Machismos (y feminismos) que nos afectan negativamente
E xiste la creencia que el feminismo se contrapone al machismo: es cierto. Así como existe la creencia que el feminismo es el equivalente a la misandria (la aversión a los hombres): en algunos casos esto también es cierto. Esto es porque existen diferentes manifestaciones del feminismo, o diferentes acercamientos o entendimientos de lo que representa para la sociedad. Esta vez quisiera partir de la idea de que existen diferentes tipos de feminismos que también son sexismo y que nos afectan de manera similar a mujeres y a hombres.
Hecho: la violencia contra la mujer existe. Hecho: la violencia contra el hombre existe. Argumento machista: “hablar sobre la violencia de género o contra la mujer minimiza la violencia que sufre el hombre. Además, algo habrá hecho para merecerlo”. Argumento de la misandria: “todas las agresiones que sufre la mujer las causan los hombres, los hombres escribieron las leyes y por eso no protegen a las mujeres”. Argumento del feminismo: “es necesario hacer visible la violencia en contra de la mujer, pues los mecanismos de defensa que provee el estado la hacen pasar por un doble proceso de victimización: por la persona que agredió; y por las instituciones de impartición de justicia que preponderantemente fallan a favor del agresor”.
Hecho, estadístico: una de cada tres mujeres, para ser más exacta, el 35 por ciento de nosotras, sufrirá algún tipo de violencia a lo largo de su vida. La mayoría de estas agresiones que se registran “y que se llegan a saber- son infligidas por las parejas de las mujeres, según la Organización Mundial de la Salud.
Sin embargo, nuestra naturaleza nos impulsa a “tomar bandos” y utilizar alguno de los tres argumentos. Desmitifiquemos algunos:
“Hablar de violencia de género minimiza la violencia que sufren los hombres”. Esto es falso. La violencia que sufren los hombres es resultado también de una programación o desarrollo de la sociedad históricamente machista, donde el varón no puede expresar dolor, pues es señal de debilidad, o donde no se le ha permitido hacer visible algunas vulnerabilidades. El esquema de pensamiento machista no permite la debilidad en los hombres, lo que también los hace víctima del machismo. La expresión más conocida de la violencia machista contra los hombres es la económica: al hombre, la sociedad y sus leyes, lo han determinado como “proveedor”. Entonces, si no provee, no demuestra su valor como hombre. Estas leyes actúan en contra de ellos. Es una ley del mismo esquema machista el que lo convierte en víctima.
“Algo habrá hecho para merecerlo”. Este argumento es el más débil del sexismo; sin embargo, es el que más se usa. Si alguna vez han acompañado a una chica a denunciar algún tipo de abuso sexual o físico, es el primero que escucharán de parte de enfermeras, médicos legistas, ministerios públicos, policías y hasta jueces. “Mire nada más, cómo no la van a golpear, si quería salir vestida así de su casa”. Este argumento machista parte del privilegio que sienten los demás de dictaminar.
“Todas las agresiones que sufre la mujer las causan los hombres: los hombres escribieron las leyes y por eso no protegen a las mujeres”. Este feminismo extremo, sin matices, lastima en la misma medida que el machismo, porque separa y porque estigmatiza el discurso feminista.
Finalmente, retomo el argumento del feminismo: el que intenta reconocer la equidad, construir la igualdad y medir desde la misma óptica los derechos y obligaciones de mujeres y de hombres; sin dejar de lado que las batallas sociales de la mujer son más difíciles de reconocer y de ganar. En donde necesitamos sumar también a hombres que no sean solo proveedores del sustento familiar, sino educadores de los hijos, partícipes de los logros de la pareja, propulsores de cambios en el ambiente laboral, de salud y de educación.
Ese es el feminismo, que el nombre no los engañe: el feminismo es sobre igualdad, sobre ellos y sobre ellas. Es sobre “nosotros”.