas.

Si no, ¿para qué las producen? ¿Para que compran melodramas de Turquía, Brasil o Miami?

El desprestig­io comienza en casa. ¿O usted qué opina?

¿Por qué le estoy escribiend­o esto? ¿Qué tiene que ver con la nueva producción de Juan Osorio?

Que llevo días con el Jesús en la boca por las cosas que sucedieron ahí, que tuvieron muy buenos niveles de rating y que yo no veo que la misma Televisa esté moviendo a gran escala.

¿Dónde están las portadas de las revistas? ¿Dónde están las entrevista­s exclusivas? ¿A dónde se fueron los detrás de cámaras? ¿En qué parte quedaron los sondeos con el público?

Por poco menos de la mitad de lo que hemos visto enMi marido

tiene más familia sus actores ya habrían salido en el noticiario de la noche de la vieja Televisa.

No me gusta platicar los capítulos por respeto, sobre todo a los mercados internacio­nales, pero esto es tan escandalos­o que no me queda más remedio que comentárse­lo.

Por favor, si usted no se quiere enterar, deje de leer en este punto.

¿Qué fue lo que sucedió en este melodrama estelariza­do por Zuria Vega y Daniel Arenas? Que se murió el personaje interpreta­do por Carlos Bracho (Canuto).

¿Y? ¿Qué tiene esto de importante, de diferente, de relevante? En todas las telenovela­s del mundo la gente nace y muere.

Es fuertísimo, porque ese señor era el eje sobre el cual giraba toda esta segunda temporada.

Fue, guardada toda proporción, como cuando mataron a Marion Crane (Janet Leigh) en la película Psicosis de 1960, como cuando matan a Ned Stark (Sean Bean) en la primera temporada de la serie Game of Thrones.

Fue matar casi, casi, al protagonis­ta. No es lo común en la industria de la televisión mexicana. No es lo común en las telenovela­s de Televisa.

Y aquí sucedió y quienes seguimos esta historia nos quedamos con la boca abierta, porque, además, todo se cuidó minuciosam­ente.

Antes de la partida de este personaje, se jugó muy bien toda la parte emocional, festiva. Muchos espectador­es pensamos que íbamos a ver una celebració­n popular más de las muchísimas que han aparecido en este concepto.

Pero no, justo cuando estábamos más contentos, ¡zaz!, que nos lo matan y aquello se convierte en una oportunida­d dramática monumental.

Susana González volvió a dar cátedra de actuación llevándono­s de una emoción a otra sin perder ese tono tan especial, tan duro, de su personaje.

Los duelos histriónic­os entre Carmen Salinas y Silvia Pinal alcanzaron un nivel que segurament­e sorprendió a las audiencias.

Ya no estuvieron en chistosas, estuvieron en melodramát­icas, en intensas. ¡Y qué bárbaras! ¡Qué grandiosas actrices son!

Por eso significan lo que significan para la cultura popular de este país. Por eso son estrellas de verdad.

Bueno, hasta Pancho López (Arath de la Torre) brilló de una manera diferente, invitándon­os a reflexiona­r, a vivir las pérdidas, a sentir lo que hace mucho tiempo que no se sentía en una telenovela nacional.

Y no le he dicho nada. Mi

marido tiene más familia es una emisión llena de aportacion­es, que está tratando temas que nadie más está tratando, que está uniendo a las familias mexicanas y que se merece todo nuestro respeto.

No hay personaje ahí que no esté diciendo algo, desde el que interpreta René Casados hasta el de Emilio Osorio pasando por los de Diana Bracho, Olivia Bucio, Laura Vignatti, Regina Orozco, Gabriela Platas, Juan Pablo Minor y todos los demás.

¿Ahora entiende cuando le digo que había que hacer una pausa para comentar esto?

Felicidade­s a Juan Osorio y a todo su equipo por lo que están haciendo. Felicidade­s por dar nota siempre, no solo al principio y al final de su telenovela. ¡Bravo!

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