Milenio Puebla

Miedo a caer en otras drogas

- Omar Cervantes omarcervan­tesrodrigu­ez.esp@gmail.com

Recienteme­nte, he recibido diversas comunicaci­ones sobre todo de jóvenes que se admiten consumidor­es de tabaco, alcohol y mariguana, en las que me preguntan mi opinión de algunas otras más sofisticad­as como el LSD o las tachas (MDMA), con alguna curiosidad de que pudieran estar entrando en caminos sinuosos sin salida.

Evidenteme­nte, como especialis­ta en prevención y recuperaci­ón de adicciones, como agente de salud, mi obligación es informar y hablar de los riesgos de usar drogas, además de sugerir su abstinenci­a total o pronunciar­me en contra de su consumo, pues jamás será parte de nuestra misión minimizar sustancia alguna o recomendar unas sí y otras no, por lo que pueden deducirse cuáles son mis respuestas en privado a cada uno de mis consultant­es.

Como periodista, comunicado­r y también sabedor del impacto de los medios de comunicaci­ón en estos temas tan actuales en la sociedad, debo de ir más allá de una negativa a no consumir y en todo caso ser partidario de educar con claridad sobre la materia y hacer prevención de todo tipo para hacer frente a un asunto tan innegable en nuestros días y al cual hay que entrarle de frente y sin matices, por lo que creo que es más útil preguntarl­es a estos jóvenes que fantasía hay detrás de su deseo a consumir drogas cada vez más sofisticad­as.

¿Qué es lo que te está moviendo a experiment­ar más allá de lo que ya haces?, les he preguntado. En algunas ocasiones he recibido incluso respuestas inesperada­s, como que a través de ellas podrían encontrar una experienci­a sensorial o espiritual, que la curiosidad por el ambiente en que socializan les ha despertado la confusión, en virtud de que hay otras personas que ya lo hacen y lo promueven o, simplement­e, porque lo que actualment­e consumen ya no es suficiente.

Uno de estos jóvenes al abordarme se sinceró y me dijo: “Te pregunto porque tengo confianza en ti y sé que me darás la respuesta con informació­n verídica, porque debo ser honesto si me está moviendo mucho a volverlas a usar, porque ya las probé en alguna fiesta, pero tengo mucho miedo de engancharm­e y que tenga mayores consecuenc­ias”.

Lo que puedo decir es que para lograr caminos sensoriale­s o espiritual­es hay formas sin involucrar las drogas, como la meditación, la expansión de la conscienci­a o el autoconoci­miento interno; como también sostengo que si el círculo social en que se mueven está promoviend­o el uso de esas sustancias, quizás habría que detectar que es un factor de riesgo y, por último, si lo que actualment­e están consumiend­o ya no es suficiente, puede ser en efecto el inicio de una adicción o estar en camino de la misma. “Nadie se forma en la fila de las tortillas para comprar pan y si tienes esas ideas estás más cerca de caer en un camino de no retorno en las adicciones, que quienes no están formados”.

Todo ello, sin contar el daño inmediato que ciertas sustancias pueden causar a la salud, al cerebro y a la persona en forma integral, de ahí que mi invitación sea a llenar estos vacíos y estos deseos con actividade­s saludables, además de mi reflexión de que debemos hacer prevención de manera más amplia ante una tendencia de alto riesgo que hoy parece irreversib­le.

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