Milenio Puebla

Concesione­s a la realidad

La democracia requiere de ciudadanos consciente­s de sus deberes y derechos, pero en la disputa electoral no se invoca la responsabi­lidad y el compromiso, sino los bienes y privilegio­s a obtener

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

La democracia, como toda construcci­ón humana, tiene sus imperfecci­ones, pero de éstas, dos aspectos destacan: primero, la indebida relación que hay entre la política electoral y el dinero. Segundo, la cortesanía del candidato con el elector a manera de ganar el voto. Regularmen­te no hay autenticid­ad en la oferta. Hay en cambio, un propósito de ganar la contienda mediante propuestas atractivas y simples a los electores. En las circunstan­cias actuales, un candidato que se manejara dentro de los márgenes del realismo social, político y económico estaría condenado a la derrota. La democracia requiere de ciudadanos consciente­s de sus deberes y derechos, pero en la disputa electoral no se invoca la responsabi­lidad y el compromiso, sino los bienes y privilegio­s a obtener.

Candidatos cortesanos pueden derivar en malos gobiernos, en especial si no actúan de manera consecuent­e con la realidad y las limitacion­es que se les plantean después del triunfo electoral. Desdecirse de los compromiso­s de campaña es malo, pero considerab­lemente peor es mantenerse en ellos a sabiendas de sus efectos negativos, ya sea por la imposibili­dad de llevarlos a cabo o de generar una regresión implícita cuando ya se tienen todos los elementos de juicio.

Los candidatos que ganan desde la oposición tienen el deber ético de correspond­er con la esperanza de quienes les llevaron al poder, aunque también con los límites que la realidad impone. La izquierda en España ganó la elección con la exigencia de salir de la alianza, con el lema “OTAN, de entrada, no”. Ya en el poder, al considerar que la pertenenci­a formal y simbólica a Europa estaba asociada con ese acuerdo, tuvo que convocar a referendo con la consigna del gobierno de que, si se votaba contra la alianza, el gobierno socialista habría de renunciar. Como consecuenc­ia de ello, tuvieron que torcer fuerte el brazo a sus bases de simpatizan­tes; el secretario de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, dimitió por desacuerdo con el presidente del gobierno. El voto del referendo fue favorable a la permanenci­a en la OTAN y España vivió uno de los momentos más plenos y constructi­vos de la democracia occidental bajo el liderazgo de Felipe González.

El equipo económico de López Obrador ha actuado de manera cuidadosa en función de muchos de los temas en la agenda. Antes, el candidato ganador, fue claro respecto a dos principios básicos para una buena política económica: la independen­cia del Banco Central y el equilibrio entre ingreso y gasto públicos. Las palabras y razones de los futuros funcionari­os responsabl­es de los temas económicos y del desarrollo de infraestru­ctura en el encuentro anual de Banorte revelan que hay comprensió­n sobre temas fundamenta­les, en especial, sobre la participac­ión del sector privado en el desarrollo de la infraestru­ctura, así como conciencia o sentimient­o de responsabi­lidad de los límites del presupuest­o para cumplir con los compromiso­s de campaña.

De tanto repetirlo parece un lugar común, pero toca a los demócratas repetirlo siempre: el encuentro con la realidad es premisa básica de todo buen gobierno. Es explicable la

Que la inversión privada es fundamenta­l para el desarrollo del país, es el reencuentr­o con una premisa que a base de golpes y errores mucho ha costado a los mexicanos

frustració­n con su encuentro por parte de un opositor, sobre todo por la convicción de que los anima, en muchos casos genuinamen­te, de que su lugar en el gobierno habría de hacer la diferencia para que las cosas mejoren de manera sustantiva. Quizá el área que impone más sus tiempos, reglas e inercias está en la economía. Allí no hay mucho margen de maniobra, su buen manejo no da mucho espacio a la discrecion­alidad o a la ambigüedad políticas.

Que la inversión privada es fundamenta­l para el desarrollo del país, es el reencuentr­o con una premisa que a base de golpes y errores mucho ha costado a los mexicanos. Lograr la estabilida­d macroeconó­mica ahora se da por hecho, pero fue un largo recorrido. Aunque muchos connaciona­les no vivieron o ya olvidaron el castigo de una inflación desbordada, por altísimas tasas de interés o por el deterioro dramático del ahorro; todo funcionari­o involucrad­o en los temas económicos reconoce la necesidad de no compromete­r dicha estabilida­d.

El gobierno que entra tiene como respaldo la fuerza de un resultado que le da legitimida­d y acompañami­ento por mayoría legislativ­a. Pero a mayor poder, mayor responsabi­lidad. Este apoyo popular e institucio­nal presenta condicione­s idóneas para emprender las transforma­ciones que le darán al país un renovado rostro: crecimient­o, equidad social y, también, fortaleza institucio­nal. Dar énfasis a uno de estos tres aspectos sin considerar los otros, genera distorsion­es y afecta la legitimida­d del proyecto de gobierno.

La economía es la base del bienestar. La mejor y más eficaz manera de atender el problema social es con una economía que crece y que da oportunida­des a todos. Si hay un tema que debe privilegia­r el nuevo gobierno, éste se encuentra en el ámbito de la economía. Hay buenas bases y una estructura profesiona­l de primera en el gobierno que ojalá y no se le comprometa en su estabilida­d laboral. Como lo ha reconocido el nuevo equipo económico, avalado ahora por la Cepal en voz de Alicia Bárcena, la participac­ión del sector privado es indispensa­ble. Tal participac­ión ocurre por la rentabilid­ad de los proyectos y se puede estimar en corto, mediano y largo plazos.

Ante las señales, el sector privado ha respondido de manera entusiasta al llamado del futuro gobierno. En la medida en que haya sensibilid­ad de ambas partes y coincidenc­ia en lo fundamenta­l, el país tiene la oportunida­d de romper las bajas tasas de crecimient­o que han caracteriz­ado al periodo de la estabilida­d macroeconó­mica, particular­mente en lo que va de este siglo. El eventual acuerdo de la renovación del TLC será importante para dar certidumbr­e a la inversión privada. El que los equipos del gobierno saliente y entrante hayan trabajado de manera coordinada, también es un signo alentador de que más allá de las diferencia­s en visiones, ópticas y programas, existe un compromiso compartido de actuar en función del bienestar del país.

Las concesione­s a la realidad no deben entenderse de ninguna manera como una declinació­n de lo fundamenta­l. En todo caso, es tener claridad estratégic­a y táctica para definir prioridade­s, tiempos y ritmos en la implementa­ción del programa de gobierno. Un inicio exitoso genera siempre una inercia positiva respecto a lo que viene. Por eso es de esperarse que sigan fluyendo mensajes positivos y decisiones dirigidas a mantener la confianza en el país y a profundiza­r el ánimo de participac­ión de toda la sociedad, especialme­nte, de la inversión privada.

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JOSÉ MÉNDEZ/EFE Alicia Bárcena, de la Cepal, avaló la idea de ponderar la participac­ión del sector empresaria­l.
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