LAANTOJERÍA, DEL PARIÁN A SANTIAGO
El sismo le cambió la vida, rutina y trabajo a Yolanda
Hasta antes de las 13:14.40 horas del 19 de septiembre de 2017, la vida, rutina y actividades laborales de Yolanda Cansino Flores estaban más que definidas.
Pero después de ese martes, en el que se registró un terremoto cuya magnitud fue de 7.1 grados y cuyo epicentro se localizó a 12 kilómetros al sureste de Axochiapan, Morelos, según el informe del Servicio Sismológico Nacional de México, todo cambió.
Ella era la propietaria de La Antojería del Parián. Un restaurante que le daba trabajo a cinco personas, incluida ella, y que durante tres años logró ganarse la preferencia de los comensales de la zona y de los turistas que visitan esa área en búsqueda de artículos típicos del estado de Puebla, como dulces y diversos objetos fabricados en talavera.
“Para empezar me quedé sin local. Se quedó apuntalado. Es un local que ya no pudimos habitar. Nada más pudimos sacar nuestras cosas, lo que pudimos. Algunas cosas no pudimos mover mucho, porque las casas están frágiles”.
Añade: “¿Qué más recuerdo? Pues que fue algo horrible, porque todas las personas fuimos afectadas en toda la zona. Que todos acarreábamos. Veías mudanzas por todos lados, ese mismo día del temblor. También ambulancias, gente (que) corría, todos tratando de ayudar a la escuela que se cayó, a rescatar, todos preguntándonos: ‘¿Tú estás bien? ¿Tú estás bien?’”.
Rememora que por fortuna en el área donde se localizaba su negocio ninguna pérdida humana se contabilizó, aunque sí muchos estragos materiales.
“De repente sabías que al vecino se le había caído la barda en su coche. En el estacionamiento donde generalmente tenía la pensión, también. También la barda se le cayó”.
Cuenta que como a ella, a sus vecinos también les cambió diametralmente sus vidas, “porque por allá se vende mucha talavera y personas que tenían sus talleres o tenían sus locales de venta de talavera, eran camionadas de mercancía que sacaban, porque, pues aparte, no es algo que puedas ponerlo en una bolsa y te lo llevas. Tenían que empacar, veías a muchísima gente empacando toda su mercancía, pues sacando todas sus cosas. Gente de años se quedó sin locales”.
Apunta que otro estrago es que los empleados se quedaron sin trabajo.
“Nosotros íbamos rumbo al trabajo e igual, llegamos y ya no trabaja- mos (más) porque nos quedamos sin poderlo hacer. La verdad fue muy desolador. Nos tardamos como veinte días o hasta un mes para que esta zona reviviera. Era una zona completamente muerta”.
Informa que durante el movimiento telúrico ella se localizaba en las instalaciones de la Universidad
Recientemente inauguró otro negocio de comida, pero ahora en el barrio de Santiago “Respeté el nombre. Se llama Antojería, ya no es del Parián”, explica Yolanda
Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) realizando un trámite, por lo que tuvo, como todos, que evacuar el inmueble.
“(Posteriormente) Tuve que ir a recoger a mi hija, me hice más de una hora, llegué al negocio, al Parían, a las cuatro de la tarde”.
Asegura que durante el desarrollo del temblor lo único que pasaba por su cabeza era que su hija estuviera bien.
“Que mi familia estuviera bien y como que no te pones a pensar en otra cosa, sinceramente, pero ya cuando ves la realidad y tienes que despedir a tus empleados, pues fue una cuestión natural, no fue algo que hubiéramos premeditado y decir: ‘Voy a correr a mis empleados’. Fue la parte que a mí más me dolía, porque tenía (laborando) a dos muchachos de Oaxaca, uno de Veracruz y otra chica de Puebla, entonces todos, como hormiguitas, a agarrar nuestras cosas y volver a otras actividades”.
Resalta que fue un minuto que le cambió completamente su vida, porque dejó de lado todo por completo.
“A la gente con la que convivías, con quienes trabajabas. Todo, todo por completo”.
Abunda que económicamen-
te también le afectó muchísimo. “Todo te afecta, moral, emocional, económicamente, todo”.
Con nostalgia narra que la especialidad de su comedor eran los platillos tradicionales de la entidad, como el mole poblano, pipián y enchiladas, entre otros.
“Teníamos menú del día. A la gente ya le gustaba mucho, como era un local que estaba dentro del pasillo de El Parián, era el único, ahí no hay locales para poner restaurantes y ahí, nosotros adaptamos el local que está en la dos (oriente), bien acreditado. Todo el lugar muy bonito, con doble vista, porque tenía vista a la calle y vista al Parián”.
A casi un año del siniestro y aunque se esfuerza en rescatar el nombre de su ambigú, indica que de ninguna forma ha logrado reponerse, esto a pesar de que en el barrio de Santiago recientemente inauguró otro negocio de comida.
“Respeté el nombre. Se llama Antojería, ya no es del Parián. Sólo mi vajilla tiene el nombre y ya nos reubicamos en una nueva zona, que está en la UPAEP, a ver qué nos depara”.
La egresada de la licenciatura de Administración de Instituciones, narra que siempre tuvo el gusto por la cocina.
“Siempre y ahora con la oportunidad de poner el restaurante, la familia de mi esposo también tienen restaurantes, de hecho tienen un restaurante allá en El Parián, así que empezamos a convivir más en ese medio y pues ya, de aquí somos”.
Revela que ella tiene como platillo favorito los pipianes y a sus clientes el plato que más les atraía y en consecuencia más vendía, eran las enchiladas de mole poblano.
“Eran lo máximo y teníamos muchos platillos, como todos los días cambiábamos también. Entonces, vendíamos pelonas, cemitas, pues todo lo que era típico, chalupas”.
Aclara que el inmueble donde se asentaba su bufé de alimentos no era de su propiedad y hasta donde tiene conocimiento el propietario no tuvo ningún respaldo de parte de las autoridades.
“El local sigue apuntalado. Realmente la planta baja está apuntalada y está en la mera esquina de la dos (oriente) y la ocho (sur), pues porque ve que El Parián es la ocho, está en la esquina del Parián y el local está apuntalado. La mera esquina es la que está apuntalada”.
Anuncia que a pesar de los meses que han transcurrido ningún viso se reporta que contemplen repararlo.
Asimismo, da a conocer que carecía de un seguro que la protegiera por este tipo de siniestros, pero adelanta que con base en esta experiencia tiene más que definido la contratación de uno, aunque por el momento no lo ha adquirido, “pero sí, ya pregunté”.
Abunda: “En este momento no creo contratarlo porque voy empezando y ya sabe los gastos, pero sí, yo creo que sí, en algún momento (lo voy a contratar). Como prevención”.
Otro punto que menciona es que ante este tipo de contingencias es muy difícil tener un plan de vida.
“Desafortunadamente, aunque tú quieras llevar un plan, no hay ninguno, porque puede ser que te toque en casa y pues en la noche con toda tu familia, pues, bueno, pero si te toca de día, las circunstancias cambian, porque puede ser que quedemos todos de vernos en casa y por allá ni siquiera podamos llegar”.
En tanto, a las personas que como ella perdieron parte o la totalidad de su patrimonio les envió el mensaje de que sí se puede recuperarse.
“Como que sales del escombro, porque eso es una realidad, sales del escombro y a darle, porque pues qué le haces” concluye.