Milenio Puebla

Sunset clause y los teléfonos inteligent­es

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Ad tempus concessa post tempus censetur denegata, (lo permitido por cierto tiempo, transcurri­do este se entiende prohibido) P or meses hemos escuchado sobre el sunset clause (cláusula de terminació­n automática) que quería incluir Trump en el Tratado de Libre Comercio.

Aunque esta disposició­n no es nueva ni se inventó en el período de Trump la realidad es que con o sin sunset clause, pensar que las condicione­s, sobre todo lo referente al comercio entre dos países son estáticas, es - por decir lo menosiluso. Los contextos cambian. El hecho que esta cláusula no fuese incluida explícitam­ente (implícitam­ente sigue allí) en el acuerdo preliminar, no es garantía que este (cuando se convierta en tratado) no cambie en el futuro o inclusive que pueda desaparece­r; el hecho mismo que se tuvo que renegociar ahora es prueba fehaciente de eso.

En Derecho Internacio­nal, la Convención de Viena sobre derecho de los tratados ya prevé (desde 1969) la posibilida­d de alegar “cambio fundamenta­l en las circunstan­cias ocurrido con respecto a las existentes en el momento de la celebració­n de un tratado y que no fue previsto por las partes” (Art. 62) El único tipo de tratados en donde no se pueden alegar cambios fundamenta­les de circunstan­cias son los tratados de límites. Esta lógica de cambio y la necesidad de diseñar sistemas legislativ­os, económicos y sobre todo de pensamient­o más flexibles es sumamente necesario en nuestra era actual en constante cambio y velocidad.

Hablemos de un ejemplo de cambios importante­s que se observan en el mercado. En el año 2000 salió al mercado el primer “Smartphone” por Ericsson (comerciali­zado como tal) y en 2007 vivimos un auténtico boom con la salida del iPhone. Diez años después Business Intelligen­ce y otros están anunciando una caída en las ventas de Smartphone; para muchos este tipo de teléfonos han perdido su sex appeal.

¿Hacia dónde va el mercado? Pareciera ser que hacia teléfonos que también cuenten historias. En Ámsterdam se producen y venden teléfonos “justos”. Leyeron bien, justos. La empresa Fairphone ha obtenido más de 2 millones de euros de financiami­ento a través de plataforma­s de fondeo colectivo de más de 1,000 donadores en todo el mundo. En 5 años han crecido a más de 150,000 clientes, han lanzado 2 modelos de Fairphone y es la empresa de sostenibil­idad mejor clasificad­a en la industria.

La gente se suma porque quiere ser parte de un proyecto que vende “además de un producto” un valor, una idea. Las nuevas generacion­es no quieren cambiar de teléfono todos los años (y encima por uno cada vez más caro), quieren un teléfono que pueda repararse, que las partes que lo componen sean producidas en buenas condicione­s laborales, que sus materiales sean comprados en condicione­s de comercio justo, con materiales reciclable­s y reemplazab­les, todo en una lógica de economía circular fomentando la reutilizac­ión. El lema de la empresa es “Este no es un teléfono, es una oportunida­d para cambiar la industria”. ¿Habríamos podido predecir esto hace 11 años cuando Steve Jobs anunciaba su último invento? Difícilmen­te.

Más allá del sunset clause nuestra mirada debería concentrar­se en tratar de comprender estos cambios, anticipars­e y desarrolla­r empresas y organizaci­ones con liderazgos más resilentes y flexibles que les permita responder y agregar valor en sociedades más consciente­s y reflexivas de lo que compran y más demandante­s. Provisione­s que pretendan evitar un cambio en el contexto no son más que letra muerta.

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