Ex presidente en funciones
El chascarrillo en radio pasillo de moda, para hablar de Enrique Peña Nieto, se refi eren a él como el ex presidente en funciones, para diferenciarlo del presidente electo, con acciones constitucionales de facto.
Solo en México, entre muchas naciones, se puede presumir de contar con dos presidentes en funciones, el electo y el constitucional, sin considerar que Andrés Manuel López Obrador se “reeligió” de “presidente legítimo” a “presidente electo”.
Desde la noche del 1 de julio, el presidente en funciones tenía prisa por convertirse en “ex presidente en funciones”, mandó señales públicas de ello.
El electo el 1 de julio, por el contrario, tenía prisa de ser el presidente electo, porque desde la campaña había revelado los nombres de quienes integrarían el gabinete federal; no habían pasado las horas de la confirmación del triunfo, y ya hacía públicos los primeros nombramientos.
En la víspera de la jornada electoral del 1 de julio, fue el entonces candidato Ricardo Anaya quien ya adelantaba la existencia de un “pacto” o acuerdo de “impunidad”, entre los inminentes entrante y saliente.
Es en este contexto que, para cumplir con el calendario constitucional, el presidente en funciones entregó de manera formal el sexto y último informe al Congreso de la Unión, para posteriormente enviar un mensaje en Palacio Nacional, frente a una reducida audiencia.
Y es curioso el comportamiento de los presidentes entrante y saliente, aunque parecieran acuerdos de facto. El entrante no quiso opinar del informe del saliente, porque no lo conocía, respondió AMLO al ser cuestionado por los reporteros.
No obstante, López Obrador le espetó al presidente saliente que la reforma educativa sería cancelada, se lo reiteró de frente, en la reunión de los gabinetes entrantes y salientes en el Palacio Nacional, advertencia que machacó la “patriota”, “mártir” y “honesta”, Elba Esther Gordillo, el mismo 20 de agosto.
Pero el “ex presidente en funciones”, el saliente, ocupó varios minutos para defender la reforma educativa que, subrayó, acabó con el “clientelismo” de la contratación de maestros que estaba sujeta a “intereses personales”. La última defensa a la inevitable contra reforma educativa.