Milenio Puebla

En Canoa, persiguier­on a la familia de Lucas García

A Tomasa Arce, viuda de Lucas, intentaron matarla, relata Alberta García

- POR RAFAEL GONZÁLEZ/PUEBLA

Alberta Guadalupe García Arce vive en la localidad de San Miguel Canoa. Su hogar se localiza en la privada Emiliano Zapata, a dos calles del templo dedicado a San Miguel Arcángel, el sitio donde hace 50 años el padre Enrique Meza Pérez les negó posada a cinco trabajador­es de la Universida­d Autónoma de Puebla (UAP) y después alentó a una turba de vecinos para que impidieran “que esos vándalos comunistas se quedaran con sus tierras y violaran a sus mujeres”.

Ella tenía entonces sólo siete meses de edad, pese a lo cual conoce con precisión lo que ocurrió el 14 de septiembre de 1968, cuando los empleados Roberto Rojano Aguirre, Ramón Calvario Gutiérrez, Julián González Báez, Miguel Flores Cruz y Jesús Carrillo Sánchez llegaron a esa población con rumbo al volcán La Malinche, donde buscaban acampar, pero tuvieron que quedarse en el pueblo debido a un torrencial aguacero.

Explica que su madre, Tomasa Arce, le contó constantem­ente detalle a detalle lo que originó el linchamien­to, donde perdió la vida su padre, Lucas García García, así como su tío Odilón; y los excursioni­stas Jesús Carrillo y Ramón Calvario.

“Lo que pasó, todo mi mamá me lo contó (…)le echaron la culpa porque trajo a los estudiante­s y dijeron que ya querían robar a San Miguel del Milagro y por eso se juntaron las personas y fueron a la casa de mi papá, y ya sabe, lo que siguen pensando hasta ahorita, que él fue el culpable de aquel tiempo, pero no, él los quiso ayudar, a los estudiante­s, les dio una posada allá en la casa y pues, sorpresa, ahí los fueron a sacar, los madrearon, les pegaron... lo que les hicieron”.

Cabe recordar que por la tromba, los empleados de la UAP se vieron obligados a pedir asilo en la presidenci­a y en el templo de la localidad, pero se los negaron.

En una tienda, Odilón García García les propuso quedarse con su hermano Lucas. Para entonces, el rumor sobre que eran comunistas, había sido propagado por el sacerdote Enrique Meza, quien en ese entonces era la máxima autoridad del pueblo.

Fue así como los jóvenes entraron

Alberta asegura que ya no hay odio de su parte, pero sí resentimie­nto La película Canoa fue exhibida en la comunidad, pero no pudo terminar de verla

a la casa marcada con el número 9 de la calle Benito Juárez. Cuando empezaban a cenar, sonaron las campanas del templo. Unos minutos después, la muchedumbr­e con machetes, palos, palas, piedras y pistolas llegó a la vivienda. Golpeaban la puerta y gritaban que entregaran a los comunistas.

Cuando intentaban tumbar con un hacha la puerta, Lucas, el dueño de la casa abrió tratando de apaciguar a sus vecinos, pero el golpe del hacha le cortó el cuello. Jesús y Ramón también fueron asesinados.

“Mi madre, cuando me platicaba, a cada rato me platicaba para que nunca se me olvide, y yo le decía, ‘ y porqué le hicieron eso’. Dice,

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JESÚS ZAVALA
 ??  ?? A la izquierda, reprografí­a de un retrato del cura Enrique Meza, publicada en la revista Tiempo Universita­rio y Alberta García, hija de Lucas García, el hombre linchado por ayudar a 5 hombres.
A la izquierda, reprografí­a de un retrato del cura Enrique Meza, publicada en la revista Tiempo Universita­rio y Alberta García, hija de Lucas García, el hombre linchado por ayudar a 5 hombres.
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FOTOGRAFÍA­S JESÚS ZAVALA-ANDRÉS LOBATO
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Aún existe el marco de piedra de la vivienda de Lucas García.

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