Miedo a caer en otras drogas
Recientemente, he recibido diversas comunicaciones sobre todo de jóvenes que se admiten consumidores de tabaco, alcohol y mariguana, en las que me preguntan mi opinión de algunas otras más sofisticadas como el LSD o las tachas (MDMA), con alguna curiosidad de que pudieran estar entrando en caminos sinuosos sin salida.
Evidentemente, como especialista en prevención y recuperación de adicciones, como agente de salud, mi obligación es informar y hablar de los riesgos de usar drogas, además de sugerir su abstinencia total o pronunciarme en contra de su consumo, pues jamás será parte de nuestra misión minimizar sustancia alguna o recomendar unas sí y otras no, por lo que pueden deducirse cuáles son mis respuestas en privado a cada uno de mis consultantes.
Como periodista, comunicador y también sabedor del impacto de los medios de comunicación en estos temas tan actuales en la sociedad, debo de ir más allá de una negativa a no consumir y en todo caso ser partidario de educar con claridad sobre la materia y hacer prevención de todo tipo para hacer frente a un asunto tan innegable en nuestros días y al cual hay que entrarle de frente y sin matices, por lo que creo que es más útil preguntarles a estos jóvenes que fantasía hay detrás de su deseo a consumir drogas cada vez más sofisticadas.
¿Qué es lo que te está moviendo a experimentar más allá de lo que ya haces?, les he preguntado. En algunas ocasiones he recibido incluso respuestas inesperadas, como que a través de ellas podrían encontrar una experiencia sensorial o espiritual, que la curiosidad por el ambiente en que socializan les ha despertado la confusión, en virtud de que hay otras personas que ya lo hacen y lo promueven o, simplemente, porque lo que actualmente consumen ya no es suficiente.
Uno de estos jóvenes al abordarme se sinceró y me dijo: “Te pregunto porque tengo confianza en ti y sé que me darás la respuesta con información verídica, porque debo ser honesto si me está moviendo mucho a volverlas a usar, porque ya las probé en alguna fiesta, pero tengo mucho miedo de engancharme y que tenga mayores consecuencias”.
Lo que puedo decir es que para lograr caminos sensoriales o espirituales hay formas sin involucrar las drogas, como la meditación, la expansión de la consciencia o el autoconocimiento interno; como también sostengo que si el círculo social en que se mueven está promoviendo el uso de esas sustancias, quizás habría que detectar que es un factor de riesgo y, por último, si lo que actualmente están consumiendo ya no es suficiente, puede ser en efecto el inicio de una adicción o estar en camino de la misma. “Nadie se forma en la fila de las tortillas para comprar pan y si tienes esas ideas estás más cerca de caer en un camino de no retorno en las adicciones, que quienes no están formados”.
Todo ello, sin contar el daño inmediato que ciertas sustancias pueden causar a la salud, al cerebro y a la persona en forma integral, de ahí que mi invitación sea a llenar estos vacíos y estos deseos con actividades saludables, además de mi reflexión de que debemos hacer prevención de manera más amplia ante una tendencia de alto riesgo que hoy parece irreversible.