Milenio Puebla

Y cincuenta años de Canoa

- Juan Gerardo Sampedro jgsampe@me.com

E n septiembre próximo ya (cuánto insisto y ocupo mi pensamient­o con el recorrido del tiempo) estaremos hablando de los cincuenta años de los sucesos de Canoa, conocidos “por lo menos en la historia contemporá­nea” como una previa manifestac­ión de la violencia inexplicab­le del estado mexicano contra todo aquello que les pareciera o sonara a escándalo y atentado a las garantías individual­es.

Resumo: un grupo de jóvenes universita­rios se dirigían a escalar La Malinche aprovechan­do el patriótico puente de septiembre. Una fuerte lluvia los detuvo y no tuvieron manera de regresarse a la ciudad, así que buscaron refugio en una humilde casa que ahora ya ni debe existir.

El párroco azuzó a los habitantes del lugar diciéndole­s que habían llegado los comunistas a robarse a su virgen patrona. Los altavoces y las campanas de la iglesia llamaban a defender a los santos y a los niños de esos “comunistas que habían llegado con una propaganda subversiva”.

El resultado: el linchamien­to contra ellos y los dueños de la casa del que sólo sobrevivie­ron pocos. Me entero que el único sobrevivie­nte también ha muerto no hace mucho.

Recuérdese que en México y en el mundo se daba una gran agitación de los jóvenes que buscaban otras expectativ­as de vida.

Es como lo decía Keith Richards (Cfr. Alejandro Toledo) Hubo “a todos los niveles”una explosión: una especie de invasión de jóvenes que buscaban un escape. Lo tuvieron en la música (el agregado es mío) y en la política pero México estaba siendo gobernado y conducido, nadie lo niega hoy, por un GDO lleno de paranoia que pensaba que cualquier movimiento que girara mínimament­e a izquierda o derecha, sería un intento para desestabil­izar su mandato y sobre todo la realizació­n de la olimpiada.

Luego de Canoa vendrían los consabidos hechos de la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre.

Encontré en una hemeroteca una gran cantidad de testimonio­s sobre el tema y los contrasté con las versiones oficiales. El espacio no me dejará ahondar en esto pero me he detenido a revistar “Canoa, Memoria de un hecho vergonzoso” de Tomás Pérez Turrent, guión editado por la Universida­d Autónoma de Puebla en 1984, a pesar de que la cinta se había filmado en Santa Rita Tlahuapan antes, en 1975.

Pérez Turrent realizó una investigac­ión de campo.

Contaba, a manera anecdótica el divertido y ameno Manolo, hermano de periodista Alberto Domingo, que precisamen­te el cineasta lo buscó hasta encontrarl­o en una pequeña cantina del Centro Histórico para preguntarl­e su versión de los hechos. La respuesta la da el mismo Pérez Turrent en el prólogo del guión “¿Y cómo voy a contarte lo que no debo si no sé si eres de la CIA?”

Tanto el guión como la película, salvo una que otra contradicc­ión que hicieron notar en su momento los protagonis­tas históricos sobrevivie­ntes, se apega a “lo que se supo”. Lo demás nunca lo sabremos. Lo único es que el párroco murió en una alejada comunidad, protegido y en la impunidad; lo cierto es que mucho de lo que aconteció aquel día del 14 de septiembre de 1968 en San Miguel Canoa, ha quedado 50 años en los archivos ocultos y enlodados.

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